El regalo de seguir respirando
- Los síntomas conducen al diagnóstico de cáncer neuroendocrino de páncreas
- Cirugía de Whipple para extirpar el tumor
- Quimioterapia con Xeloda y Gemzar
- Radioterapia
¿Se imagina escribir su programa “Celebración de la vida de”? Yo escribí el mío e incluso decidí quién iba a hacer mi homilía, mi elegía y mi comida.
En junio de 2016, estaba de pie a orillas del Mar Rojo de la vida reflexionando sobre cómo cruzar esa enorme masa de agua. ¿Por qué estaba en este lugar oscuro? Acababa de escuchar las palabras “usted tiene cáncer de páncreas agresivo y está en los ganglios linfáticos”. Me quedé estupefacta, no podía moverme de la silla y me olvidé de preguntar en qué estadio estaba. Después de que el médico salió de la habitación, vi pasar a su enfermera y fue entonces cuando le pedí que averiguara en qué estadio estaba. “Estadio II”, respondió.
Mi cuerpo me habló y yo escuché
Un mes antes, tuve mi chequeo anual con la Dra. Padmaja Udapi (ahora jubilada) y mi salud estaba perfecta. Poco después, comencé a tener picazón en las palmas de las manos, luego ictericia grave y una rápida pérdida de peso, de 164 a 127 libras (de 74 a unos 57 kg), durante un período de cuatro meses. Me picaba hasta el punto en que sentía que quería arrancarme la piel; no podía dormir por las noches. Mi esposo me escuchaba gritar “No puedo dormir”. También tenía ictericia grave y si conducía el automóvil en un día caluroso, tenía que cubrir el volante con algo para evitar quemarme las manos. Además comencé a perder peso rápidamente y a mis compañeros de trabajo les costaba reconocerme.
La Dra. Udapi no hizo conjeturas ni perdió tiempo cuando volví a visitarla y le conté mis síntomas. Inmediatamente, solicitó que me hicieran análisis de sangre y me derivó a Capital Digestive Care, donde los médicos programaron una tomografía. La tomografía mostró que había un quiste, pero se desconocía el tipo. Entonces fui a University of Maryland Hospital en Baltimore para realizarme una endoscopia. Después me dijeron que tenía cáncer de duodeno. El médico dijo que se podría solucionar fácilmente, porque no había penetrado ningún órgano. El cáncer estaba en la boca del páncreas y el hígado.
Cuatro semanas después de mi diagnóstico, el Dr. H. Richard Alexander (un cirujano de renombre, que ahora trabaja en el Rutgers Cancer Institute en Nueva Jersey) me realizó una cirugía de Whipple en el University of Maryland Hospital. Pasé casi dos semanas en el hospital y luego me recuperé en casa durante dos semanas. No lo sabía, pero para cuando me operaron, el cáncer había penetrado el páncreas y se había diseminado a los ganglios linfáticos. Cuando volví para el seguimiento posoperatorio, me dijeron en ese momento que tenía cáncer neuroendocrino de páncreas. Agradezco la sabiduría del personal médico por no darme las malas noticias después de la cirugía. Si me lo hubieran dicho mientras estaba en el hospital o mientras me recuperaba en casa, no me habría aferrado a la ESPERANZA, porque no conocía a nadie que hubiera sobrevivido al cáncer de páncreas.
La importancia de la confianza
La endoscopia, la cirugía de Whipple y los tratamientos se llevaron a cabo en el Hospital de la Universidad de Maryland, Baltimore, Maryland. Mi oncóloga, la Dra. Yixing Jiang, estaba principalmente a cargo de mi plan de tratamiento general, mientras que el Dr. William F. Regine, presidente del Departamento de Oncología Radioterápica, y Martha Francis, CRNP, se ocuparon del plan de radioterapia. Me sentí cómoda haciendo preguntas sobre el plan de tratamiento propuesto y los tres escucharon mis preocupaciones y disiparon mis temores.
Este equipo continúa supervisando mi progreso. Es importante que declare que mi equipo médico no me intimida. Agradezco no tener historias de terror para compartir sobre mis interacciones con ellos. De hecho, cuando voy a mis citas de seguimiento, la enfermera especialista diplomada (CRNP, en inglés) Francis llama al Dr. Regine usando las palabras “ella está aquí”. Siempre que no esté en una reunión importante, viene a charlar y nos reímos. ¡El equipo de Jiang, Regine y Francis es el mejor equipo médico de oncología de LA HISTORIA!
Plan de tratamiento
Después de mi cirugía, me sometí a un tratamiento convencional de quimioterapia y radiación. Me ofrecieron la opción de participar en ensayos clínicos antes de recibir radiación, pero no me gustó la opción. Me dijeron que si el ensayo no tenía éxito, no podría iniciar la radiación.
Primero, me insertaron una vía de acceso y aunque ya no hago tratamientos, todavía la tengo puesta ya que mis venas son difíciles de encontrar. Mi plan es quitármela al final del período de observación médica de cinco años. Me irrigan la vía de acceso cada dos meses.
En segundo lugar, recibí quimioterapia durante seis meses, tomando comprimidos de Xeloda todos los días durante tres semanas seguidas de una semana de descanso, junto con una infusión de Gemzar una vez a la semana. Los efectos secundarios me causaron sensibilidad en los pies y en la punta de los dedos de las manos. Las uñas y palmas de las manos se me pusieron negras, tenía dificultad para cerrar las persianas de las ventanas y el tono de mi piel se volvió más oscuro. Había momentos en los que sentía que caminaba sobre agujas. Debido a los efectos secundarios, me redujeron la dosis de Xeloda.
En tercer lugar, un día a la semana mi ingesta de quimioterapia era muy alta. Hubo momentos limitados en los que mi recuento de glóbulos blancos no fue el mejor y se redujo la dosis de infusión de Gemzar. La bueno aquí es que la Dra. Jiang no compartió sus inquietudes conmigo. Sin embargo, al final de mi protocolo de tratamiento y cuando obtuve el “informe perfecto”, ella me dijo que había momentos en los que había estado preocupada. En mi opinión, eso era sabiduría “verdadera”.
Al final de los seis meses y después de mi informe de “salud perfecta”, comencé a recibir radiación diaria cinco días a la semana durante cinco semanas y media. También seguí tomando Xeloda de lunes a viernes, con los fines de semana de descanso.
Durante el tratamiento, no tuve náuseas ni vómitos ni caída del cabello. Mi cabello comenzó a debilitarse unos cinco meses después de comenzar el tratamiento. Mi apetito se mantuvo bastante estable. Si no le hubiera dicho a nadie que me estaba sometiendo a un plan de tratamiento riguroso, nadie lo habría sabido, excepto, por supuesto, mis familiares y amigos que me conocían bien.
Informe de éxito
La buena noticia llegó al final de mi protocolo de tratamiento de seis meses: ¡el 4 de abril de 2017 me dijeron que tenía una salud perfecta! Desde ese momento, he recibido con entusiasmo el mismo informe de salud perfecta 11 veces. Estoy segura de que estos informes positivos continuarán indefinidamente. El último informe fue en julio de 2020 y dice: TIROIDES, CORAZÓN, HUESOS NORMALES, SIN ENFERMEDAD EN EL PECHO, HÍGADO, ABDOMEN, PELVIS, SUPRARRENALES, BAZO, VEJIGA NORMALES. CONCLUSIÓN: NO SE DETECTÓ ENFERMEDAD NUEVA, NI PROGRESIVA, NI METASTÁSICA. Dejé todos los medicamentos y planes de tratamiento de mantenimiento en 2017.
Mis médicos ahora quieren deshacerse de mí. Mis visitas empezaron siendo trimestrales y hace unos meses el equipo médico me dijo que ya no quieren verme semestralmente a partir del próximo año, porque no tengo cáncer. Las visitas en el futuro serían anuales y luego ¡YA NO MÁS! Alabado sea Dios.
Pensamientos positivos: mi fe
Sí, escuché historias de que Jane Doe o John Brown (en sentido figurado) tuvieron cáncer y que regresó con sed de venganza y que ya no están vivos. Me digo a mí misma: “Ese no es mi destino”.
Sí, soy plenamente consciente de que estoy luchando contra las estadísticas negativas de la tasa de supervivencia. Al final de mi protocolo de tratamiento, cuando le dije a una de mis doctoras no oncológicas que tenía cáncer de páncreas agresivo, ella más tarde me dijo que había murmurado: “Te veré en la próxima vida”. Cuando la visité recientemente, le anunció a su personal que yo era su paciente milagrosa.
Solo el 10 por ciento llega a los cinco años, y yo estoy en ese grupo del 10 por ciento. El 30 de junio de 2021, se cumplirán mis cinco años y estoy segura (debido a mi fe) de que me uniré al club del 10 por ciento de personas que han sobrevivido al cáncer de páncreas y que consiguen vivir más allá de los cinco años.
Sistema de apoyo: familia y amigos
Sin el apoyo de mi esposo, Ira, mis hijos Dino y Raquel-Ann (quien nació con parálisis cerebral, no habla, requiere cuidados totales y tiene más de 30 años), mis nietos Cierra y Chase, y mi nuera Cristy, mi recuperación no habría tenido tanto éxito. También tuve un sólido sistema de apoyo de familiares, amigos íntimos y conocidos que a menudo me llamaban para animarme a “SEGUIR LUCHANDO”. También incluyeron mi nombre en diferentes grupos de oración. Fue durante esta temporada de quimioterapia y radiación que comencé a escribir un diario, lo que dio origen a mi libro Gift of Another Breath: You Have Pancreatic Cancer (El regalo de seguir respirando: tienes cáncer de páncreas). Quería que mis nietos pusieran mi libro en los archivos familiares para que las generaciones futuras conocieran mi camino hacia la salud.
Estilo de vida
Aprendí sobre las hierbas y los tés y su valor. Hago batidos con zanahorias, remolacha, aloe vera y miles de otros productos de la tierra. También disfruto de los tés diarios con limón, ajo y jengibre. Mi objetivo cada día es mantener un sistema inmunitario saludable incorporando fe, luz solar, descanso, ejercicio, amor, bondad, compasión, autocontrol alimentario, gratitud, agradecimiento, agua potable y baile con música jamaicana animada. Estas actividades animan mi espíritu y mantienen mi mente positiva.
En noviembre, me mantuve ocupada proporcionando información de sensibilización sobre el cáncer de páncreas. Hice alrededor de siete presentaciones tanto por teleconferencia como por Zoom, principalmente a grupos eclesiásticos de línea de oración. Mi enfoque estaba en cuatro cosas diferentes: (a) compartir los posibles síntomas, porque yo tuve picazón en la piel, ictericia y pérdida de peso; (b) compartir las estadísticas; (c) solicitar una tomografía si los médicos están realizando un juego de adivinanzas. Un ejemplo perfecto fue el de una señora que me fue remitida después de que su amiga escuchó mi historia en la línea de oración. Ella compartió que había notado un cambio en sus hábitos intestinales y que el médico creía que tal vez era “indigestión”. Ella insistió en que quería una tomografía y, en efecto, resultó ser cáncer y ahora está recibiendo tratamientos en Walter Reed; y (d) información sobre diferentes protocolos de tratamiento y recursos que las personas pueden encontrar en Let’s Win y Pancreatic Cancer Action Network (PanCAN).
¿Qué fue lo que principalmente me ayudó a superar el tratamiento y qué me mantiene saludable y con una actitud positiva desde que ya llevo más de tres años que no estoy en tratamiento? Es principalmente mi fe. Además, mantengo un corazón alegre junto con una actitud mental positiva.
Cuando me preguntan “Angie, ¿cómo estás?”, mi respuesta es “Todo está bien”. Estoy usando la palabra para plantar semillas positivas de curación en la búsqueda de una salud continua: es como regar un jardín.
Mire a Angella contar su historia en “Todavía estoy aquí”.