Survivor Stories
19 de julio, de 2017 • 5 Min

Esperanza y una oportunidad para luchar

Audrey Greenblatt

Pancreatic cancer patient Irwin Greenblatt and his wife Audrey
  • Diagnóstico en estadio Ib
  • Procedimiento de Whipple inmediatamente después del diagnóstico
  • Quimioterapia como parte de un ensayo clínico
  • Cinco años después, las tomografías siguen siendo normales

El 13 de febrero de 2013, mi esposo Irwin, de 67 años, recibió el diagnóstico de cáncer de páncreas. Se nos vino el mundo abajo.

El día anterior Irwin se había desmayado en la escuela, donde estaba dando clases. Él es diabético, por lo que supuso que se debía a una bajada del nivel de azúcar en la sangre. Esa noche sintió un dolor insoportable en el costado y la parte inferior de la espalda. Yo quería que fuera a la sala de emergencias del hospital que está enfrente de donde vivimos en Nueva York, pero él insistió en que iría a ver a nuestro médico de atención primaria, el Dr. Alan Kadet, a las 8 de la mañana siguiente. El Dr. Kadet atendió a Irwin de inmediato. El médico le palpó a Irwin el abdomen, y esto hizo que saltara de la camilla. El Dr. Kadet insistió para que Irwin fuera a la sala de emergencias en Roosevelt Hospital (ahora llamado Mount Sinai West). Nos estaban esperando porque el Dr. Kadet había llamado antes.

Nos recibieron de urgencia, y de inmediato los médicos pidieron análisis de sangre y una tomografía computarizada de abdomen. Tres horas más tarde, me llamaron al teléfono de la sala de enfermería, y el Dr. Kadet me dijo que Irwin tenía cáncer de páncreas. Cuatro años más tarde, aún siento el horror. Tenía que darle a Irwin esta noticia devastadora. Lloramos y nos sentimos perdidos, confundidos y asustados. ¿Qué íbamos a hacer? No sabíamos nada sobre este cáncer.

El tratamiento comienza con la cirugía

Trasladaron a Irwin a una habitación y hablamos con la Dra. Barbara Wexler, que dijo que había un médico en ese hospital que podía hacer una operación de Whipple. Le dieron a Irwin medicamentos para que pudiera dormir. A la mañana siguiente, el Dr. Fadi Attiyeh entró en la habitación de Irwin y dijo que había revisado las tomografías y que él le haría el procedimiento de Whipple. Miramos asombrados a este hombre. Dijo que el tumor se encontraba en estadio Ib y era pequeño (buena noticia), en la cabeza del páncreas (mejor) y que podían operar a Irwin esa misma semana (increíble). Así que conseguimos una fecha para la cirugía en menos de 18 horas de recibir el diagnóstico. Un milagro.

La operación de Whipple dura siete horas. Si era exitosa, podía salvarle la vida. El Dr. Attiyeh dijo que podíamos superar esto y que Irwin estaría bien. Irwin se sometió a la cirugía a finales de febrero. Soportó el dolor gracias a altísimas dosis de medicamentos. Por cierto, cuando el Dr. Attiyeh dijo que Irwin estaría “bien”, no sabíamos lo que eso significaría para nosotros.

Ensayo clínico para eliminar todo rastro de cáncer

Después de la recuperación de la cirugía, el Dr. Attiyeh nos dijo que había un ganglio linfático sospechoso y que Irwin necesitaría un protocolo de quimioterapia. Consultamos con el Dr. Kenneth Yu en el Memorial Sloan Kettering, que sugirió un solo medicamento, Gemzar. El Dr. Robert L. Fine, en The Pancreas Center de Columbia Presbyterian Hospital nos dio una segunda opinión. Él estaba a cargo de un ensayo clínico experimental. Irwin recibiría Gemzar y Taxotere por vía intravenosa una vez por semana durante dos semanas, mientras tomaba pastillas de Xeloda todos los días durante 14 días, y luego un descanso de una semana sin quimio. El programa duraría seis meses.

Irwin no tuvo efectos secundarios en la primera semana, pero luego los efectos secundarios fueron muy intensos. Náuseas, diarrea y debilidad eran los efectos típicos. Irwin tenía un sabor metálico en la boca y perdió el apetito. Solo quería comer pizza con mermelada de fresas. Bajó de 135 libras (61 kg) a 120 libras (unos 55 kg), e incluso ese peso fue difícil de mantener. Sufrió de estreñimiento y anemia (por lo que necesitó varias transfusiones de sangre), la lengua se le puso negra y peluda, y tuvo herpes zóster, quimiocerebro y depresión.

A pesar de todo esto, Irwin seguía las instrucciones del Dr. Fine y de Dawn Tsushima, su enfermera, al pie de la letra. Quería ser su mejor paciente. Irwin quería que su supervivencia fuera testimonio de los ensayos experimentales del Dr. Fine. El ensayo del Dr. Fine estaba financiado con una subvención, pero todos nuestros gastos estaban cubiertos por nuestra póliza de atención médica del trabajo, que fue necesaria.

Agradecidos por tener acceso a una atención de calidad

A través de todo esto siempre intentamos mantener una actitud positiva y ser agradecidos. Yo escribía un diario, que después convertí en libro, Lucky Journey: Surviving Pancreatic Cancer (Un viaje con suerte: sobrevivir al cáncer de páncreas), desde el punto de vista del cuidador. Era liberador poner mis sentimientos en papel y seguir adelante. La ciudad de Nueva York desempeñó un papel importante en su recuperación. Tener acceso a los hospitales y cirujanos más importantes y a la tecnología más avanzada estaba a su favor. El hospital donde Irwin se operó estaba ubicado al frente de donde vivíamos; la quimio estaba a unos 15 minutos en metro de nuestro hogar, lo cual era una suerte.

Irwin se hizo tomografías computarizadas y exámenes de resonancia magnética de abdomen y pelvis cada tres meses durante dos años, y luego cada seis meses durante un año. Ahora se hace tomografías una vez por año.

Sabemos que los pacientes con cáncer de páncreas no tienen una alta probabilidad de supervivencia, quizás el 15 por ciento, pero alguien tiene que estar en ese 15 por ciento. Seguimos teniendo fe. Participamos en el grupo de apoyo Columbia Presbyterian Hospital Pancreatic Support Group, que se reúne el tercer martes de cada mes.  Nos da la oportunidad de ayudar a otros enfermos con cáncer de páncreas y sus familias.

Lo más importante es que, casi cinco años más tarde, Irwin todavía está vivo y bien. La esperanza que nos dieron los médicos significó la oportunidad de luchar contra esta temible enfermedad.

Diez años después de que le diagnosticaran cáncer de páncreas, Irwin falleció por causas ajenas a su enfermedad. Ofrecemos nuestro más sincero pésame a su familia.