Historias de sobrevivientes
29 de julio, de 2019 • 4 Min

Cómo sobrevivir al cáncer de páncreas y abrazar la vida

Joel Evans

long-term pancreatic cancer survivor Joel Evans and family
  • Resultados inusuales de análisis de sangre conducen al diagnóstico de cáncer de páncreas
  • Procedimiento de Whipple
  • Quimioterapia después de la cirugía

Me diagnosticaron cáncer de páncreas cuando tenía 66 años.

Dado que era diabético, me hacía una amplia variedad de análisis de sangre trimestrales. Al Dr. Joseph Terrana, mi endocrinólogo, no le gustó lo que algunos análisis mostraron en mi ciclo de enero de 2015: un análisis de sangre mostraba un nivel elevado de bilirrubina. El médico programó una tomografía computarizada, y después, una ecoendoscopia. Todas estas pruebas indicaron una probabilidad real de que tuviera cáncer de páncreas.

Al igual que muchas otras personas con cáncer de páncreas, no tenía ningún síntoma. No tenía idea de que el cáncer estaba creciendo dentro de mí. Por suerte, me lo diagnosticaron antes de que el cáncer se propagara fuera del páncreas.

Primero, operación de Whipple

Me derivaron al Dr. Gene Coppa, jefe de cirugía de Northwell Health, en Manhasset, Nueva York. Mi cita se tuvo que posponer una semana debido a una terrible tormenta de nieve, pero cuando mi esposa Linda y yo nos reunimos con el Dr. Coppa, este me recomendó que me sometiera a una operación de Whipple de inmediato. Cuatro semanas después de mi diagnóstico, me realizaron la operación de Whipple, que es muy compleja y duró ocho horas y media. El Dr. Coppa extirpó todo el tumor, con un margen limpio (sin células cancerosas alrededor de los bordes de lo que se extirpó) y sin propagación a los ganglios linfáticos. En mi caso, el cáncer de páncreas fue detectado a tiempo.

A continuación, quimioterapia

Cuando me recuperé de la cirugía, era el momento de comenzar la quimioterapia. Necesitaba encontrar un oncólogo. El primero que consulté fue muy negativo, a pesar de los resultados del Dr. Coppa. Consultamos con un segundo oncólogo, quien nos ofreció un ensayo clínico. No me convenció esa opción porque había un 50 por ciento de probabilidades de que me dieran placebo como tratamiento. Para mí, esto no era aceptable.

Por medio de mi endocrinólogo, me derivaron al Dr. Jeffrey Vacirca, hematólogo y oncólogo en New York Cancer and Blood Specialists (NYCBS). Su consultorio estaba en East Setauket, Nueva York, no muy lejos de nuestro hogar en Commack. Aunque no nos pintó un panorama de color de rosa, nos ofreció empatía y esperanza, lo cual era importante. Y él estaba seguro de que yo llegaría a estar en la boda de mi hija en siete meses.

El Dr. Vacirca me recomendó un protocolo de tres medicamentos durante la quimioterapia: Gemzar, Abraxane y Xeloda. Me colocaron una vía de acceso en el hombro para que no necesitara una aguja nueva en cada tratamiento. Resultó que yo era alérgico a Xeloda y tuve que dejar de tomarlo. (Me habían advertido antes de tomarlo que podría tener efectos secundarios perjudiciales, pero yo quería seguir adelante).

Durante el tratamiento de quimioterapia, hice un gran esfuerzo por estar feliz: asistí a una clase de meditación con una de mis hijas, fui al gimnasio aunque no podía hacer mucho ejercicio, y mantuve mi mente lo más lúcida posible escribiendo blogs y exámenes para mis colegas (por muchos años fui profesor en la escuela de economía en Hofstra y me había jubilado recientemente). Terminé la quimioterapia el 26 de agosto de 2015.

Abrazar la vida después del tratamiento para el cáncer de páncreas

Tuve que aprender a regular mis niveles de azúcar en sangre después de la operación de Whipple. Aunque había tenido diabetes de tipo 2, ahora tenía diabetes de tipo 1 y tendría que inyectarme mucha más insulina. También comencé a tomar medicamentos para el aparato digestivo, durante la quimioterapia y hasta el día de hoy. Tomo Creon (enzimas pancreáticas) y Zofran (para las náuseas) con las comidas, así como Prilosec recetado una vez al día. Durante la quimioterapia, también tuve que tomar medicamentos periódicamente para los niveles bajos de hierro y glóbulos blancos.

Como resultado de la operación de Whipple, todavía tengo efectos secundarios como diarrea periódica, cólicos estomacales y tensión abdominal. Tuve osteoporosis debido a la quimioterapia. Me aplico dos inyecciones por año para eso.

En la actualidad, ya no tengo cáncer. Todavía voy a NYCBS para realizarme tomografías computarizadas y análisis de sangre y para controlar los medicamentos. Aunque espero buenas noticias, siempre estoy nervioso la semana antes de una tomografía. Soy uno de los pacientes afortunados de pertenecer al 5 por ciento que llega tan lejos. Me dicen que cada vez que tengo una tomografía computarizada con imágenes limpias, mejoran mis probabilidades de vivir más tiempo.

Estoy EMOCIONADO de estar vivo y poder hacer lo que hago. Me adapté a mi “nueva vida normal”. La felicidad es una elección: mi elección. La mayoría de mis amigos no entienden cómo puedo estar tan alegre. Yo sí. Estoy eufórico de seguir aquí, de estar vivo.

Tengo MUCHA suerte de ser un sobreviviente del cáncer de páncreas. Me siento realmente bendecido. Doy gracias por eso todos los días. En julio de 2019 se cumplieron cuatro años y seis meses (y seguimos contando) desde que me sometí a la operación de Whipple. Para ayudar a otros pacientes y a sus familias, escribí Surviving Cancer and Embracing Life: My Personal Journey (Sobrevivir al cáncer y abrazar la vida: mi experiencia personal). El libro está disponible de forma gratuita. ¿Por qué escribí el libro? Mucho se espera de quienes mucho reciben. Mi misión es retribuir a la comunidad de pacientes con cáncer de páncreas. Gracias a Lustgarten Foundation por todos sus esfuerzos: voy a participar en su caminata en Long Island en octubre de 2019, donde se recaudará dinero para Team Joel.

Mire cómo Joel cuenta su historia en “I Must Give Back (Debo retribuir)”.