Reapertura en los Estados Unidos: pautas para pacientes con cáncer de páncreas
Hasta el 19 de mayo de 2020, se había diagnosticado COVID-19 a más de 1.5 millones de personas en los Estados Unidos, y más de 91,000 estadounidenses habían muerto en la pandemia.
Aunque los esfuerzos de mitigación para “aplanar la curva” han sido exitosos en muchas áreas del país, estas cifras siguen aumentando todos los días. El confinamiento y la cuarentena han sido eficaces en las zonas más afectadas, pero la economía estadounidense ha quedado diezmada; se han presentado más de 36 millones de solicitudes de beneficios de desempleo. Es posible que algunos empleos y empresas no se recuperen nunca. Esta es la situación que enfrentan los funcionarios del gobierno al intentar reabrir diversos comercios no esenciales que han estado cerrados más de dos meses. Es un dilema aparentemente insostenible: cómo cuidar de las personas y a la vez tratar de reiniciar las economías de los estados.
Muchos expertos en salud afirman que reabrir demasiado pronto echará por tierra los avances logrados para controlar la propagación de la COVID-19. Los estados siguen intentando expandir la realización de pruebas y establecer el rastreo de contactos (seguimiento de personas que tuvieron contacto con alguien que tuvo el virus). Se necesitan mejores opciones de tratamiento y, por supuesto, una vacuna para prevenir la enfermedad.
Muchas personas sufren “cansancio de cuarentena” y están desesperadas por salir de sus casas, ir a un restaurante, ver a sus familiares y amigos, y regresar a algo parecido a la normalidad. Pero si usted tiene cáncer de páncreas o un ser querido padece la enfermedad, esa supuesta normalidad se vio interrumpida en el momento del diagnóstico. Su vida cambió antes de que apareciera la COVID-19.
Todos sabemos muy bien que los pacientes con cáncer, en especial los que están recibiendo tratamiento activo como quimioterapia, tienen el sistema inmunitario comprometido. Según las investigaciones, los pacientes con cáncer, particularmente los que padecen enfermedad metastásica, presentan mayores riesgos y enfrentan peores resultados a causa de la COVID-19. Entonces, si un estado está levantando las restricciones, ¿existen maneras para que los pacientes con cáncer de páncreas puedan salir de forma segura más a menudo?
Hable con su equipo y no baje la guardia
Lo primero que debe hacer es hablar con su equipo de atención médica sobre sus riesgos, dice la Dra. Allyson Ocean, de NewYork-Presbyterian Hospital/Weill Cornell Medical Center y profesora adjunta de medicina de Weill Medical College de Cornell University. “Cada paciente es diferente, pero lo que les digo a mis pacientes, en general, es que deben seguir quedándose en casa siempre que sea posible”, comenta. “La COVID-19 no ha desaparecido”.
Si bien “aplanar la curva” es normalmente un término epidemiológico, se ha convertido en parte de nuestro vocabulario. Es importante recordar lo que significa, dice Ocean, quien también se desempeña como presidenta del Consejo Consultivo Científico de Let’s Win. “El objetivo del aplanar la curva era reducir la propagación de la COVID-19 de modo que menos personas necesitaran tratamiento en un momento determinado”, explica. “Por eso se recomendó que la gente se quedara en casa, se determinó el cierre de los comercios no esenciales, el distanciamiento social, y se recomendó usar mascarilla”.
“Hemos aplanado la curva, pero no estamos fuera de peligro. Todos debemos protegernos; como médica de enfermos con cáncer, quiero asegurarme de que mis pacientes no tengan una actitud demasiado relajada hacia los riesgos del virus. Los riesgos todavía existen y son muy reales”.
Su recomendación ahora es la misma que la de hace unos meses: no salir más de lo necesario. Aún mejor, utilizar servicios de entrega a domicilio o de recolección en la acera. Si bien es menos riesgoso que un amigo o un familiar que vive con usted haga los mandados esenciales, cada vez que esa persona sale corre el riesgo de contraer el virus y llevarlo a la casa. “Según dónde viva, los servicios de entrega a domicilio pueden estar saturados o, incluso, no estar disponibles, por eso entiendo que no todos los enfermos con cáncer en los Estados Unidos puedan usar este tipo de servicios”, reconoce Ocean. “El mensaje es: si están disponibles, trate de utilizar este tipo de servicios. Si no están disponibles haga todo lo posible por reducir el riesgo al mínimo”.
Según dónde viva, es posible que estén reabriendo los parques y las playas. Y si bien en general los ambientes al aire libre y poco concurridos son por sus características más seguros que los ambientes cerrados y muy concurridos, como los bares y restaurantes, aún existe riesgo. “Puede ser que toque superficies en puestos de ventas o baños públicos”, expresa Ocean. La manera de reducir ese riesgo es lavarse o desinfectarse las manos con frecuencia. Y, por supuesto, mantenerse a una distancia de seis pies (unos 2 metros) de otras personas y usar una mascarilla, que puede reducir la propagación del virus de unos a otros y sirve de recordatorio visual para no tocarse el rostro y respetar la distancia, agrega.
Vivir con cáncer de páncreas no es fácil, pero vivir con cáncer de páncreas durante una pandemia es aún más difícil. Por eso es muy importante cuidarse. “El cáncer de páncreas y la COVID-19 no son enfermedades ficticias”, observa Ocean. “Son peligros reales y es absolutamente normal estar asustado. Deje de preocuparse y busque algo que lo relaje. Lea un libro, mire televisión o reúnase por Zoom con amigos y familiares. Y lo más importante, recuerde que usted no está solo”.
La fase de reapertura y las personas vulnerables
La Casa Blanca recientemente dio a conocer las Pautas para volver a abrir los Estados Unidos. Se trata de un programa de tres fases basado en las recomendaciones de expertos en salud pública; es para individuos, empleadores y comerciantes, y comprende entornos de oficina, gimnasios, restaurantes, bares y mucho más. El plan es que los estados vayan pasando por estas fases a medida que llegan a ciertas metas. Si desea conocer todos los detalles, puede leer el documento completo.
De acuerdo con las pautas de la Casa Blanca, durante las fases uno y dos de la reapertura las personas vulnerables deben continuar en confinamiento. Los miembros de familias con residentes vulnerables deben ser conscientes de que al volver a trabajar o a frecuentar otros ambientes en los que no se practica el distanciamiento, pueden introducir el virus en la casa. Deben tomar precauciones para mantenerse aislados de los residentes vulnerables.
Entre las personas vulnerables se incluyen a los ancianos, personas con enfermedades subyacentes graves como presión arterial alta, enfermedad pulmonar crónica, diabetes, obesidad, asma; y a personas con compromiso inmunitario, como quienes reciben quimioterapia para cáncer y para otras afecciones que requieran dicha terapia. En la fase tres las personas vulnerables pueden reanudar su interacción pública pero deben poner en práctica el distanciamiento social y reducir al mínimo la exposición a entornos sociales donde no se aplica el distanciamiento, a menos que se establezcan medidas de precaución.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han publicado una serie de pautas de apertura para las escuelas, los lugares de trabajo, los programas de cuidado de niños, los sistemas de transporte público, los programas y campamentos para jóvenes y los restaurantes y bares. Cada pauta se establece como un árbol de decisiones, donde la opción de abrir o no abrir, y en qué nivel hacerlo, depende de la respuesta a una pregunta. Los árboles de decisiones se fundamentan en pautas locales, estatales y federales de higiene, distanciamiento social y monitoreo. Los CDC también publicaron un documento completo que brinda una amplia orientación sobre la reapertura.
También se recomienda que las personas continúen cumpliendo con las recomendaciones estatales y locales y con la información adicional sobre prevención de los CDC, en particular la relacionada con el uso de mascarillas.