La búsqueda de un tratamiento idóneo para mi cáncer
- Tratamiento inicial con FOLFIRINOX y radioterapia
- Búsqueda de mejores alternativas
- Cambió a un tratamiento diseñado para su cáncer
- La meta es la cirugía
Un día, mientras llevaba a casa a mi hija de 10 años después de su campamento artístico, recibí una llamada de mi médico de cabecera. Me mantuve tranquilo mientras él me decía que probablemente tenía cáncer de páncreas.
A las pocas horas, mi esposa y yo estábamos en el consultorio y el médico nos dio el resultado de mi resonancia magnética. Había estado sintiendo dolor de estómago y problemas digestivos por varias semanas. Era la tarde del 22 de julio de 2015; esa mañana me había hecho la RM. Era mi segunda prueba de diagnóstico por imágenes en seis meses. La primera, una tomografía computarizada en enero de 2015, había mostrado algo “sospechoso”, pero el médico me recetó antibióticos y el dolor desapareció. Eso no ayudó mucho.
El médico nos derivó a University of California, San Diego Health (UCSD), donde me hicieron una biopsia que confirmó un adenocarcinoma de páncreas. La única noticia alentadora era que el cáncer era localizado, aunque ya se había diseminado fuera del páncreas y afectaba varias arterias y venas.
Inicio del tratamiento convencional
UCSD fue muy eficiente. A la semana siguiente, me colocaron una “vía de acceso inteligente” y a principios de agosto comencé la quimioterapia. El protocolo era FOLFIRINOX y el objetivo era reducir el tumor lo suficiente como para poder operarlo.
FOLFIRINOX me causó terribles efectos secundarios. Sin embargo, a pesar de una notoria pérdida de peso, me sentía lo suficientemente bien como para ir a trabajar, andar en bicicleta y caminar. Recibí unos seis ciclos de FOLFIRINOX y luego FOLFOX (eliminaron el irinotecán) antes de que una segunda tomografía mostrara poco progreso. En octubre, el médico sugirió que buscáramos una segunda opinión.
En busca de otras opciones
Después de viajar a University of California, San Francisco, para hablar con el Dr. Andrew Ko, que estaba trabajando en un ensayo clínico con linfocitos T-CAR, y a MD Anderson Cancer Center (Houston) para una evaluación completa y una segunda opinión, me recomendaron radiación.El Dr. Milind Javle de MD Anderson creía que la terapia con haces de protones sería la más indicada; sin embargo, yo no era candidato para esta terapia. Con todo, el Dr. Javle sí contestó muchas de mis preguntas y fue el primero que realmente examinó las tomografías conmigo. Me mostró que, de hecho, el tamaño del tumor se había reducido entre agosto y octubre. Mi esposa también consultó por teléfono con Johns Hopkins y varios cirujanos especialistas. Sin embargo, todos opinaban que la cirugía no era una opción en ese momento.
Durante este tiempo seguí con quimioterapia, con un último ciclo a mediados de enero, y luego comencé a recibir radioterapia diaria durante cinco semanas en UCSD. Esperaba que la radiación sería más tolerable que la quimioterapia, pero no fue así.
Un plan de tratamiento personalizado
Mientras tanto, mi esposa había comenzado a averiguar sobre el Dr. William Isacoff, un oncólogo especialista en páncreas de Westwood, California. Encontró al Dr. Isacoff casi por error: un paciente del herbolario de un amigo nuestro sugirió que nos pusiéramos en contacto con un cirujano de Filadelfia. Entonces, un enfermero del consultorio mencionó al Dr. Isacoff. Mi esposa comenzó a investigar y averiguó que el Dr. Isacoff parecía tener más éxito que la mayoría de los médicos convencionales en hospitales. Él se adhiere a la idea de tratar a los pacientes con bajas dosis de quimioterapia —la cantidad mínima necesaria para obtener resultados, en vez de la dosis máxima tolerable— y los análisis más modernos.
Mi esposa habló con el Dr. Isacoff una mañana antes de mi ciclo programado de radioterapia, y me transmitió la orden del Dr. Isacoff: “Tráigame a Sam cueste lo que cueste. Dígale que la radiación solo lo debilitará y no podrá tolerar la quimioterapia, que es lo que realmente le ayudará”. Esa mañana, llamé a UCSD y cancelé el resto de las radiaciones.
A las pocas semanas, recibía tratamiento con el Dr. Isacoff. Él solicitó un análisis de “quimiosensibilidad”, que realizó el Dr. Mark Ricigliano. El análisis de sangre esencialmente determina qué medicamentos de quimioterapia son idóneos para el tumor del paciente. Es una guía que el Dr. Isacoff puede utilizar para solicitar quimioterapia. También ordenó un análisis de sangre para determinar si tenía mutaciones genéticas (no las tengo) y un estudio en orina del gen KRAS. Ninguna de esas pruebas se utiliza de manera generalizada, y todas sirven para guiar mi tratamiento.
El cambio de cómo me siento con el nuevo tratamiento es marcado. Aunque a menudo me colocan un paquete de 5-FU intravenoso portátil durante una semana, tengo menos efectos secundarios, y estos son menos intensos y menos frecuentes. Durante los últimos siete meses, me han tratado con 5-FU, cisplatino, gemcitabina y mitomicina-C. Sigo trabajando a tiempo completo, andando en bicicleta, caminando, asistiendo a los eventos de mi hija y yendo de vacaciones con mi familia. Cuatro meses después de comenzar con el Dr. Isacoff, la tomografía mostró una reducción del tamaño del tumor.
Siguientes pasos
Durante estos meses, también me he estado comunicando con un cirujano de Mayo Clinic de Rochester, Minnesota, que está realizando procedimientos de vanguardia: reconstrucción vascular junto con extirpación de tumores de páncreas. En enero iré a Mayo Clinic para hacerme pruebas preliminares; espero poder ser candidato a realizarme este procedimiento.
En general, he podido encontrar los mejores médicos para mi caso, que hacen trabajo de vanguardia y que creen que tengo futuro. El Dr. Isacoff no solo se preocupa de cómo estoy llevando el tratamiento, sino de qué sigue después. Además, tanto él como el cirujano con el que me estoy comunicando están convencidos de que la quimioterapia es una parte fundamental para vencer el cáncer de páncreas. Mientras más quimioterapia pueda hacerme (por molesta que sea), más saludable estaré a la larga.
Agradezco haber encontrado al Dr. Isacoff y a todas las personas talentosas con las que trabaja. Seguiré luchando contra esta terrible enfermedad hasta que la erradiquemos de mi cuerpo.
Samuel murió de cáncer de páncreas después de que su historia fuera publicada. Apreciamos sinceramente que compartiera su historia con Let’s Win para que otros pacientes con cáncer de páncreas puedan enterarse de los diferentes tratamientos que hay disponibles.