Los medicamentos comunes para la ansiedad pueden afectar los desenlaces médicos
El diagnóstico de cáncer y el tratamiento posterior con razón causan ansiedad en la mayoría de los pacientes.
El control de esos síntomas desempeña un papel importante en la calidad de vida. Muchos pacientes pueden beneficiarse de los ansiolíticos, y muchas veces se les receta una clase de medicamentos llamados benzodiacepinas.
Ahora, en un nuevo estudio publicado en la revista de la American Association for Cancer Research (AACR), llamada Clinical Cancer Research, los investigadores descubrieron que los pacientes que utilizaban cualquiera de las benzodiacepinas presentaban un riesgo un 30 por ciento menor de muerte relacionada con el cáncer de páncreas. Pero los investigadores también hallaron diferencias importantes en los resultados según la benzodiacepina que tomaba el paciente.
Según el estudio, los pacientes con cáncer de páncreas que tomaron la benzodiacepina lorazepam (nombre comercial Ativan) tuvieron una supervivencia sin progresión más corta que los pacientes que no la tomaron. Sin embargo, los pacientes que tomaron la benzodiacepina alprazolam (nombre comercial Xanax) tuvieron una supervivencia sin progresión mucho mayor que los pacientes que no la tomaron.
El estudio fue retrospectivo, es decir, utilizó datos preexistentes, y aunque los resultados fueron “sorprendentes, no constituyen en absoluto un llamado a que los pacientes dejen de tomar lorazepam y comiencen a tomar alprazolam”, afirma Michael Feigin, Ph.D., director del Programa de Postgrado en Terapéutica Experimental del Roswell Park Comprehensive Cancer Center (Buffalo, Nueva York), y autor principal del estudio. “Este es solo un estudio retrospectivo, y los pacientes deben hablar con sus oncólogos”.
Sin embargo, el estudio es “sin duda un llamado a investigar más”, añade. “Hay una verdadera falta de estudios exhaustivos sobre cómo el consumo de benzodiacepinas puede influir en los desenlaces clínicos del cáncer. La mayoría de las investigaciones se concentran en la reacción a tratamientos como la inmunoterapia o la quimioterapia. Pero a los enfermos de cáncer también se les administran medicamentos para aliviar la ansiedad y el dolor. Hay una necesidad de entender cómo estos medicamentos pueden afectar el tumor y el microambiente tumoral”.
Uso de medicamentos para la ansiedad
Las benzodiacepinas son una clase de medicamentos que ralentizan la actividad del cerebro y del sistema nervioso. Se utilizan sobre todo para tratar la ansiedad y otros trastornos mentales relacionados, además de afecciones cerebrales como las convulsiones. A los enfermos de cáncer se les suelen recetar benzodiacepinas para ayudarles con estos problemas derivados de su enfermedad o tratamiento. Las benzodiacepinas, conocidas como ansiolíticos, o medicamentos para reducir la ansiedad, indican al cerebro que libere un neurotransmisor llamado ácido gamma-aminobutírico (GABA). Este neurotransmisor tiene una función específica: hace que el sistema nervioso esté menos activo. Esto tiene muchos efectos, entre ellos la relajación de la ansiedad. Estos medicamentos también tienen una especie de efecto sedante o calmante sobre el sistema nervioso.
Feigin reconoce el mérito de Abigail C. Cornwell, primera autora del estudio, que en el momento de realizarlo era becaria predoctoral en el Roswell Park Comprehensive Cancer Center y ahora es becaria postdoctoral en Johns Hopkins Medicine (Baltimore, Maryland). “Se le ocurrió la idea durante los exámenes de calificación”, dice Feigin. “Fue bastante sorprendente. Sabemos que estos medicamentos se unen a los receptores del tumor. Una de las cosas que estos receptores pueden hacer es afectar las características del tumor.
“Así que la pregunta era si estos medicamentos que se unen a los receptores afectan la supervivencia de los pacientes. Y si lo hacen de forma positiva o negativa”.
En su opinión, los resultados del estudio fueron “fascinantes”, sobre todo por el hecho de que el lorazepam y el alprazolam son bastante similares. “Hay pequeños cambios en la estructura, pero desenlaces muy diferentes”, afirma él. “Y esto hay que analizarlo más”.
Los resultados del estudio
Los investigadores utilizaron registros de prescripción para evaluar retrospectivamente la asociación entre las benzodiazepinas y los resultados de supervivencia entre los pacientes con cáncer de páncreas tratados en el Roswell Park Comprehensive Cancer Center entre 2004 y 2020. También realizaron estudios mecanísticos para investigar los efectos del lorazepam en los tumores de páncreas a nivel celular. Estos son estudios diseñados para comprender procesos biológicos o conductuales.
En general, los análisis adaptados por raza, edad, sexo, estadio y progresión del cáncer y tratamiento recibido mostraron que el uso de cualquier benzodiacepina parecía estar vinculado a una reducción del 30 por ciento del riesgo de muerte relacionada con el cáncer de páncreas.
Pero los resultados variaron en función del medicamento específico utilizado. Las dos benzodiacepinas más utilizadas fueron el lorazepam (40 pacientes) y el alprazolam (27 pacientes). Los pacientes que tomaron alprazolam mostraron una reducción del 62 % del riesgo de progresión de la enfermedad o muerte, en comparación con los que no tomaron alprazolam (42 pacientes). Sin embargo, los que tomaron lorazepam presentaron un riesgo 3.83 veces mayor de progresión de la enfermedad o muerte en comparación con los que no tomaron este medicamento (29 pacientes).
Los investigadores también analizaron la asociación entre el consumo de lorazepam o alprazolam y los desenlaces clínicos entre personas con otros tipos de cáncer. El alprazolam no pareció asociarse a diferencias importantes en los desenlaces. Pero el lorazepam pareció asociarse a una baja supervivencia entre los enfermos de cáncer de ovario, próstata, cabeza y cuello, colon, útero o mama, y melanoma, con un riesgo elevado que oscilaba entre el 25 y el 116 por ciento, según el tipo de cáncer.
¿Qué causa estas diferencias?
Los investigadores también realizaron estudios con ratones para tratar de determinar los efectos del lorazepam sobre los tumores de páncreas a nivel celular. Los resultados revelaron que el lorazepam puede activar la GPR68, una proteína muy expresada en los fibroblastos que sostienen el tumor. El fibroblasto es un tipo de célula que contribuye a la formación de tejido conjuntivo. GPR68 aumenta la expresión de IL-6, que fomenta la inflamación en el microambiente del tumor de páncreas, lo que provoca el crecimiento del tumor.
“Aunque los cambios estructurales pueden ser pequeños entre las benzodiacepinas, creemos que esos cambios pueden tener un gran efecto”, explica Feigin. “El lorazepam afectó la GPR68. Pero el alprazolam no tuvo ningún efecto en la GPR68. El [alprazolam] también parece disminuir la IL-6. Así que si la IL-6 disminuye, la inflamación disminuye y el crecimiento tumoral se ve afectado”.
Limitaciones del estudio
Las limitaciones del estudio incluyen diferencias en la dosificación óptima de las benzodiacepinas entre seres humanos y ratones. Los investigadores no tuvieron acceso a la información sobre las diferencias en las dosis de benzodiacepinas administradas a los pacientes. Y los experimentos con ratones se realizaron con tumores implantados por vía subcutánea, que tienen microambientes diferentes a los tumores que se desarrollan dentro del páncreas.
El lorazepam y el alprazolam son similares, pero presentan algunas diferencias. Por ejemplo, el alprazolam actúa más rápidamente, pero el lorazepam dura más tiempo y se elimina del organismo con mayor rapidez, lo que le da un mejor perfil de seguridad, explica la doctora Allyson Ocean, oncóloga gastrointestinal, profesora de medicina clínica en Weill Cornell Medicine (Nueva York) y presidenta del Consejo Consultivo Científico de Let’s Win.
En cuanto al estudio, Ocean afirma que el tamaño de la muestra es demasiado pequeño para sacar conclusiones. Pero, agrega, “el estudio es intrigante. Necesitamos más investigación, ya que cuanto más aprendamos sobre el cáncer de páncreas, más podremos mejorar la vida de nuestros pacientes con cáncer de páncreas”. También hace hincapié en la necesidad de hablar con su equipo de oncología si tiene alguna duda o preocupación.