Historias de sobrevivientes
11 de abril, de 2024 • 5 Min

Las pruebas genéticas cambiaron mi protocolo de quimioterapia

Greg Jacobson

Pancreatic cancer patient Greg Jacobson and family
  • Un dolor conduce al diagnóstico de cáncer de páncreas y duodeno
  • Procedimiento de Whipple
  • Segunda opinión antes de la quimio incluye pruebas genéticas
  • Hallazgo de síndrome de Lynch cambia el protocolo de quimioterapia
  • Otros tipos de cáncer asociados con el síndrome de Lynch

En la primavera de 2015 empecé a tener un dolor en la región abdominal superior izquierda y náuseas constantemente.

Con el tiempo, el dolor se extendió por toda la espalda y a la zona del hígado. Mi médico ordenó análisis de sangre, una tomografía computarizada, una tomografía PET, una endoscopia y hasta una colonoscopia. Resultó que tenía cáncer de páncreas y duodeno en estadio III.

Recuperación: malabares constantes

El plan era operarme primero y luego recibir quimioterapia. El 23 de junio de 2015 me hicieron la cirugía de Whipple en Piedmont Hospital en Atlanta, Georgia. Mi cirujano fue el Dr. Kevin Nguyen. La operación duró ocho horas y media y estuve hospitalizado más de dos semanas.

La cirugía salió bien, pero la recuperación fue complicada. Tenía el sistema inmunitario ya comprometido por un trasplante de riñón en julio de 1999. Los medicamentos postoperatorios aumentaron los niveles de creatinina y BUN (nitrógeno ureico sanguíneo, una medida de la función renal). Parecía que mi cuerpo nunca podía encontrar el equilibrio.

Además, debido al compromiso inmunitario se me infectó la herida quirúrgica. Tuvieron que operarme de nuevo para abrir la herida y limpiarla.

El protocolo correcto de quimioterapia

En agosto de 2015 viajé al MD Anderson (MDA) en Houston, Texas, en busca de una segunda opinión sobre mi quimioterapia. El Dr. Michael Overman también me pidió pruebas genéticas. En mi familia hay muchos antecedentes de cáncer. Mi padre y mi abuela paterna murieron de cáncer. Mi padre tuvo cáncer de duodeno y colon, y mi abuela murió de cáncer de colon y estómago. Mis pruebas genéticas mostraron que tengo el síndrome de Lynch, la forma más común de cáncer colorrectal hereditario. El síndrome de Lynch también aumenta el riesgo de cáncer de páncreas.

También me diagnosticaron el síndrome de Muir-Torre, una variante del síndrome de Lynch que da predisposición a ciertos tumores de la piel. He tenido muchos cánceres de piel a lo largo de los años, incluso antes de que me diagnosticaran cáncer de páncreas. Siempre sospeché que tenía el síndrome de Muir-Torre, pero las pruebas genéticas del MD Anderson confirmaron el diagnóstico.

El descubrimiento del síndrome de Lynch hizo que se cambiara mi protocolo de quimioterapia. El Dr. Overman colaboró con mi oncóloga de Atlanta, la Dra. Ha Tran de Piedmont Cancer Institute, y juntos optamos por una combinación de quimioterapia llamada XELOX-capecitabina y oxaliplatino.

Efectos secundarios de la quimioterapia

Comencé el régimen de quimioterapia el 11 de septiembre de 2015. El protocolo consistía en quimioterapia intravenosa cada tres semanas y quimioterapia oral en el medio. Presenté dolor, neuropatía y náuseas, todo lo cual, lamentablemente, continúa hasta el día de hoy.

El hormigueo y la neuralgia son particularmente difíciles. Recuerdo que en los primeros días de la quimioterapia traté de agarrar un frasco de pepinillos de la nevera. De inmediato se me cayó porque estaba demasiado frío para mí. Todavía tengo neuropatía en las piernas. Empeora en el invierno y a veces la neuralgia es tan fuerte que tengo que quedarme bajo una manta térmica. Hay días que no puedo levantarme de la cama, pero también tengo muchos días buenos.

Un nuevo cáncer

Estaba bastante bien después de superar el cáncer de páncreas, pero en 2016 me diagnosticaron cáncer de estómago. Me extirparon todo el estómago y parte del esófago. Todos los tratamientos y cirugías empezaron a tener un impacto sobre mi cuerpo. Tengo dolor abdominal, de espalda y de esófago todos los días. No tengo restricciones dietéticas, pero las náuseas y el dolor constantes me obligaron a modificar totalmente mis hábitos de alimentarios. Sigue siendo un problema hasta el día de hoy. Una noche puedo comer una cena italiana sin ningún problema, y la noche siguiente sufrir vómitos y un dolor insoportable. 

Sobrevivir a pesar de todo

A pesar de todos los tipos de cáncer que tuve, sigo vivo. Cada cáncer se clasifica según la supervivencia a cinco años. Con el cáncer de páncreas el pronóstico eran sombrío. Conocía las terribles estadísticas del cáncer de páncreas, así que me puse objetivos de corto plazo y de largo plazo.

Mis hijas gemelas empezaban la secundaria el mismo año que recibí el diagnóstico. Mi GRAN meta era verlas graduarse. Pude cumplir esa meta, pero irónicamente, la graduación fue durante la cuarentena de 2020, ¡así que de todos modos no hubo una graduación normal! El colegio organizó una ceremonia de graduación modificada unos meses después; fue un momento MUY emotivo para mí y el resto de la familia.

Continúo atendiéndome con la Dra. Amelia Zelnak en Atlanta Cancer Care. Ella me hace monitoreos continuos. Hasta ahora, todo va bien. En general, la cirugía y el tratamiento me han permitido pasar más tiempo con mi familia y me han ayudado a reorganizar las prioridades de mi vida. En particular, he desarrollado una relación más fuerte con Dios.

Esta experiencia también me ha hecho dedicar más tiempo al voluntariado que en el pasado. Soy voluntario en Purple Pansies, una organización de cáncer de páncreas en mi ciudad natal de Cumming, Georgia (un suburbio al norte de Atlanta).

Recibí el diagnóstico a los 45 años y ahora tengo 54. A pesar de los muchos obstáculos que he tenido que afrontar, vivo una vida maravillosa.