¿Qué se puede hacer para frenar el cáncer de páncreas? La perspectiva de una persona que ha sobrevivido al cáncer 10 años
Cuando mis hijas todavía asistían a la escuela primaria, solíamos meter a todos en nuestra “minivan” (monovolumen) Nissan Quest 2002 y emprendíamos un viaje por carretera.
Después de que las chicas rebotaban durante unas horas, sus murmullos desde atrás comenzaban a aumentar. Primero, era: “Estoy aburrida”. Luego, “Mi hermana está en mi espacio”. Seguido de “¡No me toques!” Luego venían las palabras que ningún padre quiere escuchar: “¿Cuándo llegamos?” Siendo un sobreviviente de 10 años que estaba seguro de que había terminado, tengo que preguntar lo mismo: “¿Cuándo llegamos?” ¿Qué se puede hacer para frenar el cáncer de páncreas?
Aunque estoy más que agradecido de seguir aquí 10 años después y por el arduo trabajo de organizaciones como Let’s Win junto con Lustgarten Foundation y Pancreatic Cancer Action Network (PanCAN), debemos hacer más, mucho más.
Lamentablemente, un recurso como Let’s Win no existía en 2013 cuando todo esto comenzó para mí. Tenía preguntas sobre mis preguntas. Todo lo que leía decía que ya no podía hacer nada, que era mi fin. No sabía a quién recurrir. Esperanza era una mala palabra para mí. No tenía nada de esperanza. Todavía recuerdo que me inundaba la tristeza porque pensaba que no estaría presente en ninguno de los grandes momentos de mis tres hijas. Por suerte, dos de ellas ahora están casadas. Estoy esperando el tercer gran momento, de mi hija más chica, mi bebé.
El número de víctimas del cáncer de páncreas es inaceptable
Más de 50,000 personas mueren cada año a causa de esta horrible enfermedad, casi el equivalente a los soldados estadounidenses muertos en Vietnam durante 10 años. Por ello, es necesario disponer de más fondos para desentrañar este misterio tan complejo. ¿Aceptaríamos un Vietnam, con sus consecuencias de muerte y destrucción, cada año? Yo creo que no. Entonces, ¿por qué lo estamos aceptando?
Por supuesto, todos creen que “su cáncer” es especial. Pero dado que solo el 12 por ciento de los que escuchan las palabras “Lo siento, tiene cáncer de páncreas” llega a los cinco años, hay razones de peso para aumentar los fondos para la investigación de este tipo de cáncer. Sí, es especial.
Necesidad de financiación adicional
Como primer paso, esta financiación adicional debería centrarse en desarrollar una prueba de detección temprana para detectarlo antes de que sea demasiado tarde. Una gran razón por la que la mayoría no sobrevive es que a menudo no presenta síntomas y se detecta demasiado tarde para hacer algo por detener la enfermedad. Algunas personas pueden tener indigestión, retorcijones o dolor de estómago, pero la mayoría no se da cuenta hasta que una tomografía revela una masa en el páncreas o alrededor de este. Hoy en día, para detectar el cáncer de páncreas, se usa una prueba de proteínas que mide el nivel del marcador tumoral CA 19-9. Pero una cosa es clara: esta prueba de proteínas convencional es muy poco confiable. Simplemente, no funciona bien para muchos. Mi nivel de CA 19-9 nunca superó los 15, muy por debajo del límite máximo de 37. Sin embargo, un campo prometedor es el de las pruebas genéticas, pero el desarrollo de una prueba “predictiva” sigue siendo difícil de alcanzar.
Mi diagnóstico
Más allá de que me sometiera a una prueba de detección temprana, fui uno de los afortunados. Después de un almuerzo de viernes y de no sentirme del todo bien durante el fin de semana, fui a ver a mi médico, quien solicitó, como él las llamó, algunas pruebas de “rutina”.
Hasta el día de hoy no estoy seguro de por qué fui a verlo. Como tantas personas, pensé que podía resistir cualquier cosa. La mayoría de las veces, tendía a quedarme quieto y esperar que las cosas pasaran. Si hubiera hecho eso, se habría terminado todo para mí. Me habría convertido en otra triste estadística.
Mi médico pensó que podía tener un virus estomacal o, en el peor de los casos, C. diff, una bacteria nociva en el intestino. Mientras esperaba mis resultados, el fin de semana siguiente mi estado empeoró mucho. Pasé ese fin de semana con el estómago hecho un nudo y con oleadas de náuseas que me atacaban con fuerza. Volví a ver a mi médico el lunes siguiente y le pregunté: “¿Ya vio los resultados de mi prueba?” A lo que él respondió: “¡Amigo, tiene otros problemas, está amarillo!”
Una tomografía computarizada de emergencia mostró que tenía bloqueado un conducto biliar. Durante un procedimiento para insertar un stent para abrirlo, sin que yo lo supiera, tomaron una muestra de tejido. Dos días después, el médico que me colocó el stent apareció en mi habitación del hospital y dijo: “Lo siento, tiene un tumor maligno”. Antes de que pudiera formular una sola pregunta, salió corriendo por la puerta. Estaba destruido por el hecho de que ni siquiera el médico podía usar la palabra que empieza con “c”.
Procedimiento de Whipple y sus consecuencias
Quizás una vez que dispongamos de una prueba de detección temprana, los fondos deberían redirigirse hacia la mejora del difícil procedimiento de Whipple, que se desarrolló en 1935. Lamentablemente, en los últimos 88 años, poco ha cambiado. Llamado así en homenaje al Dr. Allen Whipple del Columbia-Presbyterian Medical Center, se considera una de las intervenciones quirúrgicas más complicadas. Y es tan compleja que solo los cirujanos experimentados intentan realizarla. Según la extensión del tumor, se extirpa la cabeza del páncreas junto con la vesícula y, en algunos casos, parte del estómago.
No quiero ser gráfico, pero el páncreas está enterrado profundamente dentro del cuerpo, por lo que el procedimiento es parecido a destripar un pescado. Peor aún, con este tipo de tumores que a menudo se endurecen en el páncreas con sus tentáculos enraizados como una mala hierba en todo lo que está cerca, solo una de cada cinco personas es candidata para someterse a un Whipple. Sin el procedimiento, la muerte a menudo llega en un plazo de seis meses a un año.
Mi médico lo comparó con una cirugía a corazón abierto. Hablando conmigo minutos antes de mi Whipple, bromeó: “Cuando despiertes, sentirás que te atropelló un camión”. No estaba bromeando. Debería haber añadido algo acerca de que el camión lo conducía un maníaco enloquecido que retrocedía y me atropellaba de nuevo por deporte.
Aunque no tenía más remedio que seguir adelante con mi Whipple si quería seguir con vida, no tenía idea de cuántas complicaciones se derivarían del procedimiento y de la radiación y la quimioterapia que llegaron después. Tras pasar un mes en el hospital después de la intervención, me enviaron a casa. Se me abrió la incisión de 8 pulgadas (20 centímetros), por lo que tuve que ir a un centro de atención de heridas donde me conectaron una bomba de vacío, como una sanguijuela, para ayudar a cicatrizar la incisión. Durante dos años, como un reloj cada 8 a 12 semanas, terminaba de nuevo en la sala de emergencias doblado por el dolor de estómago, y cada vez me internaban durante unos días hasta que el dolor disminuía. La causa seguía siendo un misterio. Solo después de que una infección masiva se extendió desde el páncreas al pulmón izquierdo y luego al bazo, un gastroenterólogo determinó que tenía una pequeña fuga en el conducto pancreático reconstruido que permitía que las enzimas digestivas exudaran dentro de mí. La colocación de varios stents en el conducto arregló esta fuga y, por suerte, no tuve que hacer más viajes a la sala de emergencias. Además, como muchos a los que les falta un tercio del páncreas, ahora soy prediabético. Cortesía de la radiación, la osteoporosis se instaló en mi espalda, así que tengo mucho dolor en tres vértebras comprimidas. Me inyecto Prolia cada seis meses. Si bien puede parecer que me estoy quejando, no es así. Sin el procedimiento de Whipple, no estaría vivo, a pesar de lo brutal que me pareció y con todas las complicaciones que tuve. Sobrevivir al procedimiento es el primer paso para sobrevivir al cáncer de páncreas.
Se necesita hacer más para detener a este asesino. Deberíamos estar avergonzados por el poco progreso que se ha hecho para encontrar respuestas. Sin embargo, todavía agradezco los excelentes recursos que Let’s Win y sus organizaciones asociadas me brindaron. Cada vez que me encuentro con otra víctima de esto como parte de mi trabajo de defensa, siempre la envío directamente a Let’s Win.
William Ramshaw vive en el extenso Noroeste Pacífico. Ha sobrevivido 10 años al cáncer de páncreas y ha escrito sus memorias, Gut Punched! Facing Pancreatic Cancer (Un puñetazo en el estómago: cómo enfrentar el cáncer de páncreas). Ha escrito otras historias y filmado un video para nosotros.