Historias de sobrevivientes
11 de abril, de 2022 • 6 Min

El valor de las cosas simples

Elizabeth O’Connor

long-term pancreatic cancer survivor Elizabeth O'Connor and her family
  • Diagnóstico de cáncer de páncreas después de dar a luz
  • Quimioterapia, radiación, cirugía y más quimioterapia
  • Recurrencias y más cirugías
  • Mutación genética detectada
  • Tratamiento con un inhibidor de PARP
  • Tratamiento con una combinación de inmunoterapia

Dos semanas después del nacimiento de mi segundo hijo, me diagnosticaron cáncer de páncreas en estadio IV. Tenía 31 años.

A la mitad de mi embarazo, comencé a sentirme mal. No podía comer mucho sin sentirme llena. Tenía náuseas y vómitos, y comencé a perder peso. Además, me sentía muy cansada. Mi obstetra ginecólogo realizó una ecografía y encontró quistes grandes en los ovarios y me programó ecografías regulares para controlar su tamaño.

Mientra avanzaba mi embarazo, mis síntomas continuaron. A las 34 semanas de embarazo, me internaron para recibir nutrición suplementaria. Dos días después, el 20 de octubre de 2010, comencé con el trabajo de parto y di a luz a mi hijo por cesárea. Fue seis semanas prematuro, así que lo enviaron directamente a la Unidad de Cuidados Intensivos Neonatales. Al mismo tiempo, me internaron en la Unidad de Cuidados Intensivos, debido a una acumulación de líquido en el abdomen y en los pulmones. Terminaron haciéndome una histerectomía.

Finalmente, después de dos semanas en el hospital, me enviaron a casa y mi hijo llegó dos días después. La noche que llegó a casa, noté que mi brazo izquierdo estaba hinchado y lo sentía caliente al tacto. Una ecografía que me hice más tarde ese día reveló un coágulo de sangre en el brazo, lo que a menudo indica un cáncer activo. Otra vez me hospitalizaron para disolver el coágulo. Mientras estuve allí, me sometí a una endoscopia y una colonoscopia. Ambas pruebas resultaron negativas. Me pidieron que me hiciera una tomografía computarizada abdominal y, al día siguiente, el médico entró en mi habitación para darme la noticia: tenía cáncer de páncreas en estadio IV. No hace falta decir que fue un shock terrible.

El comienzo de una larga travesía

Mi primer oncólogo fue el Dr. Daniel Dubovsky (ahora jubilado) del Atlanta Cancer Care. Cuando lo conocí, me dijo algo que siempre recordaré: “Nadie tiene una bola de cristal de la vida”. Me dio tanta esperanza. El Dr. Dubovsky había escuchado una conferencia del Dr. Daniel Von Hoff del HonorHealth en Scottsdale, Arizona, y me sugirió que fuera a verlo. El Dr. Dubovsky me ayudó brindándome toda la información que necesitaba para programar una cita con el Dr. Von Hoff. Los dos médicos coordinaron mi tratamiento.

En el momento de mi diagnóstico, no era candidata para someterme a la cirugía, por lo que mi primer curso de tratamiento fue la quimioterapia. Empecé en noviembre de 2010 con infusiones cada dos semanas de gemcitabina y oxaliplatino. En junio de 2011, el Dr. Dubovsky y el Dr. Von Hoff cambiaron el protocolo. Me dieron gemcitabina y Abraxane cada dos semanas y Zometa una vez al mes. Continué con este protocolo hasta enero de 2012.

Para el invierno de 2012, las tomografías parecían muy prometedoras y estábamos listos para prepararnos para la cirugía. El Dr. Von Hoff me sugirió que fuera a ver al Dr. Douglas Evans, un cirujano experto que se especializa en cáncer de páncreas, en el Froedtert Hospital en Milwaukee, Wisconsin, para discutir si la cirugía era una posibilidad o no. El Dr. Evans accedió a realizar la cirugía y el Dr. Von Hoff estaba muy seguro de que estaba en buenas manos.

Primero, recibí seis semanas de radiación en el páncreas y hueso ilíaco, bajo el cuidado de la Dra. Nancy Wiggers del Saint Joseph’s Hospital en Atlanta. En marzo de 2012, viajé a Milwaukee, donde me sometí a un procedimiento para extirpar la cola del páncreas, el bazo y parte del revestimiento del estómago. El procedimiento, que fue realizado por el Dr. Evans, tardó ocho horas. El médico extirpó el 75 por ciento de mi páncreas. Pasé tres semanas y media recuperándome en Milwaukee antes de regresar a casa.

Después de mi cirugía, comencé un régimen de quimioterapia con 5-FU para eliminar las células cancerosas restantes, que continué tomando hasta abril de 2013. También comencé a hacerme tomografías cada tres meses para ver si el cáncer había regresado.

Éxitos, contratiempos y una mutación genética

En mayo de 2014, mis médicos me encontraron una lesión en el pulmón izquierdo. En julio de 2014, me operaron para extirpar el cáncer. La cirugía estuvo a cargo del Dr. John Gouldman del Northside Hospital en Atlanta.

Casi al mismo tiempo, también comencé a tener convulsiones. Una resonancia magnética del cerebro y la columna reveló que el cáncer había metastatizado al lado izquierdo del cerebro. En noviembre de 2014, me sometí a una cirugía de cerebro, cirugía que realizó el Dr. Allan Friedman del Duke University Hospital, Durham, North Carolina. Como resultado de esa cirugía, tengo un pie caído y he tenido que usar un aparato ortopédico en la pierna. También tengo fuerza limitada en el brazo derecho.

Después de la cirugía, recibí un ciclo de una semana de radiación estereotáctica en el cerebro, también en el Duke Cancer Center, con el Dr. John Kirkpatrick. Sigo viéndolo cada tres o cuatro meses para hacerme una resonancia magnética.

Después de la radiación en 2014, tomé la píldora de quimioterapia Lynparza, un inhibidor de PARP que actúa sobre mi mutación genética PALB2 (mi padre tiene la misma mutación). Mi enfermedad se mantuvo estable hasta el 2018, cuando una tomografía de rutina detectó otra lesión en el cerebro. Recibí un segundo ciclo de radiación estereotáctica de una semana en julio de 2018, junto con Temodar. Continué tomando Lynparza oral y agregué Temodar hasta 2019. También participé en un ensayo clínico que evaluaba un inhibidor oral de PARP llamado BGB-290.

Monitoreo de rutina e inmunoterapia

Durante el 2019 y el 2020, mis médicos monitorearon mi cerebro de cerca. En abril de 2020, una resonancia magnética mostró un área sospechosa en el cerebro y la tratamos con un nuevo medicamento de quimioterapia, carboplatino. Me administraban infusiones de carboplatino cada tres semanas. En ese momento, descubrimos que el cáncer de páncreas se había diseminado al cuero cabelludo. En octubre de 2020, me operaron para extirpar el cáncer en el cuero cabelludo. El Dr. Timothy Rankin del HonorHealth en Scottsdale realizó la cirugía. Hizo un trabajo maravilloso e intentó salvar la mayor cantidad de cabello posible. En diciembre de 2020, me sometí a radiación en el cuero cabelludo.

Mis médicos se enteraron de un estudio que se realizaba en Miami en pacientes con cáncer de páncreas avanzado que también tienen mutaciones genéticas de PALB2, que muestra resultados notables sobre la combinación de inmunoterapia de Opdivo y Yervoy. Recibí cuatro rondas de la combinación de esos dos medicamentos, y mis médicos se sorprendieron de lo bien que se veían las cosas en la tomografía que hicieron a los tres meses. Actualmente, recibo una infusión de Opdivo cada cuatro semanas. La inmunoterapia es una gran bendición para mí porque no tengo efectos secundarios. Puedo recibir mi infusión y seguir haciendo mis cosas. También sigo recibiendo Zometa cada tres meses.

Cuando el Dr. Dubovsky se jubiló en 2018, la Dra. Ming Chi se convirtió en mi médica clínica y es maravillosa. Del mismo modo, el Dr. Von Hoff ya no atiende pacientes. El Dr. Erkut Borazanci es mi actual especialista en cáncer de páncreas y continúa trabajando en estrecha colaboración con el Dr. Von Hoff. Mis enfermeras de HonorHealth, Lana Caldwell y Gayle Jameson, han sido muy compasivas en algunos de los días más difíciles de mi vida. Son grandes oyentes y realmente se preocupan por mí. ¡Todos los médicos, las enfermeras y el personal se han convertido en mi familia!

Disfrute de las cosas simples de la vida

Cuando me diagnosticaron cáncer de páncreas en estadio IV, nunca imaginé que estaría viva 11 años después. Pero aquí estoy. Vivo con mi esposo Patrick y mis dos hijos, Abigail (16) y Andrew (11) y disfruto de todos los placeres simples de la vida, como viajar, ir al cine y ver a mis hijos practicar deportes. De 2014 a 2020, enseñé preescolar, lo que me dio una verdadera sensación de normalidad durante todos los años de tratamientos y cirugías. Ahora, soy ama de casa y me encanta. No me había sentido tan bien en varios años y es una bendición poder cocinar, lavar la ropa o llevar a mi hijo a practicar deportes. Aprecio todas las cosas simples que puedo hacer, y mi principal prioridad es concentrarme en mi curación y pasar tiempo con mi familia.

Mire a Elizabeth contar su historia en “La madre que siempre quise ser”.