Dosis altas de vitamina C dirigidas a KRAS y BRAF en el cáncer de páncreas
Si abre el botiquín de una persona promedio, es muy probable que encuentre un frasco de suplementos de vitamina C junto a un frasco de multivitaminas.
Después de todo, la vitamina C, o como se la llama técnicamente, ácido ascórbico, ha tenido ventas sólidas desde que se descubrió que desempeña un papel en reforzar nuestro sistema inmunitario para ayudarnos a combatir el resfriado común, entre otras dolencias.
Sin embargo, la vitamina C tiene una historia mucho más rica que simplemente la lucha contra los resfriados. En el siglo XVII, un médico descubrió que los limones y las naranjas prevenían y trataban el escorbuto, una plaga entre los marineros que padecían deficiencias de la vitamina. Aunque los médicos en ese entonces no conocían la razón por la cual los cítricos ayudaban, esa pregunta finalmente se respondió a principios del siglo XX cuando un investigador identificó el carbohidrato de 6 carbonos, el ácido hexurónico, básicamente vitamina C, como la sustancia responsable. Hace unos 50 años, el científico Linus Pauling, ganador del Premio Nobel, tuvo la teoría de que altas dosis de vitamina C podrían ayudar a tratar el cáncer al aumentar la tasa de supervivencia. Pero un estudio de la Mayo Clinic cuestionó esos hallazgos y la vitamina C perdió su encanto como posible terapia.
Parte de la belleza del método científico es que los investigadores nunca dejan de hacer preguntas y de modificar los diseños de los estudios. En la actualidad, la vitamina C y el estudio del metabolismo del cáncer están teniendo un momento de importancia en la investigación sobre el cáncer. Un estudio fundamental llevado a cabo por un equipo de científicos de Weill Cornell Medicine (Nueva York), Cold Spring Harbor Laboratory (Cold Spring Harbor, Nueva York), Tufts Medical Center (Boston), Harvard Medical School (Boston) y Johns Hopkins Sidney Kimmel Cancer Center (Baltimore) demostró que altas dosis de vitamina C pueden destruir las células de cáncer colorrectal portadoras de mutaciones en los oncogenes KRAS y BRAF.
Actualmente, se está estudiando el uso de altas dosis de vitamina C intravenosa para varios tumores sólidos, incluido el cáncer de páncreas, explica el oncólogo gastrointestinal Dr. Manish Shah, director del Programa de Oncología Gastrointestinal en Weill Cornell Medicine (Nueva York), quien está al frente de un ensayo sobre vitamina C para participantes con tumores malignos sólidos resecables o metastásicos. El objetivo del estudio es investigar si la infusión de altas dosis de vitamina C produce una reacción tumoral en pacientes con cáncer colorrectal, de páncreas o de pulmón. El estudio involucra múltiples cohortes, incluida una cohorte de pacientes que planean someterse a cirugía (cohorte A), así como pacientes con mutaciones de KRAS o de BRAF que cumplen con los requisitos para la terapia de radioembolización, conocida como tratamiento Y90, para el hígado (cohorte C). En otro grupo, llamado cohorte B, los investigadores buscarán una reacción tumoral objetiva en tumores sólidos con mutaciones de KRAS o de BRAF.
¿Cómo actúa la vitamina C sobre las células cancerosas?
Es complicado, pero, explicado de manera simple, hay un número limitado de maneras en que el cuerpo produce energía para apoyar el crecimiento. Las células cancerosas necesitan energía para mantener su rápido crecimiento y división. Lo mismo sucede con las células sanas. Pero la forma en la que las células cancerosas absorben esa energía es diferente. A las células normales les gusta el oxígeno. A las células cancerosas les gusta el azúcar, que también se conoce como glucosa. Al parecer, las células cancerosas son consumidores voraces de azúcar, y se alimentan de más glucosa y producen más lactato (ácido láctico) incluso cuando hay mucho oxígeno disponible.
Las mutaciones de KRAS (abundantes en el cáncer de páncreas) y las mutaciones de BRAF menos predominantes son dos oncogenes que fomentan el crecimiento del cáncer. Las células con estas mutaciones también producen enormes cantidades de una proteína llamada GLUT1, explica Shah. La proteína GLUT1 también actúa como un transportador de la forma oxidada de la vitamina C dentro de la célula. La forma oxidada de la vitamina C se denomina ácido dehidroascórbico (DHA). Resulta que el DHA consume una sustancia química que elimina los radicales libres. Con la ausencia de ese químico, los radicales libres están fuera de control, lo que produce la muerte de la célula cancerosa.
“Entonces, básicamente, lo que queremos hacer en este ensayo es destruir las células cancerosas mediante la alteración del proceso, las reacciones químicas, que una célula maligna usa para crecer y dividirse”, afirma Shah, quien también es jefe del Servicio de Tumores Sólidos y codirector del Centro de Enfermedades Digestivas Avanzadas de NewYork-Presbyterian Hospital/Weill Cornell Medicine.
“Piénselo de esta manera”, agrega. “Los tumores tienen hambre de glucosa o azúcar. Y para obtener ese azúcar, el tumor sobreexpresa una proteína que permite que el azúcar ingrese a la célula. Resulta que la vitamina C, cuando se oxida fuera de la célula, ingresa a esta a través del mismo receptor que el azúcar, lo que lleva a la acumulación de radicales libres y a la destrucción de la célula. La vitamina C es realmente la sustancia que permite la alteración del proceso por el cual la célula cancerosa obtiene energía, y creemos que esto es único en las células que tienen una mutación de KRAS o de BRAF”.
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Estos son algunos de los requisitos para participar:
- Pacientes con adenocarcinoma colorrectal, cáncer de pulmón o cáncer de páncreas incipiente o localmente avanzado comprobado histológicamente que cumplan los requisitos para resección y que no hayan recibido quimioterapia o radioterapia (cohorte A)
- Pacientes con adenocarcinoma colorrectal, cáncer de pulmón o cáncer de páncreas inoperable, metastásico o con mutación de KRAS o BRAF que cumplan los requisitos para radioembolización Y90 del hígado (cohorte C).
“En general, los pacientes son muy receptivos al ensayo”, afirma el Dr. Shah, ya que los efectos secundarios son tolerables, aunque es posible que causen cálculos renales. “La conclusión es que estamos dando una vitamina y las personas generalmente no le tienen miedo a las vitaminas”.
Pero, ¿qué tan alta es la dosis de vitamina C? “Es mucho más que una naranja al día”, dice Shah. “En realidad, se estima en alrededor de 1000 naranjas por dosis”.
Shah es cautelosamente optimista sobre el ensayo. “La terapia dirigida se está volviendo cada vez más importante en el tratamiento del cáncer, y actuar sobre KRAS ha resultado ser bastante difícil”, afirma Shah. “Antes se consideraba que era muy difícil desarrollar un medicamento para KRAS, pero las investigaciones ahora muestran que hay formas de sortear esta dificultad. Lo que estamos viendo es una posible vía para atacar KRAS que podría demostrar ser una opción viable para hacer que el cáncer de páncreas y otros tumores sólidos con mutaciones de KRAS o de BRAF sean más tratables.