El tratamiento agresivo valió la pena
- El dolor de espalda llevó al diagnóstico
- Adenocarcinoma de páncreas en estadio I
- Procedimiento de Whipple
- Supervivencia a largo plazo
Era agosto de 2004 y sufría un fuerte dolor de espalda.
Mis médicos pensaron primero que era causado la vesícula biliar, así que me la extirparon. Pero el dolor no desapareció. Entonces pensaron que podía ser el epiplón menor, el conducto que conecta el hígado con el estómago. Fuera lo que fuese, definir la ubicación exacta era difícil. Tras numerosos análisis, incluida una ERCP, me diagnosticaron un adenocarcinoma de páncreas en estadio I.
Optar por un tratamiento agresivo
Como solo tenía 42 años cuando me diagnosticaron la enfermedad, mis médicos y yo optamos por un tratamiento agresivo y cirugía de inmediato. Después de la operación de Whipple recibí 30 sesiones de radioterapia.
Después de eso, mi cuerpo pudo tolerar apenas dos semanas de quimioterapia con 5-FU. No pude comer durante un largo tiempo. Tenía tanto dolor que necesitaba tomar analgésicos. Al día de hoy sigo teniendo problemas de estómago y de riñones.
La doctora a cargo era Julie Ann Sosa. En aquel momento ejercía en Yale School of Medicine, en New Haven (Connecticut). Luego se trasladó a University of California San Francisco. Yo también me mudé del nordeste a Florida, donde vivo actualmente.
Una vez finalizado el tratamiento, me hice tomografías cada tres meses y luego cada seis. Pero después de siete años, mi médico me dijo que no era necesario volver.
A pesar de las dificultades y los problemas, agradezco que el tratamiento haya sido eficaz. Casi 20 años después ¡sigo aquí! Es 2023. Tengo 63 años y he estado libre de cáncer durante todo ese tiempo. Nuestra opción de un tratamiento agresivo al final valió la pena.