Encontrar médicos calificados marcó la diferencia
- Cambié un médico no calificado por expertos en cáncer de páncreas
- Un primer intento para el procedimiento de Whipple no es exitoso
- La quimioterapia innovadora conduce a una reducción del tumor
- Un segundo intento con el procedimiento de Whipple es exitoso
Cuando me diagnosticaron cáncer de páncreas en el 2000, tenía un 5 por ciento de probabilidades de vivir tres años.
Tuve ictericia de forma inesperada, así que fui al médico. Al grupo de gastroenterólogos les tomó semanas de pruebas para llegar a un diagnóstico de cáncer de páncreas. Creí que la tasa de mortalidad era del 100 por ciento y que esta era una sentencia de muerte. Los médicos tenían poco que decir sobre los próximos pasos.
Me derivaron a un cirujano no calificado, que habló de forma imprecisa sobre las opciones quirúrgicas y quizás quimioterapia. Programé una cirugía, pero mi esposa Barbara decidió averiguar si existían mejores recursos médicos. Habló con una amiga que tuvo cáncer de hígado y se encontraba bien. Esta amiga se había tratado en UCLA, así que hacia allá fuimos.
Cambiar de doctores marca la diferencia
En ese entonces, existían muy pocos recursos en Internet para el cáncer de páncreas. Pero encontramos al Dr. Howard Reber, un cirujano de UCLA (ahora jubilado). Nos presentó al Dr. William Isacoff, hematólogo y oncólogo. Los dos médicos estaban usando un protocolo innovador y la confianza que transmitían me dijo que había una posibilidad para mí. Es importante decir ahora lo intenso que fue conocer a estos doctores, porque después de muchas semanas de desesperación al fin pudimos sentir esperanza.
Lo primero que hicieron fue colocar un stent en el conducto colédoco, que estaba bloqueado por un tumor. De inmediato me sentí mejor. En pocas semanas estaba lo suficientemente fuerte para la cirugía, por lo que se programó un procedimiento de Whipple. Pero una vez que comenzó la cirugía, los médicos descubrieron que no podían realizar el procedimiento de Whipple debido a la ubicación del tumor y la cantidad de inflamación en el área. El Dr. Reber no podía distinguir si el tumor rodeaba la vena porta. Entonces, la cirugía se consideró exploratoria.
Cuando me recuperé de la cirugía, comencé la quimioterapia, con dosis bajas de 5-FU, leucovorina, dipiridamol y mitomicina. Me colocaron una vía central de acceso en el pecho para enviar la quimioterapia directamente a la vena cava superior. Durante seis meses, usé una bomba que enviaba la quimioterapia directo a mis venas, bañando el tumor las 24 horas del día, en ciclos de cuatro semanas durante seis meses.
Durante ese tiempo, imaginaba la quimioterapia atacando el tumor y podía “sentir” que sanaba. Mantuve una actitud alegre y positiva y convencí a todos de que si alguien podía vencer esta enfermedad, ese era yo.
Una actitud positiva ayuda a la recuperación
Cuando la quimioterapia terminó, el tumor se había reducido. En seis meses, el tumor maligno había cambiado de cáncer de páncreas en estadio III localmente avanzado e inoperable a visualmente no detectable. Esta vez pude someterme a la cirugía de Whipple.
Tras cinco semanas en el hospital y alrededor de un año de recuperación, he llevado una vida bastante normal. Una vida que, con honestidad puedo decir, se ha renovado con esta experiencia. Sobrevivir me ha fortalecido. Trabajo menos. Solo quiero disfrutar mi tiempo aquí con familiares y amigos. Si se tiene una enfermedad como cáncer de páncreas, es importante encontrar médicos calificados. Un grupo de personas con su mismo diagnóstico pueden ser los mejores aliados para obtener apoyo e información.
Lee es un sobreviviente a largo plazo y comparte su historia en el video “Hay esperanza para todos”.