Casi me rindo
- La pérdida de apetito me llevó al diagnóstico de PNET
- La cirugía de emergencia fue mi única opción
- La obstrucción intestinal y la sepsis hicieron que tuviera una recuperación muy lenta
Supe que algo no estaba bien cuando perdí completamente el apetito.
No quería comer nada, excepto gelatina y puré de manzana. Me sentía cansada, letárgica y tenía un dolor insoportable, especialmente en el cuadrante superior izquierdo del abdomen.
Insistí y pedí más
Fui a consultar a mi médico y pensó que el problema podría ser la vesícula biliar, pero luego descartaron ese diagnóstico. Seguí insistiendo, pidiéndole que me hiciera más pruebas para averiguar qué estaba pasando. Me envió al Baptist Health Hospital en La Grange, Kentucky, donde me hicieron una ecografía. Después de eso, me realizaron una resonancia magnética y una tomografía computarizada. Fue entonces cuando me llamaron para decirme que habían detectado un tumor en el páncreas, por accidente.
El médico de Baptist me envió al University of Louisville Hospital para recibir más tratamiento. Al principio, el cirujano allí no estaba preocupado por el tumor. Pero luego me hicieron una endoscopia y se dio cuenta de lo agresivo que era. Resultó ser un tumor neuroendocrino de páncreas (PNET) en estadio III. De inmediato, me programaron una cirugía. Me realizaron una pancreatectomía distal y una esplenectomía el día antes de Acción de Gracias en 2020. Permanecí en el hospital por lo que pareció una eternidad. También perdí muchísimo peso: casi 70 libras (32 kg).
Llegan las complicaciones
Cuatro meses después, volví al hospital debido a una obstrucción intestinal, lo que me obligó a someterme a una cirugía de reconstrucción intestinal. Terminé con una fístula donde estaban conectados los drenajes posquirúrgicos, y la infección llegó a los intestinos, lo que causó una sepsis. Mi cuerpo estaba colapsando. Ni siquiera podía levantarme de la cama. Estuve en el hospital durante 17 días.
Tengo dos hijos pequeños, y ellos se dieron cuenta del mal momento que estaba pasando. Todo esto ocurrió en el apogeo de la pandemia del COVID-19, por lo que no pudimos recibir atención médica en casa. Agradezco a Dios por mi esposo Jesse, quien se convirtió en mi cuidador a tiempo completo. Dejó su trabajo como electricista para quedarse en casa conmigo. La prima de Jesse, que es enfermera practicante, nos ayudó mucho en casa. Mi hermana mayor, mi mamá y mi papá también vinieron al rescate.
Casi me rendí, pero me alegra no haberlo hecho. Decidí luchar con todas mis fuerzas. Necesitaba seguir adelante por mi familia. A pesar del dolor y las muchas complicaciones, había prometido que llevaría a mis hijos a la playa, y estaba decidida a cumplir esa promesa. Fui a fisioterapia donde aprendí a caminar de nuevo.
Mi familia enfrentó otro infortunio cuando a mi hermana le diagnosticaron cáncer de útero. Me sometí a una histerectomía para evitar más complicaciones o un nuevo diagnóstico de cáncer.
¡Mírenme ahora!
¡Hoy estoy bien! Inicialmente, hice mi seguimiento con el Dr. Renato LaRocca en el Norton Cancer Institute en Louisville. Pero el Dr. LaRocca se jubiló y ahora me atiendo con los médicos del University of Kentucky Markey Cancer Center (en Lexington). Allí me hago las tomografías anuales y monitoreos por una posible recurrencia del tumor. Mi revisión de cuatro años es en noviembre de 2024. Le doy gracias a Dios todos los días y trato de vivir mi vida al máximo con mi familia. Aunque la mayoría de los casos de PNET ocurren en personas mayores de 55 años, yo tenía solo 35 cuando me diagnosticaron.
Estoy tan agradecida de haber llegado tan lejos que dedico mucho de mi tiempo y energía a la concienciación sobre el cáncer de páncreas. Me ofrezco como voluntaria siempre que puedo. Esta experiencia también me inspiró a cambiar de carrera. Volví a estudiar codificación médica. Debido a mi sistema inmunitario delicado, no puedo trabajar directamente en un entorno hospitalario. Por eso, la facturación y la codificación médica es una forma en la que puedo ser parte de la industria de la atención médica, en retribución por todo lo que hizo por mí.
A aquellas personas que han sido diagnosticadas, comenzaría por decirles que esto no es fácil. Hay que vivir un día a la vez y un minuto a la vez. Sepan que no están solos. Dejen que otros los ayuden y los cuiden, porque esta es una batalla que no pueden ganar solos. Si necesitan ayuda, busquen recursos y apóyense en los demás. Recurran a la oración. No estaría aquí sin mi fe.
Ustedes son guerreros. ¡Sin importar lo que pase, el cáncer nunca les quitará eso!
Mire el video de Jenna contando su historia en “Usted no está solo”.