Apuntar a ser más que una estadística
- La ictericia conduce a un diagnóstico de cáncer de páncreas
- Procedimiento de Whipple seguido de quimioterapia
- Marcador tumoral en ascenso y cambio en la quimioterapia
- Tras una búsqueda, se encuentra un ensayo clínico
Tengo acreditación como cirujano general y plástico. El 31 de julio de 2014 estaba en una cirugía, terminando un caso, cuando la enfermera me miró y me dijo: “¿Sabe que sus ojos están amarillos?”.
Me sentía bien, sin problemas médicos inmediatos, por lo que me sorprendió escuchar que me dijera esto. Después de terminar el caso, me dirigí al vestuario, me miré en el espejo y confirmé la ictericia en mis ojos. Fui directamente al laboratorio y realicé un panel completo de pruebas con una muestra de sangre. Como cirujano, sé que, hasta que se pruebe lo contrario, la causa más común de ictericia sin dolor es el cáncer de páncreas.
A la mañana siguiente, fui por los resultados de mis análisis de sangre. La hematología era normal, pero los resultados de las pruebas funcionales hepáticas eran muy elevados. Eso confirmó mis temores. Al día siguiente, una tomografía computarizada reveló una masa obvia de 2.5 cm (0.98 in) en la cabeza del páncreas, que muy probablemente era un adenocarcinoma.
Comenzar con la cirugía
Analicé esos resultados con mi esposa y decidimos que debía someterme a la cirugía, de ser posible, en el hospital local de Oklahoma City, porque nuestro centro de trasplante cuenta con excelentes cirujanos. Elegí al Dr. John Duffy de INTEGRIS Baptist Medical Center, lo llamé de inmediato y repasé los resultados de mis pruebas con él. Estuvo de acuerdo con mi diagnóstico y agregó que el tumor aparentemente no afectaba los vasos mesentéricos superiores, lo cual indicaba que podría ser un buen candidato para la cirugía, a pesar de mi edad (76).
El viernes 8 de agosto de 2014, me sometí a un procedimiento de Whipple de ocho horas y media, en el cual me extirparon la vesícula, el tercio anterior del páncreas, un tercio del estómago y el duodeno. Esta importante reorganización de mis tuberías intestinales fue un gran esfuerzo, con resultados igualmente extraños en mi dieta, el control del peso, etc. El dolor fue otro problema considerable, al igual que proteger los ocho drenajes y tubos que me salían del abdomen a través de la piel. Para mantenerme con vida durante mi permanencia en la UCI, me colocaron seis vías intravenosas conectadas a bolsas con distintos líquidos (uno de los cuales era para el control del dolor).
Después de la cirugía, el informe de patología reveló que, afortunadamente, tenía márgenes libres de tumor y que se había extirpado todo el tumor, aunque dos ganglios linfáticos daban positivo para células tumorales. Me clasificaron como un T2N2M0, lo cual significa que el tumor era más grande que 2.5 cm (0.98 in), que se encontraron dos ganglios linfáticos metastásicos y que no había metástasis a distancia.
El protocolo de mi tratamiento
Ocho días después del Whipple, volví a casa para terminar de sanar. ¡Me sacaron todos los drenajes!
Consulté al Dr. Brian Geister de INTEGRIS Cancer Institute para planificar mi quimioterapia. Un mes después me introdujeron una vía de acceso y comencé un régimen de gemcitabina y Abraxane cada tres semanas durante seis meses. Durante este tiempo, mi marcador tumoral CA 19-9 y mis tomografías computarizadas, que me realizaba cada tres meses, fueron normales. Cuando me tomé unas “vacaciones de la quimioterapia” por dos meses, mi CA 19-9 comenzó a aumentar, por lo que comencé otro tratamiento de seis meses con los mismos medicamentos. Continué recibiendo esos medicamentos hasta el final de 2017. Cuando era necesario, me inyectaba Neulasta si mi recuento de glóbulos blancos disminuía y Procrit para la anemia. Tuve suerte de tener efectos secundarios mínimos, principalmente cansancio y diarrea ocasional. Afortunadamente, no me volví diabético como resultado de la cirugía.
Dado que toleré bien la quimio, regresé a mi trabajo de cirujano plástico dos meses después del Whipple. El trabajo me mantuvo ocupado y me ayudó a combatir la depresión, ya que conocía las estadísticas para el cáncer de páncreas. Mi calidad de vida era casi normal, a excepción del cansancio. Trabajaba, viajaba, daba seminarios, socializaba con mi esposa, practicaba esquí acuático e iba a bucear.
La importancia de las pruebas genómicas y séricas
Como cirujano que ya ha leído volúmenes sobre el cáncer de páncreas, creo que las pruebas genómicas y la inmunoterapia constituyen el protocolo del tratamiento del futuro, librándonos de los medicamentos tóxicos para las células que actualmente se usan para la quimioterapia. A raíz de mi investigación, busqué sugerencias de ensayos clínicos de Pancreatic Cancer Action Network (PanCAN). Viajé a Dana-Farber (en Boston, mi ciudad natal) y a MD Anderson (en Houston) para hacer consultas. Ambos centros de investigación me rechazaron porque no tenía metástasis visibles en los estudios de imágenes PET, TC ni RM. Si bien consideraba que no tener metástasis era una bendición, eso me imposibilitaba acceder a los ensayos.
Mientras me sometía a la quimio, decidí que se estudiara mi genoma. Descubrí que tengo cuatro mutaciones. Soy normal en cuanto al gen BRCA, pero tengo una mutación en el ATM y el KRAS, al igual que otras dos mutaciones menores.
Mi burbuja se rompió en noviembre de 2017, cuando mi CA 19-9 comenzó a elevarse más que después de la cirugía y no respondió al régimen habitual de gemcitabina y Abraxane. Los estudios PET y TC revelaron que tenía dos ganglios linfáticos positivos en el lecho quirúrgico de la extirpación del páncreas.
Yo quería una biopsia sérica, pero me dijeron que esa prueba no está aprobada para el cáncer de páncreas. Siguiendo los consejos de la Dra. Laura Miles, una doctora local con la que consulté, envié 15 cc (0.50 oz) de mi sangre en un recipiente especial y $5000 a un laboratorio en Grecia. El laboratorio determinó que tenía siete células malignas por ml de sangre (una cifra alta). Luego, el laboratorio probó las células cultivadas con todas las sustancias quimioterapéuticas existentes. Eso ayudó a determinar mi régimen de quimioterapia y el cambio subsiguiente a FOLFOX en diciembre de 2017. Me molestó que no pudieran hacerme esta prueba en los EE. UU. El FOLFOX comenzó a funcionar y, lentamente, mi marcador tumoral disminuyó, pero no al nivel normal.
En un ensayo clínico
A través de PanCAN, me enteré de la investigación que se llevaba a cabo en University of Pennsylvania (Abramson Center). Mi hija es profesora de medicina veterinaria de cuidados intensivos en Penn y yo soy egresado de la facultad de medicina. Nos comunicamos con el Dr. Robert Vonderheide, cuyo personal fue de lo más amable, y me invitó a ir a una consulta. Programamos mi primera consulta para abril de 2018 y me encontré con la Dra. Kim Reiss Binder quien, de hecho, parecía estar muy entusiasmada de conocerme y describió un nuevo estudio para probar un inhibidor de PARP más un fármaco de bloqueo de puntos de control diseñado para pacientes sobrevivientes que habían recibido FOLFOX y tenían enfermedad metastásica. Ella y su personal se portaron realmente como familia y me sentí muy cómodo bajo su cuidado, por lo que me inscribí en el estudio.
He interrumpido la administración de FOLFOX y ahora debo viajar a Filadelfia cada dos semanas para la infusión y las píldoras. Afortunadamente, mi vía de acceso aún está abierta casi cuatro años después de su colocación. Desde el 29 de junio de 2018, he tenido tres tratamientos y el cuarto está programado para la semana que viene. He tenido efectos secundarios mínimos, salvo la neuropatía periférica en los dedos y el cansancio. En realidad, me siento mejor ahora que nunca antes desde la cirugía.
Cumpliré 80 años el 11 de julio de 2018, y ya sobreviví cuatro años después de recibir el diagnóstico y someterme al procedimiento de Whipple. Mi esposa (que es oftalmóloga) y yo seguimos viviendo en Oklahoma City. Me jubilé de mi profesión como cirujano plástico el año pasado y he asumido el papel de “amo de casa” y jardinero. Aún recibo consultas de casos médicos cuando me lo solicitan y he mantenido mi Educación Médica Continua (EMC) y mi licencia médica.
Creo firmemente que, con la ayuda de Dios, el Dr. Duffy, el Dr. Geister y mi esposa me salvaron la vida para que fuera un paciente con cáncer de páncreas estadísticamente atípico. Solo el tiempo dirá si mi nuevo protocolo experimental inhibirá mi tumor y me permitirá no recibir FOLFOX. Hablando de tiempo, estoy agradecido por cada día en que despierto por la mañana y me siento razonablemente bien. Mi esposa se asegura de que siga una dieta saludable y mantenga mi peso. Tomo varios suplementos nutricionales que se piensa que aumentan la resistencia del sistema inmunitario. Una buena dieta, ejercicio, una actitud positiva y un buen grupo de apoyo son esenciales para combatir o inhibir esta enfermedad tan mortal.
Paul falleció casi siete años después de recibir el diagnóstico de cáncer de páncreas. Usó su conocimiento y experiencia como médico para buscar un ensayo clínico, lo que lo ayudó a él y además amplió el conocimiento para otros pacientes. Ofrecemos nuestro más sincero pésame a su familia.