Agradecer todos los días
- Una molestia abdominal lleva al diagnóstico de cáncer de páncreas en estadio III
- Quimioterapia inicial sin éxito
- Un nuevo oncólogo y pruebas genéticas muestran inestabilidad de microsatélites
- Tratamiento con Keytruda
Soy un sobreviviente del cáncer de páncreas en estadio III desde hace cuatro años.
Mejor dicho: estoy prosperando, no solo sobreviviendo.
Soy un hombre de 63 años, trabajo a tiempo completo, soy padre de dos adolescentes, y trato de ser el mejor novio que puedo ser para mi pareja.
He hecho cinco viajes durante la pandemia de COVID (siempre con un distanciamiento social responsable y con mascarilla cuando estoy cerca de la gente), hago ejercicio y me muevo por lo menos dos horas todos los días (Pilates, yoga, caminatas, excursionismo, natación y bicicleta estacionaria), y creo que estoy en la mejor condición física que he tenido en décadas. Medito todos los días. Trato de comer bien (aunque no perfectamente), y tomo algunas vitaminas y enzimas para suplementar mi alimentación.
Ah, y en los últimos meses escribí un libro llamado Life is a Ride (La vida es un paseo) sobre mi experiencia con el cáncer, que se publicó recientemente. He empezado a escribir mi segundo libro sobre cómo superar los fracasos en la vida y los negocios (que tendrá como título “Stumbling to Success”). Además estoy estudiando para obtener mi licencia como corredor de bienes raíces con el fin de tener una segunda carrera para mis años de “jubilación”.
¿Cómo pasé de un diagnóstico de cáncer de páncreas en estadio III hace cuatro años a prosperar hoy?
Empieza mi viaje
En octubre de 2016 tenía 59 años; tenía algunas molestias abdominales menores y depresión. (En ese momento, no sabía que hay una conexión entre la depresión como síntoma o precursor del cáncer de páncreas). Cuando me hice lo que pensé que eran pruebas de rutina para asegurarme de que no tenía nada grave, me sorprendió enterarme de que tenía cáncer de páncreas en estadio III.
En medio del pánico y el tremendo miedo que sentí en ese momento, seguí las órdenes del oncólogo sin dudarlo y me sometí a quimioterapia, una elección que fue casi un error fatal. La quimio que me dieron no funcionó para mí, y afectó mi cuerpo y mi estado emocional.
Que quede claro: la quimioterapia puede funcionar y, de hecho, funciona para muchas personas con cáncer de páncreas. Lo he visto con mis propios ojos. Pero a mí no me funcionó.
Cinco meses de quimioterapia me envenenaron el cuerpo y casi destruyen mi espíritu. Estaba tocando fondo: el tumor se agrandaba mientras estaba en tratamiento, y mi cuerpo no podía soportar más la quimio. Sin tener un plan alternativo, despedí a mi oncólogo en marzo de 2017. En ese momento, decidí que prefería morir de cáncer que debido al tratamiento.
Aparte del día de mi diagnóstico en 2016, el día que suspendí la quimio y despedí a mi oncólogo en 2017 fue el día más aterrador. Resultó que también fue la mejor decisión que he tomado en mi vida.
Un nuevo rumbo
Al día siguiente, empecé a explorar diferentes opciones de tratamiento, como la inmunoterapia tanto natural como de la medicina occidental. Mi nuevo médico general, que me dio algunos tratamientos naturales de refuerzo inmunitario, también tuvo la claridad mental para consultar con diferentes oncólogos, lo que llevó a que mi biopsia fuera enviada a un laboratorio especializado para hacerle pruebas genéticas. Las pruebas genéticas detectaron que mis células cancerosas tienen una diferencia que mi oncólogo original no conocía y que explica por qué la quimioterapia no había funcionado. Mi cáncer “común y corriente” (así llamado por mi primer oncólogo) era en realidad un cáncer de páncreas infrecuente con inestabilidad de microsatélites (MSI).
Casualmente, al mismo tiempo que me enteré de esta enfermedad infrecuente, en junio del 2017 la FDA aprobó el medicamento de inmunoterapia Keytruda para enfermos de cáncer de páncreas con MSI. Encontré un nuevo oncólogo en UCLA/Santa Mónica Hospital, el Dr. Zev Wainberg, quien me puso en un plan de tratamiento de dos años con Keytruda. Ese tratamiento terminó en mayo del 2019, y aparte de continuar con los suplementos diarios de vitaminas y enzimas para seguir ayudando a mi sistema inmunitario, ya no recibo tratamiento para el cáncer. El tumor tiene aproximadamente dos tercios de su tamaño original. Mi oncólogo sospecha que la masa que queda en mi cuerpo es, en el mejor de los casos, tejido muerto, y en el peor, inactivo.
Si digo que estoy aliviado y feliz me quedo corto.
Todo ayuda
Lo que también sé es que sigo vivo y me va muy bien en este poco ortodoxo recorrido contra el cáncer. Sé que la quimioterapia no funcionó en mi caso y casi me mata. Sé que los tratamientos de inmunoterapia natural ayudaron; cuánto, no lo sé. Los dos años de inmunoterapia de medicina occidental (Keytruda) también ayudaron; de nuevo, no sé cuánto.
También sé que comer de forma más saludable ayudó. Estar en movimiento a diario ayudó. Meditar ayudó. Tener un gran sistema de apoyo liderado por mi novia y mis hijos ayudó. Los buenos pensamientos y las oraciones ayudaron. Hacerme cargo de mi salud ayudó. Y recordar lo afortunado que soy y agradecer todos los días ayudó.
Mire cómo Chris cuenta su historia en “Cómo prospero y no solo sobrevivo”.