¿Cómo me pudo pasar esto?
- Carcinoma de células acinares muy infrecuente en el páncreas
- Pancreatectomía distal
- Quimioterapia con FOLFIRINOX
- El asesoramiento ayuda con el miedo y la soledad
Todo comenzó una noche llena de agonía a fines de julio de 2021. Tenía un dolor de estómago que no desaparecía. Era un dolor abdominal agudo y punzante.
Fui a la sala de emergencias, pero sentía que agonizaba mientras me senté a esperar un examen, un tratamiento y los analgésicos que tanto necesitaba. Después de innumerables radiografías, tomografías computarizadas y resonancias magnéticas, recibí el diagnóstico de cáncer de páncreas. Más específicamente, se trataba de un carcinoma de células acinares en el páncreas.
Mis emociones comenzaron a desbordarse: resentimiento, miedo inmenso y soledad. Me molestaba mi propio cuerpo, porque me había decepcionado. Y me seguía preguntando: ¿cómo me pudo pasar esto? Aunque mis hábitos no eran de primera categoría, en general me cuidaba. En el fondo, sabía que podía hacerlo mejor. Aun así, tenía 51 años y estaba al borde de la negación absoluta de que algo así pudiera pasarme.
Cómo afrontar la cirugía, el tratamiento y sus efectos secundarios
Mis primeras consultas con mi oncólogo, el Dr. Nibal Saad, que entonces trabajaba en Beacon Cancer Care Memorial y el cirujano Dr. Urs von Holzen del Goshen Center for Cancer Care me provocaron oleadas de miedo. Este tipo de cáncer requería cirugía para extirpar la cola del páncreas y el bazo (pancreatectomía distal, esplenectomía y epiplón menor). No me gustaba la idea de renunciar a ninguno.
Además de la cirugía, tendría que someterme a doce sesiones del fuerte régimen de quimioterapia FOLFIRINOX y tener colocada una vía de acceso en el pecho para la administración de la infusión intravenosa. No quería que me colocaran algo semipermanente dentro del cuerpo. Se parecía demasiado a un enchufe para un coche eléctrico. El enfermero de enlace me explicó qué medicamentos tomaría en el régimen de quimioterapia y los medicamentos complementarios. Mi miedo era cada vez mayor.
Pero esto no terminó ahí. También había una larga lista de efectos secundarios que la quimioterapia y los medicamentos relacionados podrían causar. Todo esto me hundió en un llanto interminable y episodios de depresión en noches enteras. No podía creer que esto estuviera sucediendo. Seguía deseando con todas mis fuerzas que desapareciera mágicamente, que alguien hubiera cometido un terrible error y que yo estuviera bien en realidad.
Después de mi diagnóstico, investigué alternativas para la quimioterapia y la vía de acceso. Simplemente, me negué a creer que este era el único camino disponible. Encontré una larga lista de posibles opciones de tratamiento, incluida la terapia con células madre, anticuerpos monoclonales, ensayos clínicos e incluso nanotecnología. Lamentablemente, ninguna de las opciones era adecuada (o sea, ninguna estaba aprobada) para tratar el cáncer de páncreas. Mi oncólogo me felicitó por el intento. Me aseguró que, aunque este régimen de quimioterapia era muy fuerte, proporcionaba excelentes resultados.
Amigos, familia y asesoramiento
Las sesiones de infusión se realizaban cada dos semanas. Comenzaban los jueves a las 7:30 de la mañana, cuando me hacían análisis de sangre, me tomaban los signos vitales y luego tenía una consulta con el médico o la enfermera practicante. A las 8:30 de la mañana, me “enchufaban” para iniciar las premedicaciones, luego de lo cual comenzaba la infusión de quimioterapia. Alrededor de las 3:00 de la tarde, me instalaban el “balón alimentador” que administraba el último medicamento de quimioterapia a mi cuerpo en el transcurso de 46 horas. El sábado por la tarde, volvía al centro de infusión para que me desconectaran el balón y me dieran Neulasta, un medicamento que se administra para aumentar los glóbulos blancos y prevenir las infecciones. Al principio me aterrorizaba todo el proceso, pero después de algunas sesiones, me calmé. Pasaba el tiempo trabajando, leyendo o viendo televisión en mi habitación privada.
La cirugía fue un éxito. Tuve suerte de que el cáncer se diagnosticara a tiempo, lo que a menudo no es el caso con este cáncer de páncreas, que es tan devastador. El tumor era pequeño y no se había diseminado a ninguna otra parte del cuerpo. Después de la cirugía, pasé dos días en la Unidad de Cuidados Intensivos y luego me trasladaron a una habitación normal.
Tuve que compartir la nueva habitación con un compañero que era mayor, pero así comenzó mi epifanía. Una fatídica noche, un médico vino a decirle que su cáncer era terminal y luego le explicó las opciones a seguir. ¡Solo escuché y lloré un poco por él y por mí, pensando que fácilmente podría haber sido yo! Esa conversación de diez minutos tuvo un efecto duradero en mi forma de ver las cosas.
Una vida sin cáncer
Las sesiones de quimioterapia transcurrieron sin problemas y creé una rutina. Agradecía que mis efectos secundarios fueran principalmente molestos o cosméticos y me di cuenta de que todo podía empeorar. Se me cayó el cabello en plena quimio. Volvió a crecer del todo, por suerte, ¡aunque ahora es gris oscuro! También tuve neuropatía en las manos y los dedos, pero mejoró desde que terminé la quimioterapia.
Completé mi última sesión de quimioterapia en marzo de 2022 y me hice una tomografía computarizada de seguimiento a mediados de abril. Para entonces, el personal del centro de infusión ya me conocía bien y eran maravillosos. Todos ellos (el personal de enfermería, los enfermeros de enlace, los asistentes médicos, el enfermero practicante y el oncólogo) fueron increíblemente serviciales y amables, y me apoyaron en mi lucha. El cirujano y su personal en Goshen Center for Cancer Care también fueron muy comprensivos y serviciales.
Mi empleador también fue maravilloso, ya que me permitió trabajar de forma remota durante mis sesiones de tratamiento. Tuve suerte de no tener que tomar licencia en el trabajo.
Pero todo el proceso fue más allá de cualquier pesadilla que hubiera imaginado. La increíble soledad que soporté fue igualmente aterradora, si no fuera por el amor inquebrantable y el compañerismo de mis dos chihuahuas, Lena y Connor. Aparte de mis chihuahuas, vivo solo y la mayoría de mis amigos y familiares viven a una hora o más de distancia. Una parte de mí quería alejar a todo el mundo. Por suerte, tengo un grupo increíble de amigos, familiares y parientes lejanos que vinieron en mi ayuda. Algunas semanas durante mi tratamiento me iba a dormir con miedo y me sentía muy solo, asustado e incluso condenado. Pero dejé entrar a unas pocas personas en mi círculo, lo que me trajo mucha alegría. Empecé a ver a un asesor maravilloso para que me ayudara con mi estado emocional y mis noches de insomnio. ¡No podría haber recorrido este camino accidentado sin mi extraordinario grupo de apoyo, por el cual estaré eternamente agradecido!
Ahora tengo muchas ganas de seguir con mi vida, dejar esto atrás y no dejar que este diagnóstico defina quién soy. Espero tener la oportunidad de retribuir a la espectacular comunidad del cáncer de páncreas en su conjunto por ayudarme a llegar a este punto.
Una nueva perspectiva
Miro hacia atrás y me doy cuenta de la suerte que tengo de haber sobrevivido. Ahora, tengo que mirar hacia adelante y no dejar que mi diagnóstico me defina. Soy Michael, el tipo feliz y despreocupado que RESULTA SER un sobreviviente del cáncer. Claro que tengo que hacer frente a algunas facturas médicas elevadas, y sí, hay efectos persistentes como una neuropatía leve en los dedos. Tengo que ser consciente de la alimentación y el ejercicio, y no caer en viejos hábitos que podrían tener graves consecuencias en el futuro. Sobreviví a un caso muy leve de COVID, pero como persona inmunodeprimida, mi salud y mi bienestar son mi mayor prioridad. ¡Estoy decidido a seguir sin cáncer!
Consejos para otros pacientes
Mi consejo para cualquier persona en una situación similar es que busque en lo más profundo de su alma para encontrar su fuerza: ¡usted puede hacerlo! Y mi consejo para usted, sus amigos y sus seres queridos es que se sometan a una prueba de detección del cáncer lo antes posible. Todos los tipos de cáncer son horribles, pero el cáncer de páncreas puede ser uno de los más silenciosos y mortales, a menos que se detecte a tiempo.
He leído y escuchado muchas historias similares (y diferentes) a la mía, y me encontré con estas palabras muy inspiradoras de Bob Marley que me guiaron desde el principio: “Nunca sabes lo fuerte que eres, hasta que ser fuerte es tu única opción”.
Para todas las personas que están ahí fuera: ¡que la paz y la suerte los acompañen!