Mañana será otro día
- La anemia crónica lleva al descubrimiento de un tumor neuroendocrino de páncreas
- Quimioterapia
- Procedimiento de Whipple
En junio de 2019, después de ganar un partido de tenis la noche anterior, me diagnosticaron un tumor neuroendocrino de páncreas (PNET); tenía 43 años.
No me había estado sintiendo bien por al menos un año. En marzo de 2018, me detectaron úlceras sangrantes, que mis médicos atribuyeron en ese momento al uso excesivo de analgésicos de venta libre (más tarde concluyeron que las úlceras sangrantes eran por el tumor). Aun después del tratamiento de las úlceras, seguí muy anémica. Me hicieron cuatro transfusiones de sangre y tomaba regularmente pastillas de hierro, pero igual estaba anémica. Mis síntomas gastrointestinales fueron difíciles de identificar. Como había tenido dos bebés en menos de dos años, siempre atribuían los síntomas a los efectos de los embarazos.
En la primavera de 2019, después de una colonoscopia y dos endoscopias, finalmente obtuve una respuesta. Encontraron un nódulo en el intestino, y una biopsia determinó que era cáncer neuroendocrino. Una tomografía computarizada del abdomen mostró el tumor en el páncreas.
Me hicieron una colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (ERCP) para colocar un stent de plástico en el conducto biliar porque el tumor bloqueaba el drenaje de bilis. Durante este procedimiento, el tumor sangró, por lo que me colocaron un segundo stent (metálico) para detener el sangrado.
Tratamiento en un hospital prestigioso
Decidí tratarme en Massachusetts General Hospital (Boston), no lejos de mi casa. Allí me atendieron el Dr. Jeffrey Clark, oncólogo, y el Dr. Motaz Qadan, cirujano oncólogo. Empecé el tratamiento con quimioterapia —dos semanas sí, una semana no— por dos meses. Tomaba capecitabina (Xeloda) y temozolomida (Temodar), así como Zofran para las náuseas. La quimioterapia me cansaba y tuve vómitos una vez cuando empecé con la temozolomida. El Zofran me ayudó con las náuseas, y también reorganicé el programa de quimioterapia para espaciar las pastillas. Por extraño que parezca, el ejercicio también me ayudó cuando tenía náuseas. También me resultó útil el tratamiento de acupuntura.
El siguiente paso
Después de la primera ronda de quimioterapia de dos meses, el Dr. Clark y el Dr. Qadan hicieron una evaluación para ver si mi tumor se había reducido. Aunque el tumor no se redujo en absoluto, los análisis de sangre demostraron una reacción bioquímica favorable. El Dr. Qadan estaba dispuesto a operarme, aunque creía que el tumor estaba en la vena porta. El 11 de noviembre de 2019 me hicieron la operación de Whipple. ¡Después de la cirugía, mi médico creyó que ya no tenía cáncer! Y cinco semanas después de la operación volví al trabajo.
Después de la cirugía, me hice pruebas genéticas de detección de una mutación en MEN1, que puede causar PNET. Las pruebas mostraron que no tengo la mutación, y el Dr. Clark dijo que el PNET es solo “mala suerte”.
Después de la cirugía me volví diabética, pero ahora después de la quimioterapia, después del procedimiento de Whipple, con solo el 25 por ciento de mi páncreas restante, una nutricionista me trató y ya no tengo diabetes. De hecho, mis niveles son mejores ahora que los iniciales: antes de la quimioterapia era prediabética y mi nivel de A1C era MÁS ALTO antes de los tratamientos, cuando tenía el páncreas entero. Además, tomo enzimas pancreáticas con las comidas para ayudar con la digestión.
Reflexiones sobre el tratamiento y la vida después
Siempre he sido una persona positiva y no permití que el diagnóstico de cáncer de páncreas me cambiara la perspectiva. Superé todo esto con mucho apoyo de familiares y amigos, además de mucha ESPERANZA, fe y oraciones. Descubrí que el ejercicio (tenis, caminar y hacer ejercicios con un entrenador personal) también fue muy útil.
Aunque la quimioterapia no redujo el tamaño del tumor, lo volvería a hacer sin dudarlo. Creo que cualquier forma de destruir las células cancerosas es buena (en mi opinión, que no es una opinión médica).
Hoy me siento muy bien y llevo dos años sin cáncer. Hago ejercicio regularmente y después del cáncer comencé a hacer boxeo, que me encanta. Creo que fui elegida para tener cáncer, superar este desafío y llevar esperanza a los demás.
Seguí trabajando durante la quimioterapia y durante toda mi trayectoria con el cáncer. Una vez, mientras hablaba por teléfono con un cliente, vomité a causa del segundo medicamento de quimioterapia. Cuando estaba en el baño, la cita “Mañana será otro día”, de Ralph Waldo Emerson, me vino a la mente y se convirtió en mi mantra. Creo que siempre hay esperanza para el mañana y mañana podría haber nuevos descubrimientos gracias a la investigación, o un mejor tratamiento disponible, o una cura para el cáncer de páncreas.
Mire a Abby contar su historia en “Mejor que nunca”.