Historias de sobrevivientes
3 de junio, de 2024 • 4 Min

No hay tiempo que perder

Eduardo Servin

Eduardo Servin and his family
  • Stent pancreático alivia los síntomas
  • Procedimiento de Whipple
  • Enzimas pancreáticas de por vida

Me diagnosticaron cáncer de páncreas en 2018. Cuento mi historia para que otras personas tengan esperanza.

Decir que los síntomas de mi cáncer de páncreas me volvieron loco es poco. Eran intolerables. En diciembre de 2018 empecé a tener una picazón terrible de pies a cabeza. Tenía ictericia y mis heces se volvieron blancas. Estaba perdiendo peso sin motivo aparente. 

Mi médico me derivó a un hepatólogo que me pidió que me hiciera una ecografía abdominal y una colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (ERCP). Los análisis de sangre confirmaron que mi bilirrubina era muy alta, al igual que mis marcadores CA 19-9. Los exámenes confirmaron que tenía adenocarcinoma de páncreas.

Alivio gracias a un stent pancreático

En ese momento, tenía 45 años. Había dejado de fumar cinco años antes y me hacía controles médicos regularmente. Me sentía una persona muy sana, así que me sorprendió el diagnóstico. Pero estaba listo para luchar.

Fui al Hospital Italiano La Plata, cerca de mi hogar en La Plata (Argentina). En primer lugar, el Dr. Di María, mi gastroenterólogo, me colocó un stent pancreático. Esto alivió mucho mi malestar. La bilirrubina salía de mi cuerpo a través de la orina, que se volvió muy amarilla. También desapareció la picazón. Finalmente, me sentí bien otra vez.

El Dr. Di María me dijo que necesitaba cirugía para que me extirparan el tumor. El tumor estaba ubicado en la cabeza del páncreas. Por esa razón, el Dr. Gabriel Raffin realizó un procedimiento de Whipple el 9 de abril de 2019. No me sometí a quimioterapia antes del procedimiento, pero tuve que hacer seis ciclos de quimioterapia después. La quimioterapia fue muy suave y, por suerte, tuve pocos efectos secundarios. Después seguí haciéndome controles cada seis meses y, con el tiempo, pasé a hacerlos una vez al año.

Cambios en la alimentación

Desde el día del diagnóstico, me recetaron enzimas pancreáticas, que tomaré de por vida. Las tomo con cada comida.

He cambiado bastante mi alimentación desde que recibí el diagnóstico. Aunque antes del diagnóstico no bebía mucho alcohol, ahora no bebo nada. Limito las grasas al mínimo. Bebo muy poca leche y, cuando la tomo, solo tomo leche sin lactosa. Incorporo verduras siempre que puedo. También bebo mucho caldo y agua mineral, y evito los alimentos procesados.

Dos años después de la operación me diagnosticaron diabetes de tipo 2, pero el médico me dijo que no tenía nada que ver con el procedimiento de Whipple.

Si no me hubiera sometido a la cirugía…

Ahora tengo 50 años y ya pasaron cinco años desde mi cirugía. Ahora me siento muy bien. Tengo cuatro hijos y quiero verlos crecer y llegar a conocer a mis nietos.

Si no me hubiera sometido a la cirugía, creo que habría muerto. La operación me salvó la vida. Espiritualmente, haberme enfrentado a mi posible muerte me hizo replantear muchas cosas. Ahora vivo la vida de otra forma. Intento no darle importancia a cosas que no la merecen. También intento vivir de forma más sencilla.

No pierdan la esperanza

Si pudiera decir algo a otras personas que se enfrentan a la misma situación, es esto: ¡No pierdan la esperanza! Sigan luchando y agoten todas las posibilidades de tratamiento. También es muy importante obtener un diagnóstico lo antes posible. Desde los 30 años me hago análisis de rutina de colesterol, triglicéridos y presión arterial. También presté atención a mis síntomas cuando aparecieron por primera vez. Quizá por eso pude detectar mi cáncer a tiempo.

De hecho, puede que haya tenido la oportunidad de haberlo detectado antes. Mis análisis de sangre anuales mostraron un valor de transaminasas ligeramente elevado a principios de 2018. La picazón acababa de empezar y era leve en ese momento. No le dimos importancia, pero mirando atrás, quizá había pistas. Pero cuando los síntomas empeoraron, insistí en que se siguiera investigando. ¡Gracias a Dios que insistí!  Podría haber perdido un tiempo precioso si no hubiera actuado cuando lo hice. Trato de no pensar demasiado en eso. Una vez que tuve el diagnóstico, no había tiempo que perder.