Tratamiento de la enfermedad
2 de mayo, de 2024 • 7 Min

Qué comer y qué evitar cuando se padece cáncer de páncreas

Fruits, vegetables, nuts, fish

National Cancer Institue; Wikimedia Commons

Seguir una alimentación de calidad y absorber los nutrientes esenciales es fundamental cuando se padece cáncer. Lamentablemente, el cáncer de páncreas y sus tratamientos pueden hacer que la hora de comer sea todo un reto.

“Según el tipo de cáncer de páncreas que tenga y dónde esté ubicado, toda su alimentación puede cambiar de la noche a la mañana”, dice L.J. Amaral, M.S., R.D., coordinadora de nutrición clínica del Cedars-Sinai Center for Integrated Research in Cancer and Lifestyle en Los Ángeles, California.

El páncreas convierte los alimentos en combustible para nuestras células, pero cuando se presenta un cáncer en este órgano tan importante, puede interferir en la capacidad del organismo para digerir los alimentos y absorber los nutrientes. Aunque pueda comer con normalidad, el cáncer de páncreas suele liberar en el torrente sanguíneo unas sustancias químicas denominadas citoquinas, que hacen que queme calorías más rápido, lo que provoca pérdida de peso y disminución de la masa muscular. Entonces, ¿qué puede hacer?

¡Coma esto!

El tratamiento del cáncer de páncreas puede afectar la capacidad para comer y digerir los alimentos, en el caso de que esté recibiendo quimioterapia y radioterapia y también si tiene que someterse a cirugía. Pero si se concentra en consumir alimentos de las siguientes cinco categorías, estará mejor equipado para reforzar las células sanas y nutrir el cuerpo desde dentro hacia fuera.

  1. Proteína. Debido a que las proteínas son los componentes básicos de las células y que las terapias para el cáncer de páncreas aumentan la regeneración celular, es lógico que las necesidades de proteína aumenten durante el tratamiento. Para que no piense que la hamburguesa ocasional está totalmente excluida, Amaral sugiere incluir alimentos de origen animal como la carne roja, el pollo y el pescado cuando intente cumplir su cuota de proteínas. “Son una gran fuente de hierro hemo, y eso es esencial cuando se está en tratamiento porque los glóbulos rojos se destruyen”, explica. Intente consumir menos de 18 onzas (medio kilo) a la semana y no queme la carne (la carbonización excesiva se asocia a un mayor riesgo de cáncer). Otras buenas fuentes de proteínas son los huevos, los frijoles, los frutos secos y las semillas.
  2. Grasas saludables. Aunque nadie le recomienda que se llene de alimentos fritos o grasas saturadas, las grasas mono y poliinsaturadas saludables son una excelente forma de ingerir calorías con menos volumen. Las grasas no solo favorecen el crecimiento celular, sino que también ayudan al organismo a absorber nutrientes importantes, como las vitaminas A, D, E y K. Algunos ejemplos de grasas saludables son las aceitunas y el aceite de oliva, los aguacates y el aceite de aguacate, los frutos secos, las semillas (y las mantequillas de frutos secos y semillas) y los pescados grasos como el salmón.
  3. Alimentos fáciles de digerir. Algunos efectos secundarios del tratamiento pueden hacer que sea difícil tragar o digerir los alimentos. Elija alimentos picados, blandos o hervidos para facilitar la digestión, sobre todo los alimentos que tienen un alto contenido de nutrientes y calorías. Los alimentos preferidos de Amaral en esta categoría son la avena, las gachas de avena, las verduras cocidas, el pan de masa madre con un poco de mantequilla de frutos secos o aguacate, y los caldos y sopas.
  4. Verduras de colores. Las verduras de colores están repletas de vitaminas, minerales y sustancias químicas que combaten las enfermedades y pueden reforzar el sistema inmunitario durante el tratamiento. Llene la mitad del plato con verduras de colores (las verduras blancas, como la cebolla, la coliflor e incluso el ajo para dar sabor, también cuentan) y complete la otra mitad con fuentes de proteínas magras y grasas saludables.
  5. Granos ancestrales. Los granos ancestrales como la quinoa, el farro, el amaranto, el bulgur y la cebada están repletos de nutrientes y fibra. Con las tres partes de la planta intactas, los cereales integrales contienen innumerables vitaminas, minerales y sustancias químicas que combaten las enfermedades. Un pequeño secreto: algunos de estos “granos” o cereales son en realidad semillas, de ahí su condición de supernutrientes.

Beba agua. Mantenerse hidratado es fundamental durante el tratamiento del cáncer de páncreas. Beba aproximadamente la mitad de su peso corporal en onzas (p. ej., si pesa 150 libras o 68 kilos, beba 75 onzas o 2.2 litros de líquidos al día). Y en lugar de llenarse de bebidas azucaradas o edulcoradas artificialmente, alcohol o cafeína, elija el agua y el nutritivo caldo de huesos (siempre que el sabor fuerte a caza no le disguste tanto). ¿Sufre náuseas o no tolera el agua sin gas? Pruebe las variedades gasificadas como el seltzer, incluidas las variedades saborizadas sin azúcar.

¡Eso no!

Durante el tratamiento del cáncer, es posible que lo único que pueda tolerar sean las comidas reconfortantes, y eso está bien como capricho ocasional. Pero cuando se trata de la alimentación diaria, restringir los siguientes alimentos es un paso importante para apoyar su salud. 

  1. Productos lácteos. Durante el tratamiento, algunas personas con cáncer de páncreas se vuelven intolerantes a la lactosa, y los lácteos también pueden ser inflamatorios para un subconjunto de pacientes. Amaral recomienda limitar los productos lácteos a dos o tres porciones diarias. Pero si tiene sensibilidad, no los consuma en absoluto.
  2. Té verde. Es cierto que el té verde tiene un increíble potencial para combatir el cáncer. Pero si está recibiendo tratamiento para el cáncer de páncreas, beber demasiado té verde (más de dos tazas al día) podría interferir en el tratamiento.
  3. Azúcar y edulcorantes artificiales. Ya sea que consuma azúcar de verdad o uno de los muchos sustitutos del azúcar (incluida la estevia), los edulcorantes no tienen ningún beneficio nutricional. Sin embargo, ocupan un espacio fundamental en la alimentación. Aunque es posible que los edulcorantes sin calorías no produzcan los mismos efectos metabólicos, la investigación sugiere que afectan el microbioma intestinal.
  4. Fruta en exceso. Seguramente habrá oído que las frutas de todo tipo son buenas para la salud, y es cierto, pero la mayoría de la gente se excede con la fruta, dice Amaral. En particular, las bananas pueden ser problemáticas. Causan estreñimiento, que es un efecto secundario habitual de los tratamientos del cáncer. Las bananas también tienen un alto contenido en azúcar: una mediana equivale a dos porciones de fruta. Para evitar la indigestión, los gases y la hinchazón, Amaral recomienda comer tres porciones de fruta (o menos) al día, y centrarse en variedades bajas en azúcar, como manzanas, peras y bayas.
  5. Alimentos procesados. El consumo de alimentos envasados muy procesados, como papas fritas, productos de repostería, comidas para microondas y carnes procesadas, puede estar asociado con un aumento del riesgo de padecer cáncer. También existe una estrecha relación entre el consumo de alimentos procesados y las enfermedades crónicas como la hipertensión, el colesterol alto y la diabetes. De hecho, la Organización Mundial de la Salud ha clasificado la carne procesada, que incluye perros calientes, fiambres y salchichas, como un carcinógeno del grupo 1.
  6. Alcohol. Además de inundar su cuerpo de calorías vacías, beber alcohol puede contribuir a la deshidratación. El Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos considera el consumo de alcohol como un carcinógeno humano conocido, y según el Instituto Nacional del Cáncer, cada vez hay más pruebas que relacionan el consumo de alcohol con el riesgo de padecer cáncer de páncreas.

Conclusión

Es fácil ver la comida como “buena” y “mala”. Pero el cáncer, al igual que la alimentación, es una experiencia emocional, y la comida puede ser un puente para conectar con otras personas. Así que si comer una o dos tiras de tocino durante un brunch de domingo le produce alegría, no dude en permitirse el capricho.

La única advertencia: “Con frecuencia les digo a los pacientes que no coman sus alimentos favoritos cuando se sienten peor, porque puede que no quieran volver a comerlos nunca más”, explica Amaral. También insiste en la importancia de evitar los alimentos relacionados con las infecciones alimentarias, como los fiambres, bufets de ensaladas y los alimentos crudos (p. ej., leche cruda, sushi y miel cruda sin pasteurizar).

En definitiva, no hay una única manera de comer cuando se tiene cáncer de páncreas. La clave está en probar diferentes alimentos e identificar cuáles le hacen sentir mejor y cuáles le hacen sentir peor. Con el tiempo, aprenderá a elegir los alimentos y las comidas que nutren el cuerpo y el alma, y que le servirán tanto durante su tratamiento oncológico como a largo plazo.