Tratamientos
4 de noviembre, de 2019 • 6 Min

Radioterapia contra el cáncer de páncreas

Dr. Smith "Jim" Apisanthanarax, radiation oncologist

El tratamiento del cáncer de páncreas es complejo y casi siempre implica quimioterapia. Pero también puede incluir cirugía y radiación.

En la radioterapia, los médicos utilizan haces de alta energía para reducir los tumores en el páncreas. Los haces crean pequeñas rupturas en el ADN de las células cancerosas, lo que evita su crecimiento y multiplicación. Así como la categoría “quimioterapia” abarca muchos medicamentos, hay varios tipos de radioterapia, cada uno con algunos efectos diferentes. Cada tipo se utiliza por razones específicas.

Los diversos roles de la radioterapia

Su plan de tratamiento, ya sea quimioterapia, radioterapia, cirugía o alguna combinación de estas, depende en gran medida de si el tumor se puede extirpar quirúrgicamente.

Si los médicos no pueden extirpar el cáncer, los pacientes se dividen en dos categorías: quienes tienen enfermedad localmente avanzada (el cáncer no se ha diseminado fuera del páncreas y los órganos circundantes, pero ha crecido y afecta a vasos sanguíneos importantes), y quienes tienen enfermedad metastásica (el cáncer se ha diseminado a órganos distantes).

“Por definición, la radiación está indicada cuando el cáncer está localizado en un solo lugar”, dice el Dr. Smith “Jim” Apisarnthanarax, profesor adjunto y director de investigaciones clínicas de oncología radioterápica de University of Washington Medicine y Seattle Cancer Care Alliance, en Seattle. “En casos de cáncer que se ha diseminado se usan principalmente tratamientos dirigidos a todo el cuerpo, como la quimioterapia; los tratamientos localizados como la radioterapia son menos importantes”. Pero esto no quiere decir que no haya un rol para la radioterapia paliativa para pacientes con enfermedad metastásica avanzada.

La radiación puede ser una herramienta en ambas situaciones. Se clasifica así:

Curativa: incluso en enfoques curativos, los médicos pueden agregar radioterapia antes o después de un régimen de quimioterapia. “Si un paciente tiene cáncer localizado que el cirujano no puede extirpar, comenzamos con quimioterapia por cuatro a seis meses. La radioterapia puede tener un papel cuando existe la preocupación de que la cirugía no se pueda realizar de manera segura, o de que quede cáncer después de la operación”, dice Apisarnthanarax. En algunos casos la radiación ayuda a reducir el tumor lo suficiente para que se pueda extirpar. Además, los pacientes también pueden recibir radiación después de la cirugía y quimioterapia adyuvante para eliminar cualquier célula cancerosa microscópica que quede en el sitio quirúrgico.

Retraso de la progresión del cáncer: la radiación puede ayudar a demorar la progresión del cáncer en pacientes cuyos tumores están limitados a una zona particular. Si bien los científicos no saben si la radiación mejora el índice de supervivencia, los estudios muestran que puede ayudar a evitar que el cáncer crezca localmente. “Algunas personas obtienen excelentes beneficios de la quimioterapia sistémica seguida de radioterapia”, dice Apisarnthanarax. Y cuando los pacientes cumplen con los requisitos para cirugía después de la quimioterapia y radiación, pueden tener mayor supervivencia —a menudo igual que los que llegaron con un cáncer resecable.

Paliativa: los médicos con frecuencia usan radiación no para curar el cáncer, sino para aliviar los síntomas y mejorar la calidad de vida de los pacientes. “Digamos, por ejemplo, que un tumor de páncreas sangra o hace presión en el estómago e impide que los alimentos pasen, de forma que el paciente no puede comer, o vomita poco después de comer. Podemos usar un haz de radiación concentrado en el tumor para tratar ese problema”, explica Apisarnthanarax. La radioterapia también puede aliviar problemas como dolor o dificultad para tragar.

Tipos de radioterapia

La radioterapia más utilizada para cáncer de páncreas es la radiación con haz externo. En esta técnica, una máquina fuera del cuerpo dirige uno o más haces hacia el tumor. Pero hay otros métodos importantes:

Radioterapia conformada tridimensional (RTC-3D): esta modalidad permite usar tomografías tridimensionales para obtener imágenes del tumor antes de administrar los haces de radiación. En lugar de usar una radiografía bidimensional “plana”, los médicos utilizan imágenes de tecnología avanzada, como la tomografía computarizada o la tomografía PET, para definir claramente en tres dimensiones el tumor y los órganos normales. Con la ayuda de un software informático administran la dosis óptima de radiación al tumor y evitan los tejidos sanos.

Radioterapia de intensidad modulada (IMRT): al igual que la radioterapia conformada 3D, la IMRT utiliza imágenes tridimensionales, pero emplea sistemas informáticos sofisticados para moldear con precisión muchos haces de radiación, esculpiendo la radiación para tratar el tumor. Dado que la IMRT es más precisa, los médicos con frecuencia usan dosis más altas de radiación sin dañar el tejido circundante. De esta forma, si un tumor está envuelto por una arteria o presiona un tejido sano, la IMRT puede moldear la radiación para mantenerla fuera de esas estructuras.

Radioterapia corporal estereotáctica (SBRT): al igual que la IMRT, la SBRT administra varios haces de radiación aún con más precisión, habitualmente en tumores más pequeños. Debido a que el tratamiento está dirigido de manera tan precisa, la respiración y el movimiento de los órganos abdominales del paciente deben controlarse de manera estricta, por lo que puede ser necesario usar dispositivos personalizados que limiten o reduzcan al mínimo estos movimientos. Gracias a su gran precisión, se puede administrar altas dosis diarias en unos pocos tratamientos. A diferencia de la RTC-3D y la IMRT, los médicos suelen administrar SBRT sin quimioterapia simultánea.

Por el momento no hay pruebas definitivas de que la SBRT sea mejor que las otras formas de radiación para el cáncer de páncreas. Hay investigaciones en curso para determinar el papel la SBRT en el tratamiento del cáncer de páncreas.

Radiación con haz de protones: este tipo de radioterapia utiliza haces de protones en vez de los haces de fotones administrados con RTC-3D, IMRT y SBRT. A diferencia de la terapia con fotones, en que la energía de radiación se deposita dentro del cuerpo y también sale del cuerpo, los protones son partículas cargadas que suministran la mayor parte de su energía al tumor, y poca o ninguna energía sale más allá del mismo. Esto permite administrar menos radiación al tejido normal circundante, por lo que es posible que haya menos efectos secundarios. “No tenemos datos definitivos que demuestren que los protones sean mejores que los fotones para el tratamiento del cáncer de páncreas”, dice Apisarnthanarax, “pero hay pruebas que sugieren que el uso de radiación con haz de protones después de la cirugía puede reducir los efectos secundarios”.

Efectos secundarios de la radiación

La experiencia de recibir radioterapia es parecida a la de tomarse una radiografía, pero la dosis de radiación es mucho más alta. El procedimiento no duele, pero como es el caso de cualquier terapia, tiene efectos secundarios.

“Durante el tratamiento, puede haber náuseas y fatiga. También puede ocurrir diarrea y vómitos”, explica Apisarnthanarax. Puede haber pérdida del apetito y cambios en la piel. Por lo general los efectos secundarios desaparecen unas semanas después de terminar el tratamiento. Desafortunadamente, un subgrupo de pacientes tendrán bajos recuentos sanguíneos y un mayor riesgo de infección. Raras veces las complicaciones aparecen meses o años después del tratamiento; la hemorragia intestinal es un ejemplo.

La planificación cuidadosa en todos los casos puede ayudar a evitar efectos secundarios graves. Su mejor defensa: hablar con su equipo de atención médica, no solo sobre los objetivos de la radioterapia, sino también sobre cómo sobrellevar el tratamiento.