Coágulos de sangre, un accidente cerebrovascular y cáncer de páncreas
- El dolor abdominal intenso llevó al diagnóstico
- Quimioterapia, radioterapia y más quimioterapia
- La radioterapia me debilitó y me fracturó la columna
En marzo de 2014, sufrí un accidente cerebrovascular. ¿La causa? Coágulos de sangre.
Con el tiempo, descubrí que los coágulos de sangre son un indicio común del cáncer. Pero, en ese momento, no lo sabía.
Después del accidente cerebrovascular, tuve episodios de dolor abdominal durante todo el verano de 2014. Las tomografías computarizadas no revelaron la causa. En agosto, tuve ataques de dolor abdominal muy intensos y debilitantes, por lo que fui a Providence Urgent Care en Spokane, Washington, cerca de mi casa. Me enviaron al hospital y, a principios de septiembre, me hicieron una endoscopia del tubo digestivo superior y una ecografía endoscópica con biopsia. Fue entonces cuando me enteré de que tenía adenocarcinoma de páncreas.
Primer paso: cirugía
El gastroenterólogo del hospital me remitió al Dr. Juan Mejía, un cirujano que se especializa en cirugía pancreática y hepática en Providence Liver and Cancer Center.
El 30 de septiembre de 2014, me sometí a una pancreatectomía distal extendida, que incluyó la extirpación del bazo y la vesícula. La clasificación de mi tumor fue T3NOMO: no se había diseminado más allá del páncreas ni hacia los ganglios linfáticos. Pero a pesar de que el Dr. Mejía extirpó el tumor, eso fue solo el comienzo. Tenía un largo y difícil camino por delante.
Segundo paso: dos años de quimioterapia
Empecé la quimioterapia un mes después de la cirugía. El Dr. Peter Schlegel, mi oncólogo en CancerCare Northwest (en ese momento), me recetó infusiones semanales de gemcitabina durante siete ciclos. Recibí ese tratamiento del 3 de noviembre al 16 de diciembre de 2014. Luego comencé la quimioterapia con bomba continua (5-FU) con radioterapia durante seis semanas. Después de eso, volví a recibir gemcitabina por siete ciclos más.
En abril de 2015, 13 meses después de mi accidente cerebrovascular, las tomografías computarizadas mostraron que el cáncer de páncreas estaba progresando. Mis niveles de CA 19-9 nunca habían sido muy altos (algunos pacientes no son sensibles a esta prueba), por lo que mi CA 19-9 no ayudó a determinar qué estaba sucediendo. Durante los siguientes cinco meses, probé un régimen de quimioterapia diferente, FOLFIRINOX, durante ocho ciclos. En total, tuve dos años de quimioterapia. El tratamiento era mi “trabajo” de tiempo completo y perdí 60 libras (más de 27 kilos) a causa de ello.
La radioterapia dañó mi columna vertebral
La radioterapia también debilitó mi columna vertebral y terminé sufriendo varias fracturas vertebrales por compresión. Como resultado, me sometí a siete procedimientos de columna entre 2015 y 2018.
Tuve efectos secundarios duraderos debido a la quimioterapia y la radiación, incluida neuropatía periférica en los pies y mucho dolor de espalda. Sin embargo, volvería a pasar por todo eso. Valió la pena la oportunidad de seguir viviendo.
Nueve años de supervivencia
Han pasado casi nueve años desde mi diagnóstico y todavía estoy aquí. Más que eso, estoy prosperando, tengo vitalidad. Mi esposa Carol y yo estamos viviendo una vida feliz junto con nuestro perro. Tengo una tienda de bricolaje que me mantiene ocupado. Planeo seguir adelante mientras pueda.
¿Cuáles son mis consejos para otras personas que se someten a un tratamiento para el cáncer de páncreas? Establezca metas para usted todos los días. No se vuelva sedentario. Mantenga la esperanza y la gratitud. Mi esposa oró todos los días durante mi enfermedad. A veces, rezaba simplemente para que tuviera un día más. Según ella, sus plegarias fueron esenciales para mi éxito, junto con los increíbles proveedores de atención médica.