Sobrevivir un tumor neuroendocrino de páncreas
- Cirugía exploratoria descubre un tumor de páncreas
- Pancreatectomía distal extirpa el tumor neuroendocrino de páncreas
- Exámenes de seguimiento, sin tratamiento adicional dado que no había un tratamiento convencional
- Ahora está considerando las pruebas genéticas
Todo comenzó en 1998 cuando, a los 33 años, empecé a tener importantes problemas digestivos que eran un misterio para mis médicos.
Me empezaron a hacer todo tipo de pruebas: análisis de sangre, análisis de orina (como la prueba 5-HIAA) y una ecografía. Después de ocho meses de pruebas, seguía empeorando gradualmente. Mi gastroenterólogo, el Dr. Stuart Borken, que sabía que algo no estaba bien (aunque ninguno de los análisis y pruebas había indicado la causa del problema), finalmente decidió derivarme a un cirujano, quien solicitó una cirugía exploratoria abdominal. Fui a ver al Dr. Michael Schwartz del Abbott Northwestern Hospital en Mineápolis. Durante la cirugía, encontraron un pequeño tumor en la cola del páncreas. Como resultado, me hicieron una pancreatectomía distal y una esplenectomía. Después, se estudió el tumor en el laboratorio y se determinó que era un tumor neuroendocrino de páncreas (PNET).
Seguimiento después del diagnóstico estremecedor
El diagnóstico nos causó una conmoción total a mí y a mi familia porque no había antecedentes conocidos de ningún tipo de cáncer de páncreas en nuestra familia. Aunque me operaron en Mineápolis, mis médicos me enviaron a la Mayo Clinic (Rochester, Minnesota) para que me hicieran el seguimiento, porque el tipo de cáncer que yo tenía era tan extremadamente raro que ellos nunca habían visto un caso así.
Me reuní con el Dr. Steven Zeldenrust en la clínica Mayo, y me enteré de que no había un tratamiento convencional de quimioterapia para tratar el PNET. Debido a que mi cirugía fue un éxito, me hicieron un seguimiento riguroso en Mayo durante cinco años.
Inicialmente, tenía consultas cada tres meses en las que me hacían una ecografía endoscópica, una tomografía computarizada y análisis de sangre. El tiempo entre las citas se extendió a cada seis meses, y luego a una vez por año hasta que llegué a los cinco años. En ese momento, el Dr. Joseph Rubin, el médico que me atendía, me dijo que ya me había “graduado” de oncología.
Mi vida después de graduarme
Durante casi doce años después de mi “graduación”, dejé todo eso atrás. Me tuve que adaptar a un nuevo aparato digestivo, pero en general pude afrontar mi “nueva normalidad” y continué con mi vida.
En el año 2012, comencé a trabajar como voluntaria en la red Pancreatic Cancer Action Network Minnesota Affiliate (PanCAN). Después de aprender más sobre PNET a través de los testimonios de otros sobrevivientes que conocí gracias a PanCAN, decidí que era una buena idea hacerme pruebas nuevamente. Encontré al Dr. Thomas O’Dorisio, un especialista de la Universidad de Iowa (Iowa City), a quien ahora consulto una vez por año para realizarme tomografías computarizadas y análisis de sangre (el Dr. O’Dorisio falleció después de la publicación de este artículo). Gracias al conocimiento que adquirí al colaborar con PanCAN, descubrí que las pruebas genéticas podrían ser beneficiosas para mí y mi familia. Estaba al tanto de las pruebas genéticas desde hace algunos años, pero no me realicé las pruebas hasta que supe que la ciencia había progresado lo suficiente como para que hubiera cosas factibles que se pueden hacer a partir de los resultados. Ahora estoy en proceso de hacerme las pruebas.
Sigo siendo voluntaria en Pancreatic Cancer Action Network Minnesota Affiliate como presidenta del evento PurpleRideStride. Como sobreviviente de un cáncer neuroendocrino de páncreas, sé que mis probabilidades son mucho mejores que las de un sobreviviente de adenocarcinoma. Sin embargo, a medida que he aprendido cada vez más sobre esta enfermedad a través de esta organización y he visto la cantidad de sobrevivientes que hemos perdido, me doy cuenta todos los días de lo afortunada que soy.