Historias de sobrevivientes
24 de enero, de 2024 • 4 Min

Nunca se rinda

Joe Pearson

Joe Pearson and his family
  • Dolores de estómago y espalda llevaron al diagnóstico
  • Quimioterapia y cirugía de Whipple
  • Una vida activa

En octubre se cumplió un año de mi diagnóstico de cáncer de páncreas. 

Era junio de 2022. Tenía dolor de estómago y espalda y el dolor seguía cada vez que comía cualquier tipo de alimento. Al principio no le di importancia, pero seguía teniendo dolor todos los días. Mi médico solicitó pruebas gastrointestinales, incluida una tomografía computarizada, una biopsia y una prueba de CA 19-9. En octubre de 2022 nos enteramos de que tenía cáncer de páncreas.

El CA 19-9 es un marcador tumoral que muestra el crecimiento y el tamaño del tumor, y el valor normal es 37 o menos. El 14 de noviembre, la prueba mostró que mi marcador estaba en 787. En ese momento tenía 67 años. Mi cumpleaños número 68 era el 10 de diciembre y no sabía si llegaría a celebrarlo con vida.

Quimioterapia más procedimiento de Whipple

Comencé el tratamiento con el Dr. Edward Kim en el UC Davis Comprehensive Cancer Center en Sacramento, California, el 2 de diciembre de 2022. Me indicó 10 ciclos de quimioterapia con oxaliplatino que me administraban durante dos horas por vía intravenosa. También me administraban irinotecán durante 90 minutos por vía intravenosa. Me conectaban una bomba elastomérica desechable a la vía de acceso en el pecho para administrarme fluorouracilo durante 46 horas mientras estaba en casa. Luego volvía al centro médico para que me desconectaran la bomba. Veinticuatro horas después de que desconectaran la bomba, tenía que autoinyectarme UDENYCA® en el abdomen para prevenir cualquier tipo de infección y porque la quimioterapia hacía que mi recuento de glóbulos blancos fuera bajo. Esto se repetía cada quince días los viernes hasta el último ciclo en abril de 2023. Para entonces, mi nivel de CA 19-9 se había reducido de 787 a 75. 

Algunos de los efectos secundarios no eran tan graves. Tuve (y sigo teniendo) neuropatía en las manos y los pies, las uñas de las manos y los pies se me oscurecieron y también tuve estreñimiento. Otro efecto secundario interesante es que la lengua se volvió marrón oscuro, lo que me afectaba el gusto. ¡No esperaba que pasara eso! La lengua y las uñas han vuelto a su color normal y ahora puedo saborear las cosas sin problema.

En un principio, mis médicos pensaron que tenía cáncer en estadio IV, pero luego descubrieron que estaba en estadio III, localmente avanzado. Mi cuerpo respondió muy bien a la quimioterapia: tuve pocos efectos secundarios y el tumor se redujo a menos de 0.2 centímetros. En lugar de someterme a tratamientos de radiación, el Dr. Kim me recomendó la cirugía de Whipple. Sin embargo, el tumor restante estaba ubicado cerca de un vaso sanguíneo en la parte superior del páncreas, lo que hacía que la cirugía fuera arriesgada. El equipo quirúrgico de UC Davis Sacramento se resistía a operar, por lo que el Dr. Kim me recomendó que pidiera una segunda opinión. Nos reunimos con el Dr. Carlos Corvera de UCSF Health (San Francisco), cirujano especializado en cáncer gastrointestinal y en la cirugía de Whipple. Aceptó hacer la operación.

El 22 de mayo me sometí a la cirugía, que duró 10 horas. Durante la operación, me extirparon la cabeza del páncreas, la primera parte del intestino delgado, la vesícula biliar y el conducto biliar. Permanecí en el hospital los 12 días siguientes para asegurarme de que la intervención hubiera salido bien y no se presentaran complicaciones. El Dr. Corvera vino a verme al tercer día después de la cirugía y me dijo que habían eliminado todo el cáncer que quedaba. El 20 de julio pude viajar a Virginia Occidental y asistir a mi 50ª reunión de la preparatoria. En septiembre pude jugar al golf.

¡Sin cáncer!

Más de un año después, sigo sin cáncer y me siento bien. Me he cuidado mucho a lo largo de mi vida. Me alimentaba bien y hacía ejercicio. Además, mi cuerpo no había sufrido debido a otros problemas como tabaquismo, asma, diabetes, problemas cardíacos, consumo de drogas ilegales o lesiones graves, y creo que todo ello contribuyó a mi recuperación. Ahora tengo 69 años y puedo jugar al golf, viajar, hacer ejercicio y vivir mi vida como antes.

Si pudiera dar un mensaje a otras personas, les diría que cuando se sientan mal no pospongan la visita al médico y que pidan segundas opiniones. A los que están empezando su recorrido con el cáncer de páncreas, les digo lo siguiente: “No se rindan. Con todos los avances de la medicina moderna, el cáncer puede ser vencido (y lo será)”.