La carrera más difícil de mi vida
- El aumento de peso, la fatiga y el dolor llevan al diagnóstico de cáncer de páncreas
- Quimioterapia, seguida de cirugía de Whipple
- Más quimioterapia, seguida de radiación
En septiembre de 2019, comencé a tener dificultad para completar mi recorrido habitual en bicicleta.
Me faltaba el aire y me sentía en mala condición física, lo cual era inusual. También comencé a subir de peso, lo cual no podía entender. Cuanto más trataba de andar en bicicleta y comer mejor, más peso ganaba. Llegué a aumentar 40 libras de peso (unos 18 kilos).
En octubre, tuve dolor abdominal además de heces anormales y orina oscura. También me sentía cansado. En esa época, participaba con un Mazda Miata 1990 en carreras de circuito cerrado de la World Racing League. Estábamos preparándonos para una carrera de resistencia automovilística, así que decidí postergar la visita al médico hasta después de la carrera.
El fin de semana de la carrera me sentí bastante mal, con dolor abdominal y debilidad. Después de la carrera fui al médico; al principio no encontró nada, pero yo seguía sintiéndome mal. Me hice una ecografía el 1 de noviembre. El médico vino a la sala de espera y me preguntó cómo me sentía. Le dije que no me sentía nada bien. Me pidió que después de hacerme la ecografía fuera a la sala de emergencias. Allí me hicieron una tomografía computarizada y me informaron que habían encontrado una mancha en el páncreas. Me internaron y me hicieron una biopsia. La biopsia dio positivo al cáncer de páncreas.
Decisiones de tratamiento
Al día siguiente visité a mi oncólogo, el Dr. M. Blake Lockwood. Mi papá fue microbiólogo clínico en el campo de la investigación del cáncer antes de pasar al sector privado, así que yo sabía que el pronóstico no era bueno. Básicamente le dije a mi oncólogo que se trataba de una sentencia de muerte, a lo que respondió: “Espere, todavía no tenemos toda la información”. Un amigo le pidió a un cirujano amigo suyo que que me viera. Este me pidió permiso para leer mi historia clínica y se lo concedí. Me dijo que era momento de luchar, luchar, luchar.
Sabía que la operación de Whipple era mi mejor opción para superar esto, así que comenzamos a buscar hospitales donde obtener la mejor atención. Vivimos en Fayetteville, Arkansas, pero decidimos viajar tres horas y media desde nuestro hogar a OU Health (Oklahoma City), donde trabajaba el Dr. Barish Edil. Lo elegimos en parte porque tenía buena fama y mucha experiencia con operaciones de Whipple, pero también porque mi comunidad de carreras estaba en el área de OK City y Tulsa y eso me daría mucho apoyo (esto es importantísimo).
Otra biopsia en OU también dio positivo al cáncer de páncreas; enviaron todo a la junta de revisión quirúrgica para el análisis de mi caso. Lamentablemente, me dijeron que no podía someterme a una operación de Whipple en ese momento porque habían detectado una mancha en el pulmón y el tumor estaba muy cerca de una arteria. Me recomendaron que hiciera dos meses de quimioterapia y luego veríamos si la situación cambiaba. La mancha en el pulmón no me preocupó, porque ya había tenido nódulos que aparecían y desaparecían. Estaba seguro de que la mancha no era nada. Después de dos meses de quimioterapia con leucovorina, irinotecán, oxaliplatino y una bomba con fluorouracilo por 48 horas después de cada ronda de quimioterapia (una combinación llamada FOLFIRINOX), volvimos a enviar todas las pruebas a la junta de revisión quirúrgica; esta vez me aceptaron y programaron el procedimiento para el 28 de febrero.
¿Recuerdan el amigo de un amigo que mencioné antes? El Dr. Wayne Hudec y yo nos hicimos amigos; él se ofreció a orientarnos a mi esposa y a mí respecto a la cirugía. Esto resultó ser muy importante, especialmente para mi esposa. Ella sabía qué esperar al llegar a la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Repito: Wayne me había dicho que me preparara para luchar. Es uno de mis mejores apoyos.
Cuando desperté en la UCI, mi esposa y uno de mis compañeros de carreras estaban esperándome. Nos reímos, pero me dolía. Esa semana Paula se quedó en un hotel cercano. Los cinco días siguientes, mi cuarto estuvo bastante concurrido, porque mis amigos venían a verme para darle un respiro a Paula y ver cómo estaba. Según Paula, me animaba un poco cuando mis amigos me visitaban. Mi grupo de apoyo tuvo un papel importante en mi recuperación. Es muy importante tener amigos y familiares cerca durante una experiencia tan difícil como la lucha contra el cáncer de páncreas.
Siguiente paso: quimioterapia
Después de la cirugía, mi oncólogo me dijo que tendría cuatro meses más de quimioterapia con FOLFIRINOX y luego radiación. En ese momento, mi CA 19-9 (marcador en sangre del cáncer de páncreas) estaba en 13, lo cual era bueno. Solo pude recibir tres meses más de quimioterapia, pero me dijeron que la mayoría de las personas que se someten a la cirugía de Whipple no pueden terminar todo el tratamiento después de la cirugía. Los efectos secundarios de la quimioterapia pueden ser duros. El sistema digestivo ya es un desastre por la cirugía, y la quimioterapia lo empeora. Todo el tiempo yo le decía a mi oncólogo que iba a superar esto. Fue alrededor de ese momento que dijo: “Sabe, creo que podría tener razón”. Eso fue muy importante para mí. El Dr. Lockwood siempre trató de no dar falsas esperanzas, pero al final estuvo de acuerdo conmigo. Esto fue una victoria para mí y me alentó a luchar con más fuerzas. El Dr. Lockwood era realmente bueno para escuchar cómo me sentía y alentarme cuando lo necesitara, pero también entendía cuando llegaba al límite.
Entre la cirugía y la quimioterapia, empecé a construir un automóvil. Solo podía trabajar en el taller durante un par de horas seguidas, pero eso me distraía y me daba una razón para mantenerme en movimiento. Trabajar en un proyecto fue muy terapéutico. Me ayudó a mantener una actitud positiva.
Momento de la radiación
Entre la quimioterapia y la radiación, pude subirme a un auto de carreras un fin de semana. Ese fin de semana, el técnico de radiología me llamó para decirme que comenzaría la radiación el lunes a las 8 de la mañana. Fue una excelente noticia para mí. Creo que las carreras me marearon. ¿Quién en su sano juicio desea radiación?
El lunes por la mañana estaba lleno de energía y listo para el siguiente paso. Recibí seis semanas de radiación. El 23 de octubre —casi un año después del comienzo de esta terrible experiencia— terminé los tratamientos. En diciembre, una tomografía PET dio negativo al cáncer y mi CA 19-9 estaba en 9.
La vida después del tratamiento
Generalmente tenía un par de meses entre las etapas del tratamiento para recuperarme de los efectos secundarios. Durante estos descansos podía llegar a ver que, en gran medida, la vida podría volver a ser de alguna manera normal. Las cosas que no serán como antes son que ahora soy diabético y que no puedo comer verduras crudas. La diabetes es un gran problema y para mí uno de los más frustrantes. Es importante controlar los niveles de azúcar para mantener estable el nivel de azúcar en la sangre. Cada vez que estabilizaba el nivel de azúcar, llegaba el turno del siguiente paso en mi tratamiento. La quimio y la radiación no son amigos de la diabetes. Me costaba mucho recuperarme de la radiación en relación con el control del azúcar.
Lo que aprendí con esta terrible experiencia es confiar en Dios, mantener una actitud fuerte, seguir moviéndome todo lo posible y tener un grupo de apoyo sólido que me aliente a seguir en movimiento y a levantarme cuando el espíritu flaquee. Una actitud positiva es importante, pero también es muy difícil de mantener durante todo el proceso. Ahí es donde los amigos y la familia entran en juego. Son necesarios para mantener la actitud positiva.
Si a usted le diagnosticaron cáncer de páncreas, prepárese y luche, luche, luche.
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