Historias de sobrevivientes
8 de enero, de 2021 • 4 Min

Seguimiento de cáncer de amígdalas detecta cáncer de páncreas

Gene Waters

pancreatic cancer survivor Gene Waters, his wife, and granddaughter
  • El seguimiento del cáncer de amígdalas permite detectar un tumor en el páncreas
  • Pancreatectomía distal y esplenectomía
  • Una segunda opinión sobre la quimioterapia de seguimiento

En 2011, cuando tenía poco más de 70 años, noté una ligera hinchazón en el cuello que mi mujer y yo pensamos que se debía a un drenaje sinusal.

Después de unos meses, finalmente fui a que me revisaran, y aunque el otorrinolaringólogo pensó lo mismo, me sugirió una biopsia con aguja de las amígdalas para estar seguros.Me sorprendió… no, quedé impactado cuando el patólogo me dijo: “Tiene un carcinoma epidermoide”. En mi incredulidad, que supongo que es común, me limité a decir: “Debe estar equivocado, ¡no puedo tener cáncer!”.Llamé a mi esposa para darle la mala noticia. Cuando los dos nos recuperamos del impacto, volvimos a ver al otorrinolaringólogo para saber qué hacer. Él recomendó la cirugía y luego quimioterapia y radiación.Programaron la cirugía para la semana siguiente y recibí asesoramiento de parte del Dr. Trey Fyfe, un amigo que también es otorrinolaringólogo, de que solicitara una consulta con el cirujano antes de la cirugía, para determinar qué se haría, ya que había diferentes procedimientos disponibles. Cuando la solicité, me dijeron que el cirujano estaba demasiado ocupado para verme antes de la cirugía. Como no me gustaba el cirujano y el otorrinolaringólogo me resultaba antipático, cancelé mi cirugía y acudí a mi amigo para el procedimiento.Fue un éxito, pero me aconsejó que me sometiera a la quimioterapia y a la radiación para estar seguro, así que volví a Baylor Scott & White Medical Center en Temple, Texas, el hospital original al que acudí, para someterme a ambas.Después de siete semanas de tratamientos de radiación diarios con una máscara estilo “El prisionero de Zenda” para mantener la cabeza en su sitio, y de tratamientos de quimioterapia, me dijeron que todo debería estar bien. Dejé atrás esas semanas torturadoras.

Una sorpresa en el seguimiento

En febrero de 2012, me sometí a una tomografía PET, como seguimiento de lo anterior, para asegurarme de que todo estaba bien.Mi esposa y yo nos reunimos con el jefe de oncología radioterápica del hospital y, en otro momento inolvidable, nos informó que el cáncer de amígdalas se había resuelto, pero… la tomografía había encontrado un tumor en el páncreas.Nos dijo que estaba en el cuerpo del páncreas y nos dio a entender que me quedaba poco tiempo. Debía someterme a cirugía, quimioterapia y radiación otra vez si quería tener una oportunidad de superar ese límite.

Queríamos una segunda opinión, y otro amigo mío, el Dr. Shannon Cox, es oncólogo de radioterapia, así que me puse en contacto con él y le pedí que viera las placas y se reuniera con nosotros. Él contradijo el informe original y dijo que el tumor estaba en la cola del páncreas, y no en el cuerpo, y que con una pancreatectomía distal se solucionaría y que después yo me pondría bien. No hace falta decir que quedamos muy contentos con la noticia, y programé la cirugía en el Baylor Scott & White Medical Center, debido a su proximidad a nuestra casa.

La cirugía, que se consideró un éxito, incluyó una esplenectomía. Durante el período de recuperación, perdí 30 libras (aproximadamente 13.5 kilogramos) y tuve que moverme con un puerto/una bolsa de drenaje durante unas semanas, pero finalmente todo volvió a la “normalidad”. Después de recuperarme, nos reunimos con el médico de quimioterapia original, que nos recomendó otra ronda de quimioterapia y posible radiación.Mi esposa había investigado los efectos tóxicos de la quimioterapia y, sobre todo, después de mi experiencia anterior con ambas, nos negamos y volvimos a pedir otra opinión a un oncólogo de otro consultorio médico.Su opinión, después de ver todas las placas y los registros, fue que yo me pondría bien sin quimioterapia ni radiación, y que él haría seguimiento para asegurarse de que así fuera.Se refirió a mí como un “2 por ciento”, y me dijo que tenía mucha suerte de que se hubiera detectado en una etapa tan temprana, porque “el 98 por ciento” de las personas con cáncer de páncreas no sobreviven.También añadió que, irónicamente, mi cáncer de garganta original probablemente ayudó a salvarme la vida. Si no se hubiera detectado ese cáncer y no se hubiera hecho la tomografía PET posterior, el cáncer de páncreas no se habría descubierto hasta que fuera demasiado tarde.

La vida después del tratamiento

Después de unos años de tomografías y controles de seguimiento, me dieron el alta de la atención para el cáncer de páncreas.Sigo haciéndome controles anuales que incluyen análisis de los marcadores del cáncer, y a los 80 años sigo trabajando a tiempo completo como psicólogo clínico en un hospital psiquiátrico.

He jugado al tenis de manera competitiva durante toda mi vida y me dijeron que mi estado físico contribuyó a que sobreviviera a todo lo anterior. Sigo jugando al tenis y disfrutando de la vida, al menos todo lo que se puede durante esta locura de la COVID-19.

Mi esposa Cynthia realizó una gran defensa de mí como paciente y desafió las recomendaciones cuando consideró que no eran adecuadas para mí; y lo hizo mucho mejor que yo mismo.Si pudiera transmitir una cosa a los demás sería que confíen en sus propios instintos y no se limiten a confiar ciegamente en los consejos que reciben.Investiguen las opciones antes de tomar decisiones y, sobre todo, recuerden que es su vida la que está en juego, no la de alguien más.