Una vida sin cáncer 25 años después
- Antecedentes familiares de cáncer de páncreas
- Pruebas de detección anuales conducen al diagnóstico precoz
- Pancreatectomía distal
- Quimioterapia con FOLFIRINOX
El cáncer de páncreas me ha arrebatado a demasiados seres queridos: mi abuela y al menos dos de sus hermanas, mi madre, su hermana gemela y su hermano, y finalmente, hace 25 años, se llevó la vida de mi hermano.
Tener que ser testigo de todo esto fue una travesía devastadora. Pero yo no quería seguir el mismo camino. Después de perder a mi hermano, me propuse no solo evitar correr la misma suerte, sino ayudar a encontrar una forma de detener en seco al asesino que es el cáncer de páncreas.
La búsqueda de un especialista fue clave
Después del fallecimiento de mi hermano en 1998, empecé a atenderme con un oncólogo local para realizarme pruebas anuales de detección del cáncer de páncreas. Si mi destino era que iba a padecer la enfermedad, quería detectarla pronto. Era tan ingenuo en ese momento… Pensaba que el cáncer era solo cáncer, pero pronto aprendí que no todos los cánceres son iguales. El cáncer de páncreas era un monstruo, y me di cuenta de que el oncólogo que me atendía no tenía mucha experiencia en este tipo de cáncer. Conocía bien otros tipos de cáncer, pero no el de páncreas. En aquella época, no se investigaba mucho sobre el cáncer de páncreas ni había muchas opciones de tratamiento eficaces.
Quería un especialista que conociera el cáncer de páncreas de principio a fin, hasta el último detalle. Conocí al Dr. Randall Brand y supe que era el médico correcto para mí. No solo era especialista en cáncer de páncreas, sino que también investigaba el cáncer de páncreas que se da en familias como la mía.
Por aquel entonces, yo vivía en Des Moines, Iowa (aún vivo allí), y el Dr. Brand estaba en proceso de trasladarse de Omaha a un hospital de Chicago. Cuando uno encuentra al médico adecuado, la distancia no importa. Me reuní con él en Chicago para informarme sobre su estudio y ver si podía participar en él.
Empezó haciéndome una serie de preguntas sobre mis antecedentes familiares. Solo tuve que responder las dos primeras preguntas sobre factores genealógicos comunes para que me aceptaran en el estudio: ¿Tengo antecedentes familiares de cáncer de páncreas? ¿Soy descendiente de judíos de Europa del Este? La respuesta a ambas preguntas fue “sí”. De inmediato me invitó a participar en su proyecto de investigación, que incluiría una rutina de ecografías endoscópicas anuales para revisarme el páncreas, obtención de muestras de tejido y secreciones, y análisis de sangre y pruebas genéticas, todo ello para lograr la detección temprana del cáncer.
Después de unas cuantas visitas a Chicago para realizarme pruebas, el Dr. Brand nos dijo que se trasladaba al University of Pittsburgh Medical Center Shadyside (UPMC) y esperaba que eso no fuera un impedimento para que yo siguiera participando en el estudio. En mi mente, no había ninguna duda. Creía firmemente entonces lo mismo que ahora: él es el médico con quien necesito estar. Creo firmemente en él y en su investigación. ¿Por qué arruinar algo bueno?
Desde entonces, me he sometido a pruebas anuales de detección todos los años, excepto uno que me salté durante la pandemia del COVID. Nuestra persistencia dio sus frutos.
El diagnóstico no fue una sorpresa
Después de mi ecografía endoscópica anual en octubre de 2021, el Dr. Brand me dijo que el cáncer había aparecido en mis tomografías. Para entonces habíamos desarrollado una sólida relación personal y fue tan difícil emocionalmente para él darme la noticia como para mí recibirla. Debido a mis antecedentes familiares, el diagnóstico no me sorprendió en absoluto. Sabía que llegaría. Era realmente impactante, pero sabía que estaba en el lugar correcto para enfrentarlo.
Lo positivo es que el cáncer se diagnosticó temprano. Muy temprano. No tenía síntomas y, si hubiera que asignarle un estadio, diría que apenas estaba en el estadio I.
Dos días más tarde, me reuní con los oncólogos quirúrgicos, el Dr. Amer Zureikat y el Dr. Alessandro Paniccia del UPMC Hillman Cancer Center, quienes indicaron que el tumor estaba en su infancia y que la extirpación completa no sería un problema. Otro aspecto positivo era que la intervención quirúrgica se realizaría de forma robótica, lo que la haría menos invasiva y podría facilitar una recuperación más rápida.
Siempre he tenido una mentalidad positiva. Me diagnosticaron temprano y tuve a mi lado a un equipo de los mejores médicos. Y no solo eso, la investigación y los tratamientos del cáncer de páncreas han avanzado mucho en los últimos 25 años. Seguía decidido a superarlo y no tenía ninguna duda de que lo conseguiría.
Cirugía y quimioterapia
Diez días después, el 15 de noviembre de 2021, el Dr. Paniccia me operó: una pancreatectomía distal y esplenectomía robóticas, además de una linfadenectomía del eje celíaco.
Pasé una semana de recuperación en el hospital. Después pasé otros 10 días en un hotel de la zona para seguir recuperándome y acudir a las citas de seguimiento. Acción de Gracias cayó justo en medio de esa época. El Dr. Brand nos invitó a pasarla con su familia en su casa. Fue quizás la mejor celebración de Acción de Gracias de mi vida. Tenía mucho que agradecer en ese momento. Y estar allí con ellos le dio mucho sentido.
Una semana después, mi mujer y yo volvimos a casa para empezar doce rondas de quimioterapia con el Dr. Thomas Buroker en el John Stoddard Cancer Center de UnityPoint Health. Mi tratamiento fue lo que me gusta llamar un cóctel de quimioterapia: FOLFIRINOX, compuesto de oxaliplatino, fluorouracilo, irinotecán y leucovorina. Esta quimio se consideraba una medida preventiva por si acaso una o dos células cancerosas habían escapado para planear otro ataque. Mis médicos no querían arriesgarse.
La quimio me provocó efectos secundarios como una intensa sensibilidad al frío, cierta caída del cabello, neuropatía periférica en manos y pies, quimiocerebro, estreñimiento y pérdida de apetito. No tuve náuseas ni diarrea, que a menudo se asocian a esta quimioterapia, y lo agradecí.
Una vez terminada la quimioterapia, pasé seis meses en rehabilitación, lo que incluía fisioterapia para recuperar el equilibrio y terapia ocupacional para las manos. Durante esas sesiones, los terapeutas utilizaron ultrasonido para ayudarme con la neuropatía de pies y manos. Además, hice acupuntura durante tres meses para tratar la neuropatía. Los otros efectos secundarios desaparecieron gradualmente.
Estoy participando en una clase de entrenamiento personal para sobrevivientes de cáncer para mejorar la fuerza, la movilidad y el equilibrio. Se ofrece a través de Above + Beyond Cancer, con sede en Iowa, una magnífica organización que ofrece diversos programas gratuitos para mejorar la vida de los supervivientes de cáncer y de las personas afectadas por esta enfermedad.
Tuve mi cita de seguimiento del año en noviembre de 2022. El Dr. Paniccia no encontró rastro de cáncer en mi cuerpo. Sus palabras exactas fueron: “No veo nada de qué preocuparse. Vaya. Viva la vida. No tiene cáncer”.
Aunque todavía tengo algo de neuropatía, está definitivamente mejor. ¿Alguno o todos los tratamientos marcaron la diferencia? Probablemente, pero creo que el tiempo ayudó mucho. Hoy llevo 15 meses sin quimioterapia y vivo y amo mi vida sin cáncer.
Mi misión de 30 años para detener a este asesino que es el cáncer de páncreas continuará. Aunque me he sometido a varias pruebas genéticas, aún no se ha descubierto el vínculo genético de mi familia. Confío plenamente en que algún día lo lograré. Hasta entonces, volveré a Pittsburgh cada octubre para hacerme las tomografías de rutina.
La detección temprana puede salvarle la vida
Independientemente de que el cáncer de páncreas o cualquier otro tipo de cáncer se dé en su familia, hágase un chequeo. La detección precoz le puede salvar la vida, como me ocurrió a mí.