El tejido del cáncer de páncreas ayuda a desvelar los secretos de la enfermedad
En una era de series televisivas que se concentran en investigaciones de delitos, parece que siempre hay un personaje que es esencial para resolver el misterio. Ese personaje es el patólogo.
La patología es la rama de la ciencia médica que se concentra en la naturaleza de una enfermedad. Los patólogos quieren descubrir la causa y el origen de un problema, y para hacer eso estudian tejidos, órganos y líquidos corporales no solo para diagnosticar una afección médica, sino también para conocer sus secretos. Quizás ninguna otra enfermedad tiene tantos secretos como el cáncer de páncreas, y de hecho, la patología está revelando algunos de esos misterios.
“No puedo imaginarme ser otro tipo de médico o científico”, dice la Dra. Christine Iacobuzio-Donahue, Ph.D., patóloga gastrointestinal, directora del Medical Donation Program y directora asociada de genómica del cáncer en David M. Rubenstein Center for Pancreatic Cancer Research de Memorial Sloan Kettering Cancer Center (MSKCC) en Nueva York.
“Podemos encontrar respuestas para muchos interrogantes del cáncer de páncreas”, agrega ella. “Con esas respuestas, esperamos que otras personas puedan diseñar métodos para detectar esta terrible enfermedad mucho antes y cambiar su evolución”.
Cómo desvelar secretos con la ayuda de la biología evolutiva
Durante años, el consenso generalizado sobre el cáncer de páncreas era que, o bien el cáncer de páncreas es agresivo y se disemina rápidamente a órganos distantes, o que los pacientes experimentan los síntomas tan tarde en el proceso de la enfermedad que tienen pocas probabilidades de sobrevivir.
Pero Iacobuzio-Donahue y sus colegas descubrieron algo que hizo que los investigadores reconsideraran estas teorías. Parece que el cáncer de páncreas crece lentamente, y puede tardar dos décadas en convertirse en una enfermedad mortal que elude el tratamiento.
“Lo que hemos demostrado es que la mayor parte de los tumores pancreáticos realmente no comienzan siendo más agresivos que otros tipos de cáncer”, explica ella. “Esto significa que realmente podría haber una manera de detectar estos tumores de forma más precoz”.
En cierto modo, la Dra. Iacobuzio-Donahue está estudiando la evolución del cáncer de páncreas de la misma forma que un biólogo evolutivo estudia los cambios que ocurren con el tiempo.
Una técnica que se ha tomado prestada de la biología evolutiva es el llamado “reloj molecular”. Este reloj no es como el de un teléfono celular. En cambio, es una manera de determinar la cantidad de mutaciones que se acumulan en las secuencias de los genes de varias especies, como plantas, animales e incluso seres humanos, durante un período de tiempo. La información es útil para averiguar cómo evolucionan varias especies, y para averiguar cuándo divergen, o se separan, dos especies, como por ejemplo los primates que evolucionaron hasta convertirse en seres humanos.
Con esa misma hipótesis, Iacobuzio-Donahue y sus colegas estimaron el tiempo que tardaron en aparecer las mutaciones genéticas que se ven en cada tumor metastásico del cáncer de páncreas. Los hallazgos fueron sorprendentes.
Se tardó casi 12 años, en promedio, entre las primeras mutaciones y el desarrollo de las células cancerosas propiamente dichas. Y tomó casi siete años más para que al menos una de esas células cancerosas tuviera el potencial de metastatizarse.
Los investigadores también descubrieron que el tumor pancreático primario se compone de subtumores que son diferentes desde el punto de vista genético. “Eso quiere decir que el tumor primario continuó acumulando mutaciones genéticas después de aparecer por primera vez”, explica Iacobuzio-Donahue. “Por lo tanto, el tumor primario realmente no es un tumor único, sino que está formado por varios tumores genéticamente diferentes”. Y más de uno de estos subtumores en el tumor primario es responsable de la metástasis.
Pacientes valientes marcan la diferencia
En su laboratorio de Memorial Sloan Kettering, la Dra. Iacobuzio-Donahue continúa con su trabajo para encontrar cambios en el genoma del cáncer de páncreas que son responsables del desarrollo, crecimiento y diseminación de la enfermedad.
Para conseguirlo, ella y sus colegas necesitan muestras de tejido del cáncer de páncreas. Es una tarea difícil. A diferencia del cáncer de mama, que a menudo se trata quirúrgicamente, el cáncer de páncreas suele diagnosticarse cuando la cirugía ya no es una opción. Esto significa que hay poco tejido disponible para que los investigadores lo estudien.
Con ese fin, ella inició un programa llamado donación médica rápida mediante el cual los pacientes con cáncer de páncreas en fase terminal pueden dar el consentimiento para que se les haga una autopsia dentro de las horas siguientes a su muerte. Los investigadores pueden entonces estudiar las células tumorales vivas del tumor primario y otros sitios con enfermedad metastásica.
“Esta nunca es una conversación fácil con las personas y sus familias, pero los pacientes me sorprenden con su convicción, valentía y compromiso para querer ayudar a los futuros pacientes a vencer esta enfermedad”, dice Iacobuzio-Donahue, que dirige el programa de donación médica rápida en MSKCC.
La donación médica rápida también permitirá que los investigadores entiendan mejor la historia natural del cáncer de páncreas. “Queremos saber cómo y por qué diferentes grupos de células cancerosas se adaptan al tratamiento, por qué algunas se metastatizan con mayor facilidad y cómo el cáncer acaba siendo mortal”, agrega ella. “No podríamos hacerlo sin estos pacientes”.
Es ese conocimiento que puede conducir a mejores resultados. “El trabajo puede ser interesante desde una perspectiva puramente científica, pero el objetivo final para todos nosotros es ayudar a esas personas tan valientes y a sus familias que luchan contra esta enfermedad todos los días”.