Investigación
13 de abril, de 2017 • 4 Min

Pruebas de la vitamina C para la eliminación del cáncer

Microscope image of vitamin C crystals

Kevin MacKenzie, University of Aberdeen; Wellcome Images

En abril de 2016, Let’s Win brindó información sobre un estudio que descubrió que, en el laboratorio, la vitamina C era eficaz contra las células del cáncer colorrectal con mutaciones en KRAS y BRAF.

Estas mismas mutaciones se encuentran en más del 90 por ciento de los casos de cáncer de páncreas.

La concentración de vitamina C necesaria para marcar una diferencia terapéutica (10 gramos o el equivalente a la vitamina C presente en 300 naranjas) no se puede alcanzar por vía oral, por lo que los suplementos vitamínicos convencionales no serían eficaces. Ahora, los científicos están trabajando con rapidez para identificar qué podría funcionar para los pacientes humanos con cáncer, y cómo administrarlo.

Ensayos clínicos para la vitamina C

Generalmente, lleva unos 15 años que los descubrimientos de laboratorio puedan implementarse en el uso clínico, pero los científicos del Meyer Cancer Center de Weill Cornell Medicine en la ciudad de Nueva York —dirigido por Lewis Cantley, Ph.D. (ahora en Harvard Medical School, Boston)— están en vías de lograr que esto suceda en 15 meses.

Con el apoyo de donaciones privadas y la Lustgarten Foundation, acaban de presentar ensayos en seres humanos para validar sus hallazgos de laboratorio iniciales y garantizar que las dosis se puedan administrar de forma segura por vía intravenosa. La vitamina C tiene un perfil de seguridad muy bueno, con baja toxicidad, por lo que los científicos y los médicos son optimistas sobre la primera etapa del ensayo.

Como parte de una asignación de $12 millones de Stand Up To Cancer, los investigadores podrán llevar a cabo ensayos adicionales en dos cohortes de pacientes, lo que les permitirá identificar quién será más propenso a reaccionar al tratamiento, aprender más sobre los mecanismos científicos básicos involucrados en las reacciones y recopilar evidencia inicial de beneficio clínico.

El primer grupo de pacientes serán aquellos a punto de someterse a una operación para el cáncer de colon, páncreas o pulmón. En las cuatro semanas antes de la cirugía, recibirán infusiones regulares de vitamina C durante dos horas, hasta cuatro días por semana.

Se harán tomografías al comienzo y final de ese período, y se obtendrán muestras de los tumores durante la cirugía. Esas muestras se someterán a una extensa secuenciación genética, y se cultivarán partes de los tumores como “organoides” que podrían estudiarse mejor y trasplantarse en ratones.

Los investigadores no conocerán el estado de las mutaciones de los pacientes hasta después de que comience el ensayo, pero se usará esa información después para ver cómo reaccionaron los pacientes con mutaciones en KRAS y BRAF en comparación con aquellos sin esas mutaciones.

“Esperamos ver una reducción de algunos de esos tumores entre las personas con mutaciones en KRAS y BRAF”, dice Cantley. “Un mayor tiempo transcurrido hasta la progresión o una enfermedad estable cuantificable también se considerarán como buenas reacciones”.

El segundo grupo estará integrado por pacientes tratados con anterioridad con mutaciones en KRAS o BRAF confirmadas, cuyos tumores no reaccionaron a las terapias convencionales, o cuyas enfermedades se hayan metastatizado. Recibirán las mismas infusiones, por hasta seis meses, con un control a los tres meses para verificar la reacción de la enfermedad.

Si hubiera evidencia de un beneficio clínico que sugiere la necesidad de hacer más investigación, se pueden diseñar ensayos adicionales para determinar la eficacia y dosificación óptimas, y para comparar los resultados terapéuticos con otros tratamientos, como el tratamiento convencional actual con quimioterapia o terapia combinada.

Cómo la vitamina C combate el cáncer

La sabiduría tradicional es que la vitamina C mejora la salud en parte porque puede actuar como antioxidante, lo que previene o demora algunos tipos de daños celulares. Sin embargo, Cantley y sus colegas descubrieron que ocurría todo lo contrario en relación con los efectos terapéuticos de altas dosis de vitamina C para las formas de cáncer colorrectal con mutaciones en KRAS y BRAF: ocurren como resultado de inducir la oxidación en estas células cancerosas.

Las células cancerosas cuyo desarrollo se ve impulsado por una mutación en los genes KRAS o BRAF producen cantidades excepcionalmente grandes de una proteína que transporta glucosa a través de la membrana de la célula. El elemento transportador, GLUT1, suministra a las células los altos niveles de glucosa que necesitan para sobrevivir. También producen una gran cantidad de especies reactivas del oxígeno (ROS).  Así, esta combinación de eventos crea la tormenta perfecta para que la vitamina C destruya estos tumores. El alto nivel de especies reactivas del oxígeno convierte la vitamina C (ascorbato) que fluye en el torrente sanguíneo fuera de las células cancerosas en ácido dehidroascórbico (DHA). GLUT1 no solo permite el ingreso de la glucosa en las células, sino que también transporta el DHA dentro de la célula.

El equipo de Cantley descubrió que, una vez adentro, el DHA actúa como un caballo de Troya. Los antioxidantes naturales dentro de la célula cancerosa tratan de volver a convertir el DHA en ácido ascórbico (vitamina C). En el proceso, estos antioxidantes se agotan y la célula muere por agresión oxidativa.

“Si bien muchas células normales también expresan GLUT1, las células cancerosas con mutaciones en KRAS y BRAF suelen tener niveles mucho más altos porque requieren un alto índice de absorción de glucosa para sobrevivir y desarrollarse”, comenta Cantley. “Además, las células con mutaciones en KRAS y BRAF producen más especies reactivas del oxígeno que las células sanas y, por lo tanto, necesitan más antioxidantes para sobrevivir. Esta combinación de características hace que estas células cancerosas sean mucho más vulnerables al DHA que las células normales u otros tipos de células cancerosas”.

Las pruebas analíticas iniciales mostraron que la exposición a grandes dosis de vitamina C eliminó células cultivadas con mutaciones en KRAS y BRAF, e inyecciones con altas dosis diarias a ratones creados para desarrollar tumores de colon impulsados por el KRAS hicieron que los ratones tuvieran tumores de colon más pequeños y una menor cantidad de ellos en comparación con los ratones de control.

Cantley está entusiasmado acerca de aplicar los resultados en seres humanos y expandir el ensayo para incluir otros tipos de cáncer. “El impacto de altas dosis de ascorbato en los tumores malignos debería ser altamente informativo, dado que diferentes tejidos tienen diferentes estados metabólicos”, agrega.