Atleta de resistencia supera tratamiento para el cáncer de páncreas
- Quimioterapia con mFOLFIRINOX y gemcitabina/Abraxane
- Cirugía para extirpar el tumor de páncreas y las metástasis en el abdomen
- Quimioterapia caliente en la cavidad abdominal
- Después de recuperarse de la cirugía, quimioterapia con gemcitabina y capecitabina
Apenas unos meses después de completar un triatlón Ironman, comencé a tener dolor abdominal generalizado y frecuente.
En tan solo un mes, perdí casi 20 libras (9 kilos). Al comienzo, traté de encontrar una explicación para mi rápida pérdida de peso, pero como soy atleta de resistencia y médico (mi especialidad es la radiología pediátrica), sabía que algo no estaba bien. Por lo tanto, fui a ver a mi médico y le describí los síntomas que tenía. Ningún diagnóstico inmediato era obvio, por lo que mi médico ordenó una cantidad de pruebas (en secuencia) para investigar mi dolor cólico abdominal, incluidas una tomografía computarizada abdominal, una resonancia magnética abdominal, dos colonoscopias, una ecografía endoscópica con biopsia pancreática y una laparoscopia de diagnóstico con la formación de una ileostomía (una ileostomía es una abertura construida quirúrgicamente que conecta el intestino grueso con el exterior del cuerpo, donde se coloca una bolsa para recoger los desechos) para evitar mi colon obstruido. El tumor que tenía en la cola del páncreas se había extendido al colon y al bazo adyacentes, lo que producía una obstrucción del intestino grueso. Me descubrieron el tumor en la cola del páncreas durante la tomografía computarizada del abdomen.
El 21 de mayo de 2020, después de una laparoscopia de diagnóstico, me diagnosticaron adenocarcinoma de páncreas en estadio IV en la cola del páncreas con metástasis peritoneal. Por suerte, no había metástasis en el hígado. El dolor abdominal que me había acosado durante meses se debía a una obstrucción del intestino grueso casi completa a causa del crecimiento local del tumor.
Un novedoso enfoque de tratamiento
Mi muestra de la biopsia inicial fue sometida a pruebas genéticas y estas mostraron varios objetivos genéticos posibles, incluida la mutación del gen ATRX, lo que sugería que tendría una mejor respuesta a los medicamentos derivados del platino (otras pruebas genéticas no encontraron otras mutaciones útiles). Comencé a ver al Dr. Mark Lewis en Intermountain Cancer Center en Murray, Utah. Elaboramos un plan de tratamiento agresivo que incluía siete ciclos de mFOLFIRINOX y seis ciclos de gemcitabina/Abraxane.
A esto seguiría una cirugía citorreductora con la Dra. Laura Lambert y la Dra. Courtney Scaife en Huntsman Cancer Institute, Salt Lake City, Utah. La cirugía citorreductora extirpa todos los lugares con cáncer de la cavidad abdominal. Con este procedimiento se extirparía el cáncer del páncreas y la metástasis de la cavidad abdominal. Aprendí sobre la cirugía citorreductora y la quimioterapia intraperitoneal ya que le pregunté al Dr. Lewis sobre enfoques quirúrgicos novedosos para pacientes con metástasis peritoneal, y él me derivó a la Dra. Lambert.
Tuve dificultad para tolerar el mFOLFIRINOX y me provocó cansancio, náuseas y pérdida de peso. Si bien la combinación de gemcitabina y Abraxane era ligeramente menos tóxica, también fue difícil e hizo que perdiera el pelo que me quedaba después del mFOLFIRINOX. A pesar de los efectos secundarios, tuve una buena respuesta tumoral a gemcitabina/Abraxane, que es poco frecuente, con una disminución significativa tanto del tamaño del tumor como de la metástasis peritoneal. Esto permitió a mis cirujanas, la Dra. Lambert y la Dra. Scaife, extirpar todo el tumor durante la cirugía citorreductora. También eligieron realizar un despegamiento peritoneal (la extirpación del recubrimiento de la cavidad abdominal con la metástasis adherente) seguido de quimioterapia intraperitoneal, con la que me colocaron los medicamentos directamente dentro de la cavidad abdominal.
Este plan de tratamiento único y agresivo fue el resultado de horas de debate y múltiples laparoscopias de diagnóstico que mostraron una excelente respuesta al tratamiento. Mi buena salud general y constante rutina de ejercicios fueron otros factores considerados que hicieron posible nuestro enfoque, junto con la presencia de un sistema de apoyo excelente, que fue fundamental en mi recuperación de la cirugía citorreductora. Dicho esto, el comité de tumores del instituto de cáncer dejó en claro que este no es el tratamiento convencional y que el hecho de que recibiera este enfoque para el cáncer de páncreas avanzado era bastante singular.
Una recuperación desafiante
Con total honestidad, mi recuperación de la cirugía citorreductora fue extremadamente difícil. Al principio, tuve que usar un andador y recibir oxígeno durante un mes. Pasaron cinco semanas hasta que comencé a sentirme mejor o hasta que pude salir de la casa. A pesar de que había podido continuar trabajando durante la quimioterapia, salí de licencia por seis semanas para recuperarme de la cirugía. Sin el sistema de apoyo que tenía, no habría podido manejar la situación.
Después de la cirugía, completé cuatro ciclos de quimioterapia posquirúrgica con gemcitabina y capecitabina y, por último, me sometí a cirugía para extirpar la ileostomía y volver a conectar el intestino delgado y el intestino grueso. Esperaba que la capecitabina por vía oral fuese fácil de tolerar en comparación con la quimioterapia intravenosa que me habían administrado antes, pero no fue el caso. Me sentí extenuado y con náuseas durante los cuatro ciclos de tratamiento, a pesar del uso de medicamentos contra las náuseas de primera línea. Mi régimen de tratamiento exigía dosis diarias, durante tres semanas, seguidas de una semana de descanso, lo que puede haber sido un factor en mis efectos secundarios.
Desde abril de 2021, he estado en observación periódica. Veo a mi oncólogo cada tres meses para una reevaluación clínica, controlar el nivel de CA 19-9 y, en algunas visitas, someterme a una resonancia magnética. Un año después de mi gran cirugía citorreductora, mi nivel de antígenos del cáncer CA 19-9 sigue siendo normal.
Otra vez en la bicicleta
Después de un año de quimioterapia y cinco cirugías, estoy sin cáncer, trabajo a tiempo completo y volví a andar en bicicleta. Recuperé el peso que había perdido y estoy menos cansado, así que estoy entusiasmado por volver a hacer ejercicio. En septiembre pasado, fui en bicicleta hasta la cima de una montaña en Francia y planeo inscribirme en más carreras el año que viene.
Como resultado del cáncer, no solo me he vuelto una persona más amable y tolerante, sino que he adquirido un nuevo conocimiento sobre las experiencias a las que mis pacientes se enfrentan y puedo entender mejor sus dificultades.
Por último, a pesar de que no sé cuánto tiempo me queda, estoy tratando de maximizar el tiempo que tengo. Es fácil sucumbir a la mentalidad de la futilidad, pero al intentar ser optimista, he disfrutado más cada día.
La experiencia anecdótica personal y los informes científicos publicados han demostrado que el ejercicio físico y una perspectiva optimista se correlacionan con mejores resultados. Mi consejo personal sería iniciar o continuar con un programa de ejercicios que puedan tolerar, sigan trabajando si pueden, hablen con amigos y familiares sobre el cáncer que tienen para que puedan apoyarlos mejor, continúen con sus pasatiempos y traten de permanecer optimistas de que surgen nuevos ensayos y terapias todo el tiempo. Atribuyo el éxito de mi tratamiento hasta la fecha a todas estas cosas.