A la mesa: Ansiedad antes de cada tratamiento de quimioterapia
Todos saben que los efectos secundarios de la quimioterapia y la radiación pueden ser muy molestos, incluso realmente desagradables.
Saber que tiene que afrontar esto una y otra vez se suma a la incertidumbre propia del tratamiento. Pero no está solo. Le preguntamos a un grupo de pacientes y sobrevivientes de cáncer de páncreas de los Estados Unidos y Canadá si habían sufrido de ansiedad antes de cada tratamiento y cómo la enfrentaron. Vea cómo otros pacientes manejaron la ansiedad por la quimioterapia.
¿Tuvo ansiedad antes de cada tratamiento?
David Dessert: Saber que iba a recibir quimioterapia y que volvería a tener síntomas seudogripales me daba una enorme ansiedad. Con el tiempo, la ansiedad de esperar los efectos secundarios arruinaba hasta los días buenos antes de la quimioterapia.
Chris Joseph: Mi ansiedad era como un reloj. Unos días antes de cada tratamiento, estaba aterrorizado, porque sabía que sentiría los efectos secundarios hasta el siguiente tratamiento. Para enfermos de cáncer con bombas de infusión no hay descanso. La persona entra, le ponen la bomba por una semana y luego vuelve al médico para la siguiente infusión. Es implacable.
Angella Dixon-Watson: El día de la infusión era una tortura. Mi vía de acceso era profunda, y no todos los técnicos podían encontrarla de inmediato. Todos los martes por la mañana, camino al hospital sufría de una ansiedad intensa, porque me preocupaba el dolor que sentiría cuando me hurgaran en busca de la vía.
John Moisan: TODO me daba lo que yo llamo “ansiedad situacional”. Cuando me diagnosticaron, había sido por siete años el cuidador de mi esposa Sylvia, que había sufrido un accidente cerebrovascular. Al agregar a eso el diagnóstico de cáncer de páncreas, la ansiedad se multiplicó por 200.
Mi ansiedad fue creciendo para las primeras dos o tres sesiones de gemcitabina, y en lo único en que podía pensar era “¿cuándo vendrá lo inevitable y se me empezará a caer el pelo?” Para mi sorpresa, la gemcitabina no tuvo efectos secundarios más allá de una leve fatiga, ya que tenía un estado físico excelente. Después de cada sesión me sentía muy bien, y mi ansiedad desaparecía.
La ansiedad reapareció unos días antes de empezar con la radiación y el 5-FU, porque había conocido a muchas personas en el centro de infusión que estaban terriblemente enfermas debido al tratamiento. Apenas oía la bomba administrando la quimioterapia por la vía, la ansiedad volvía, porque sabía que en 15 a 20 segundos iba a sentir muchas náuseas. Pero el principal efecto secundario de la radiación fue el cansancio, aunque en verdad nunca fue más que cuando cuidaba a mi esposa.
Sandy Robis: Tengo muy poca ansiedad ya que, lamentablemente, tanto el cáncer como la quimioterapia no son nuevos en mi vida. He sobrevivido al cáncer dos veces. La mayoría de los regímenes de quimioterapia tienen efectos secundarios similares, y existen medicamentos bastante eficaces que pueden recetarse para reducir esos efectos. Lo que genera temor en los pacientes es la posibilidad de que uno de esos efectos secundarios sea permanente, los debilite y afecte así su vida laboral, sus relaciones y su calidad de vida en general.
¿Su ansiedad estaba más relacionada con el cáncer de páncreas o con los efectos secundarios de la quimioterapia?
Chris: ¡CON AMBOS! El diagnóstico de cáncer de páncreas (o cualquier cáncer) ya es muy difícil. Pero en mi caso, luego de algunos meses, me enteré de que la quimioterapia no estaba dando resultado Y ADEMÁS me estaba sintiendo muy mal debido a ella.
William Ramshaw: Tuve pocos efectos secundarios de la quimioterapia, aparte de sentirme un poco decaído durante un par de días inmediatamente después del tratamiento. Pero fue un duro golpe descubrir que solo el 5% de quienes reciben el diagnóstico de cáncer de páncreas logran vivir cinco años. Quería estar en la boda de mis tres hijas y que no tuviera que haber un silencio cuando pregunten “¿Quién entrega a esta mujer?”
Sandy: Me di cuenta que la ansiedad que me generaba esperar los resultados del laboratorio y la tomografía era peor que la que me producía la quimioterapia. También me generaba ansiedad no tener un “panorama general”, por ejemplo, enterarme de que el tratamiento que estaba recibiendo en un momento me impedía recibir otro tratamiento o participar en un ensayo clínico en el futuro.
John: Una vez que descubrí que las historias de terror que la gente me contaba no eran aplicables a mi caso, la quimioterapia no me dio ansiedad prolongada. Sin embargo, he tenido insomnio por años, y cuando me diagnosticaron cáncer de páncreas, ya no podía dormir en absoluto. Era terrible, y por eso mi oncólogo me recetó un ansiolítico. En julio de 2014, empecé a tomarlo 30 minutos antes de ir a la cama. Al día de hoy, sigo tomando ese medicamento.
Todavía tengo “ansiedad situacional”. No solo por mis responsabilidades como cuidador, sino también porque entiendo que a veces el cáncer de páncreas recurre pasado el tiempo de supervivencia de cinco años.
¿Encontró alguna técnica para superar la ansiedad de esperar la quimioterapia?
Angella: Escuchar música y ver emojis divertidos e imágenes que me enviaban mis amigos me ayudó a aliviar la ansiedad que setía en la silla de quimioterapia.
David: El ingeniero que llevo dentro puede procesar mejor la información cuando sé cómo y por qué funcionan las cosas. Eso me permite idear soluciones para MÍ. Así que escuché cómo los demás lo manejaban y busqué lo que encajaba conmigo.
Mi revelación fue que los medicamentos para la ansiedad podían “solucionar” las náuseas y el temor antes del tratamiento. Eso tenía sentido. Además, creo que la resiliencia (saber que se puede superar esto) es importante para hacer frente a la ansiedad por la quimioterapia.
Chris: Muchas cosas fueron de ayuda: meditación y respiración, hacer caminatas cortas todos los días, conectar de la mejor manera posible con la familia y los amigos, reír, e incluso escribir o tener un blog. Creo que lo mejor que hice fue escuchar a mi cuerpo y a mi intuición, y dejar la quimioterapia cuando supe que no estaba funcionando, para poder encontrar un tratamiento diferente.
William: Mis tratamientos duraban menos de una hora y pronto descubrí que otras personas pasaban horas recibiendo los suyos. Incluso como exmilitar que ha visto cosas difíciles, ver las luchas de los otros pacientes me dolía. Para poder manejar esto, rezaba por quienes me rodeaban, sabiendo muy bien que yo podía estar en su lugar.
A veces lo que no sabemos es mucho más aterrador que lo que sabemos. Busqué en la web todo lo que pude sobre mi tratamiento. Al saber que mis probabilidades eran bajas, encontré consuelo en entender mi plan de tratamiento de quimioterapia, cómo se investigó, cómo se desarrolló y cuáles eran los resultados esperados. Leer las desalentadoras estadísticas de supervivencia me aterrorizó, pero también me reconfortó.
Sandy: Tengo tres consejos. 1. Infórmese sobre su tratamiento para conocer los efectos secundarios. Empiece a tomar los medicamenteos para las náuseas o el dolor a tiempo para que no tenga que empezar a tomarlos cuando ya se sienta mal. 2. Manténgase ocupado para no concentrarse en el tratamiento. Yo iba al centro comercial o al gimnasio con la bomba de quimioterapia puesta (esto fue antes de la COVID). 3. Aproveche su sistema de apoyo y acepte ayuda. Recuerde, el estrés y el cáncer NO son amigos. No me preocupo por las pequeñas cosas de la vida, y me niego a permitir que la quimioterapia sea más que una “pequeña cosa”.
John: Descubrí que el “ejercicio extremo” (cada dos días) me ayudaba mucho a manejar la ansiedad situacional y la que sentía por el cáncer de páncreas. Correr, levantar pesas, usar máquinas de ejercicio y escuchar mi música favorita me ayudaba a olvidarme del mundo y a concentrar mis esfuerzos para vencer la enfermedad.
Todavía tengo una leve, leve ansiedad por el cáncer de páncreas. . . . ¿Y si vuelve? Pero hago todo lo posible por dejarlo atrás, olvidarlo, tratar de ayudar a quienes han recibido el diagnóstico de cáncer de páncreas, seguir haciendo ejercicio y seguir adelante. Si vuelve, lidiaré con ello. Si no vuelve, viviré mi vida. Estoy muy feliz y tengo suerte de estar vivo. Creo que Dios decidió mantenerme cerca para cuidar a mi esposa; hemos estado casados 53 años. Me enamoré de ella en 1963 y cada día me enamoro más.