Historias de sobrevivientes
30 de enero, de 2019 • 6 Min

La elección de la quimioterapia más potente para el cáncer de páncreas

Miriam Hermosa

pancreatic cancer patient Miriam Hermosa
  • La distensión y el dolor, con el tiempo, conducen al descubrimiento de un tumor
  • Dadas tres opciones de quimioterapia, se elige FOLFIRINOX
  • La quimio deja de funcionar; aparecen nódulos en los pulmones
  • Cambio a una combinación distinta de quimioterapia
  • Posible uso de Lynparza para los nódulos en los pulmones

Durante varios meses, sentí síntomas de distensión y un dolor sordo en la parte baja del abdomen. En varias ocasiones, tomé Mylanta después de comer. Nunca me imaginé que estaba a punto de comenzar la trayectoria del cáncer.

Luego de una consulta de rutina, mi ginecólogo me dijo que tomara probióticos para ver si ayudaba con la distensión y el dolor. Como no ayudó, fui a ver a mi médico de cabecera, quien comenzó a trabajar de inmediato en ello y descubrió la razón del dolor y la distensión ese mismo día. Para empezar, me realizaron una ecografía y una tomografía computarizada el 31 de octubre de 2016. Me informaron que tenía una masa de alrededor de 4 x 3 cm en la cola del páncreas.

Posteriormente fui hasta Charlottesville para realizarme una resonancia magnética (RM) en University of Virginia. Pocas semanas después, me hicieron una endoscopia en la que, por lo que entiendo, bajaron por mi garganta y tomaron una muestra del tumor en el páncreas. En el momento de la RM también me informaron que había algunas manchas en el hígado que casi no se podían detectar. En noviembre de 2016 me diagnosticaron cáncer de páncreas inoperable en estadio IV.

Cómo elegir un tratamiento

Dado que mi cáncer no se podía operar por la ubicación del tumor (cerca de la arteria y en la cola del páncreas), me dijeron que debía consultar a un oncólogo. Escuché que una oncóloga de mi ciudad, Lynchburg, Virginia, era “buena”, por lo que me reuní con la Dra. Kathleen Paul en el Centra Alan B. Pearson Regional Cancer Center. Después de mi consulta con la Dra. Paul, decidí comenzar a buscar información sobre los siguientes pasos. Me dijo que mi salud era muy buena y que tenía buenas probabilidades con la quimio si optaba por hacerla. Sugirió tres opciones diferentes de quimioterapia. Al principio, estuve a punto de decidir no realizar la quimio porque había oído cosas muy negativas sobre el cáncer de páncreas y el resultado. Pero tras considerar las opciones durante unos días y la calidad de vida que quería mantener, elegí el tratamiento con FOLFIRINOX, la quimio más potente y más tóxica de todas las sugeridas.

En abril de 2017, fui a Johns Hopkins en Baltimore, Maryland, para una segunda opinión. Me reuní con el “consejo de tumores”, donde los médicos eran muy serviciales y expertos. Me dijeron que el mejor tratamiento que podía recibir para este estadio y ubicación del tumor y la clase de células sería FOLFIRINOX, siempre que pudiera soportar los efectos secundarios.

Para el tratamiento, debía usar una bomba durante dos días, luego regresar a la clínica para que me la quitaran y recibir una inyección de Neulasta. Los efectos secundarios de FOLFIRINOX fueron durísimos. Comencé a tomar Claritin (para contrarrestar los efectos secundarios de Neulasta) durante cinco días después de que me quitaran la bomba. Sentía náuseas, aunque no vomitaba, y cerca del tercer día me daba un terrible ataque de diarrea con un dolor extremo en la parte baja del abdomen debido a la quimio. Entonces tomaba dos píldoras de Imodium para detener la diarrea. Alrededor del sexto día, comenzaba a sentirme mejor, pero aún estaba muy cansada.

Descubrí que la deshidratación realmente me estaba afectando, así que dos veces después del tratamiento con quimio regresaba a la clínica para recibir un litro de líquido, lo que de verdad me ayudaba. Me di cuenta de que por unos días después del tratamiento, el sabor de los alimentos y el agua no me resultaba para nada apetecible, por lo que los dos litros de líquido me ayudaban con eso también. Además, sufría de la “quimioconfusión” que acompaña al tratamiento (torpeza mezclada con náuseas y cansancio extremo). Padecía y aún padezco neuropatía en los pies, los dedos de los pies y los tobillos. Perdí muy poco cabello, por lo que nunca tuve que usar peluca. En términos generales, no siento dolor ni padezco de trastornos digestivos cuando mantengo mis hábitos de alimentación saludables y tomo Creon tres veces al día.

Con honestidad, puedo decir que a excepción de los horribles efectos secundarios del FOLFIRINOX, mi calidad de vida fue mejor de lo esperado. En varias ocasiones, cuando mi recuento de plaquetas no era lo suficientemente alto, no me realizaban el tratamiento de inmediato, y eso también ayudó con mi calidad de vida.

El tratamiento también afectó mi estado emocional. En 2017, tras unos meses de quimio, comencé a sentir mucha tristeza, lloraba mucho y me sentía débil. Mi doctora me recetó Lexapro y eso marcó una gran diferencia en todo lo que hago. También tomo Ativan todas las noches, porque me ayuda a relajarme y dormir bien.

Ocurrió otro cambio en mi vida. Era cantante profesional. Me gradué en música de la universidad y me había dedicado a la profesión desde entonces. La música es mi pasión y ha sido mi sustento, y adoro cantar lied y música sacra. Pero dejé de cantar de forma “profesional” hace dos años. Mi oncóloga me alentó a que continuara, pero cantar, como los deportes, consume toda la energía y la emoción del cuerpo. Debido a los efectos secundarios de la quimio, cantar como solía hacerlo ya no es una opción para mí. Lo cierto es que no lo extraño porque durante mucho tiempo canté como realmente lo deseaba.

¿Debería cambiar mi plan?

Después de aproximadamente un año de recibir tratamiento con FOLFIRINOX, el tumor se había reducido y el nivel del marcador tumoral era muy bajo. Regresé a Johns Hopkins para oír sus sugerencias. Me dijeron que existía una buena “probabilidad” de que me beneficiara de una cirugía para extirpar el tumor. Para ese entonces, no había ningún rastro en el hígado ni en ningún otro lugar. Sin embargo, se trataría de una “cirugía de ensayo” y, antes de la cirugía, necesitaría varias rondas de radiación intensa en una máquina especial diseñada para reducir el tumor un poco más. Después de eso, se realizaría la cirugía. Pero los doctores seguían refiriéndose a la cirugía como un “ensayo”.

Tenía 76 años en ese entonces y Johns Hopkins queda a cinco o seis horas de casa en automóvil. A lo largo de todo este viaje, he sentido que mi prioridad es la calidad de vida, no experimentar con mi cuerpo. He tenido más que suficientes cirugías en mi vida, y pensar en una cirugía como “ensayo” no era lo que deseaba. La cirugía no se encontraba en mi lista de las actividades que hacer antes de morir. Por ello, decidí no realizarme la cirugía, y aún sigo aquí para contar la historia.

Hora de cambiar los tratamientos

Por casi dos años toleré esta quimioterapia. Pero, en agosto de 2018, me enteré de que la quimioterapia ya no estaba surtiendo efecto en el tumor. El cáncer de páncreas se metastizó y se diseminó a mis pulmones en forma de nódulos diminutos. Me sometí a pruebas genómicas del tumor y hallaron las siguientes mutaciones: MSI estable, PDL 10 %, mutación de BRCA2, mutación de KRAS y mutación de TP53.

La Dra. Paul me sometió a otra combinación de quimio con Gemzar y Abraxane. No toleré la combinación muy bien así que eliminó el Abraxane. Continúo padeciendo efectos secundarios, y esta vez he perdido el cabello.

Si el tratamiento actual no da buenos resultados, a la Dra. Paul le gustaría probar una píldora llamada Lynparza. Igual producirá efectos secundarios que yo toleraré o no. Solo el tiempo lo dirá. Pero por el momento, la quimioterapia está funcionando y los tumores se están reduciendo.

Miriam falleció de cáncer de páncreas 10 meses después de compartir su historia. Estaba enfocada en la calidad de vida y cómo pasar el tiempo que le quedaba con su querida familia. Ofrecemos nuestro más sincero pésame y admiración por sus elecciones.