¿Qué causó mi cáncer de páncreas?
- Síntomas conducen a un diagnóstico de cáncer de páncreas en estadio temprano
- Cirugía de Whipple, preservación del píloro
- Quimioterapia
En comparación con las historias de otras personas, la mía es aburrida: me diagnosticaron un adenocarcinoma de páncreas el 14 de mayo de 2015, cuando tenía 58 años y dos meses de edad.
La primera vez que noté que las cosas no estaban bien fue a mediados de marzo. Mis síntomas principales: ictericia sin dolor acompañada de heces pálidas, orina oscura, fiebre, pérdida de peso y dolores abdominales que de vez en cuando se convertían en lo que yo llamaba calambres del hígado.
Desde el 23 de marzo hasta el 10 de mayo me hicieron numerosas pruebas de diagnóstico: análisis de sangre, radiografías, examen físico a la antigua, ecografías, tomografías computarizadas, colangiopancreatografías retrógradas endoscópicas (ERCP) para echar un vistazo, colocación de un stent (el médico sabía que había algo que rodeaba y oprimía el conducto biliar) y una biopsia. Las ERCP se llevaron a cabo en University of Maryland Medical Center (UMMC) en Baltimore, Maryland, a 90 millas (aproximadamente 145 kilómetros) de mi hogar.
Finalmente, un diagnóstico
El 14 de mayo, el Dr. H. Richard Alexander, Jr. (que ahora trabaja en Rutgers Cancer Institute de Nueva Jersey), cirujano oncológico, entró en mi habitación y se presentó a mi mujer y a mí. Su especialidad nos dio que pensar, pero de algún modo anticipábamos un diagnóstico de cáncer. Dijo que había aceptado tomar mi caso.
Nos explicó los hallazgos y el diagnóstico. El tumor en estadio IB estaba bien definido y limitado al tejido de la cabeza del páncreas. No se sospechaba que hubiera ganglios u otros tejidos afectados, incluidos los vasos sanguíneos mucho más grandes que los capilares. Yo reunía los requisitos para someterme a cirugía sin quimioterapia ni radiación previas. El Dr. Alexander dijo que cualquier tratamiento posterior, como la quimioterapia, dependería de lo que encontraran cuando me abrieran.
Me preguntó si tenía alguna pregunta. Mi esposa y yo intercambiamos una mirada y ella se encogió de hombros. Le contesté: “¿Cuándo puede liberar una mesa y abrirme?”. Entonces le expliqué que había perdido a dos familiares maternos por la enfermedad: mi abuela en 1990 (sobreviviente de 5 meses) y un tío en 2008 (sobreviviente de 19 días).
Una semana después tuvimos una consulta quirúrgica formal, en la que explicó el procedimiento de Whipple en gran detalle. Me preguntó si quería una segunda opinión. Me negué. Le dije que si este tumor era tan agresivo como el de mi tío, quería que me lo sacaran cuanto antes. Se programó el procedimiento de Whipple para 12 días después.
El protocolo de mi tratamiento
Mi tratamiento resultó ser totalmente convencional. El 2 de junio, me sometí a una duodenopancreatectomía conservadora del píloro, también conocida como procedimiento de Whipple modificado. Aunque el Dr. Alexander calculó que la cirugía duraría unas seis horas, duró casi nueve debido al exceso de tejido adiposo, la topografía inusual del hígado y la dificultad para separar la vesícula del hígado. Perdí la cabeza del páncreas, la mayor parte del duodeno, la vesícula, una buena parte del conducto biliar, parte del epiplón y 29 ganglios linfáticos.
El 10 de junio, el Dr. Alexander entró en mi habitación con su séquito de residentes para examinarme y darme el informe de patología. Lo sorprendí al sentarme sin ayuda después de que él se sentara. El patólogo cambió el estadio del tumor a IIB, principalmente debido al tamaño. Había salido del páncreas, pero no invadía ningún otro tejido. Todos los márgenes dieron negativo al cáncer. Se sospechaba, pero sin confirmarlo, que cuatro de los ganglios linfáticos estaban afectados. Me enviaron a casa con medicamentos para el dolor, pero apenas los necesité.
En mi primer seguimiento, tres semanas después del procedimiento, estaba sanando bien y me quitaron las grapas. Le di otra sorpresa al Dr. Alexander cuando le dije que había caminado dos millas (un poco más de tres kilómetros) por mi barrio el día anterior. Me dio la opción de la quimioterapia debido a la sospecha de los ganglios afectados, y acepté. El médico organizó una cita con un oncólogo de mi zona.
Vi a la doctora Minal Shah de MedStar Health (California, Maryland) dos semanas después y comencé con la quimioterapia una semana más tarde. La doctora estableció un régimen de 18 tratamientos de gemcitabina que debía administrarse durante tres semanas mediante infusión, más análisis de laboratorio, con una cuarta semana de solo análisis de laboratorio (para seis ciclos). Cuando leyeron mis recuentos sanguíneos en la tercera semana, cambiaron el programa a dos semanas con infusiones y una semana solo con análisis de laboratorio. Recibí Zofran para aliviar las náuseas, seguido de quimioterapia mediante una infusión intravenosa común. Me fue lo suficientemente bien como para que se cancelaran los tratamientos 17 y 18. Mis efectos secundarios fueron síntomas leves parecidos a los de la gripe, con una fatiga aplastante el día después de la quimio.
Me hicieron las pruebas genómicas que ahora son habituales para un nuevo diagnóstico. Me hicieron pruebas de BRCA1, BRCA2 y un panel personalizado de otros 86 marcadores. Ninguno tenía significancia en el desarrollo de mi cáncer. No había indicios del síndrome de Lynch.
Mi estado actual
En la actualidad, me he curado muy bien y nunca he tenido un ataque de Whipple. Puedo comer el 99.99 % de lo que comía antes y no necesito la ayuda de medicamentos para hacer la digestión. Recuperé las 52 libras (aproximadamente 23.5 kilogramos) que había perdido en el transcurso de la enfermedad, el tratamiento y la recuperación. Mi A1C y mi presión arterial están al límite de lo normal, por lo que estoy intentando volver a perder un poco de sobrepeso.
Me hago pruebas de laboratorio de seguimiento cada seis meses y una tomografía computarizada por año. Mi última prueba fue en mayo de 2020.
Todo salió perfecto, excepto que tenía una sombra que no esperábamos ver en la parte superior del intestino ciego. Acepté la recomendación de mi gastroenterólogo de realizar una colonoscopia, cuyos resultados fueron perfectos. Ahora estoy en un programa de seguimiento anual.
Me salieron hernias incisionales, incluida la recurrencia de una hernia umbilical que arreglaron durante el procedimiento de Whipple. La COVID ha arruinado la cirugía de reparación, que es un procedimiento optativo, ya que las hernias no me presentan ninguna dificultad.
Reflexiones sobre mis antecedentes
Ciertamente, cumplía con todos los requisitos para tener cáncer de páncreas en cuanto a mi estilo de vida y los peligros que corría. Fumé desde los 18 hasta los 53 años, hasta tres paquetes al día desde los 25 hasta los 45, aunque al final lo reduje a unos dos paquetes a la semana. Mi padre y mi abuelo también fueron fumadores y ambos murieron de enfermedades relacionadas con el tabaco (cáncer y EPOC). Fui un bebedor empedernido en varios momentos de mi vida. También he tenido sobrepeso moderado durante la mayor parte de mi vida adulta.
Se conocen cuatro casos de cáncer de páncreas en mi familia por parte materna: mi abuela, un tío, yo y un primo hermano. Los cuatro teníamos estilos de vida y riesgos ambientales diferentes. Mi primo fue una sorpresa terrible. Era una de las personas más sanas y en mejor forma física que he conocido. Nunca fumó ni bebió, ni se drogó.
El Dr. Alexander, durante la consulta quirúrgica, me dijo que, según su experiencia de 27 años en aquel entonces, pensaba que las causas del cáncer de páncreas eran 10 por ciento genéticas, 25 por ciento debido al estilo de vida/a los riesgos ambientales, y 65 por ciento debido a una mutación aleatoria de origen desconocido.
Mi madre, que murió el 30 de septiembre de 2020, tuvo cáncer de colon después de haber sobrevivido a un cáncer de ovario en 2005. Sucumbió a una metástasis en el cerebro por el cáncer de colon, para la que se sometió a cirugía en agosto de 2019. Las pruebas genéticas mostraron que tenía el síndrome de Lynch. Mi hermana menor fue tratada recientemente por cáncer de mama, pero mi hermano y mi otra hermana no han tenido cáncer. Todos ellos se hicieron las pruebas genéticas y obtuvieron resultados similares a los míos.