Ensayo clínico sobre OncoTreat en desarrollo
La investigación médica se desarrolla en tres áreas: básica, clínica y traslacional.
La investigación básica tiene que ver con los aspectos más esenciales, y descubre a un nivel fundamental lo que impulsa las enfermedades mortales como el cáncer de páncreas. La investigación clínica tiene que ver con los pacientes y con descubrir, a través de ensayos rigurosamente controlados, si ciertos medicamentos nuevos u otros abordajes son realmente mejores que el tratamiento convencional actual. Luego está la investigación traslacional. Esta cierra la brecha entre las ciencias básicas y la investigación clínica.
“A todos nos gustaría que hubiese mejores terapias para el cáncer de páncreas, porque hay una gran necesidad”, dice el investigador de cáncer de páncreas Kenneth Olive, Ph.D., profesor adjunto en el departamento de medicina y director de Recurso compartido de terapias de precisión e imágenes de oncología (Oncology Precision Therapeutics and Imaging Core Shared Resource) de Herbert Irving Comprehensive Cancer Center de Columbia University (Nueva York). “Yo soy un investigador traslacional; lo que hacemos en la investigación traslacional es tomar lo aprendido a través de las ciencias básicas y proponer ideas sobre cómo se pueden usar diferentes productos químicos (o sea, fármacos) para tratar a las personas”.
Pero antes de que estos medicamentos puedan probarse en pacientes, deben probarse en entornos preclínicos como el “Hospital del Ratón” (Mouse Hospital), un enfoque de investigación fundamental en el Olive Laboratory en Columbia. Es aquí donde modelos de ratones genéticamente modificados para adquirir cáncer de páncreas son tratados de la misma manera en que se trataría a los pacientes humanos. Eso significa que se somete a los ratones a todo, desde imagenología sofisticada hasta ser parte de ensayos preclínicos controlados aleatorizados. “Lo que queremos hacer es ver y comprender a un nivel muy profundo los mecanismos de por qué los medicamentos pueden o no funcionar, y luego llevar los medicamentos adecuados a la población de pacientes”, dice Olive. “Queremos encontrar mejores tratamientos y, con suerte, encontrar una cura para el cáncer de páncreas”.
El ADN es el diseño técnico; el ARN es la orden de trabajo
Es una meta ambiciosa que requerirá los esfuerzos combinados no solo de numerosas disciplinas, sino también de pensamiento creativo. Esta es una de las razones por las que Olive está tan entusiasmado por trabajar con el Dr. Andrea Califano de Columbia. Califano, junto con un equipo multidisciplinario, desarrolló un nuevo marco computacional llamado OncoTreat. Su enfoque es el tratamiento personalizado del cáncer. Básicamente, el programa empareja tumores individuales con un medicamento o combinación de medicamentos que pueden destruir esos tumores. “El enfoque de Califano es diferente de cualquier otro que haya visto”, afirma Olive. “Y sí, es justo decir que estoy bastante entusiasmado”.
Los investigadores recibieron una subvención de $2.2 millones de Lustgarten Foundation para apoyar un ensayo clínico del marco OncoTreat y para estudios preclínicos sobre el tratamiento del cáncer de páncreas metastásico. El ensayo clínico, actualmente en desarrollo por Olive y su colega, la Dra. Rachael Safyan, se llama HIPPOCRATES, que significa Oncología pancreática masiva de precisión por selección de terapia basada en análisis de red reguladora de células (High-throughput Pancreas Precision Oncology by Cell Regulatory-network Analysis based Therapy Selection).
El emparejamiento de tumores individuales con el medicamento o la combinación de medicamentos con mayor probabilidad de destruir esos tumores es la esencia de la medicina de precisión o personalizada. Pero en lugar de concentrarse en las mutaciones en el ADN, un sello distintivo de los enfoques de medicina de precisión convencionales, los investigadores analizarán el ARN.
Básicamente, el ARN es simplemente una copia o una transcripción del ADN. El ADN nunca abandona el núcleo de una célula, pero el ARN sale a trabajar en toda la célula. En el ensayo, se trasplantan muestras del tumor de cada paciente a ratones, que funcionan como modelo donde analizar las terapias disponibles que se espera sean las mejores. Luego se utilizará el mejor agente validado para determinar el tratamiento óptimo para cada paciente en la segunda línea, con los objetivos de evaluar la seguridad y la viabilidad e identificar las indicaciones tempranas de eficacia del enfoque de medicina de precisión basado en el ARN, según Lustgarten Foundation. “Lo que estamos haciendo es observar el estado real de la célula cancerosa y cómo podemos atacar el contexto de esa célula”, señala Olive. “El resultado final es que Califano encontró una manera de codificar e interpretar matemáticamente los detalles de la expresión del ARN”.
La forma más fácil de ver todo esto es que el ADN es el diseño técnico de la célula y el ARN es la orden de trabajo. “Es el ARN el que reflejará con mayor precisión lo que está sucediendo actualmente dentro de un tumor, y qué programas genéticos mantienen a todas esas células malignas vivas y prósperas”, agrega.
Un obstáculo importante para hacer que la medicina de precisión sea más accesible y beneficiosa para los pacientes con cáncer de páncreas es que la enfermedad tiene pocos iniciadores oncogénicos. Desafortunadamente, uno de los más frecuentes, el KRAS, es difícil de atacar. “Buscar las mutaciones del ADN puede tener sentido, y no hay dudas al respecto, pero el cáncer de páncreas no es como la leucemia mielógena crónica, en la que hay un medicamento como el imatinib (Gleevec) que se dirige contra el factor genético dominante de la enfermedad, lo cual rotundamente transformó vidas”, explica Olive. “Entre los enfermos con cáncer de páncreas, tal vez el 15 por ciento tienen una mutación que se puede corregir y que se puede tomar como objetivo. Tenemos que ayudar al otro 85 por ciento”.
Extraordinariamente optimista
Olive se apresura a señalar que el trabajo aún se encuentra en fases iniciales, y no hace promesas. “Es mi naturaleza ser extraordinariamente optimista, y eso se deriva de lo que estoy viendo en los laboratorios y en la literatura”, señala. “He estado inmerso en la investigación del cáncer de páncreas desde 2005. En ese entonces no éramos muchos. Todos los investigadores se conocían y había una verdadera sensación de cooperación profesional.
“Ahora la investigación del cáncer de páncreas ha tomado vuelo. Hay muchos más científicos que estudian la enfermedad, pero aún existe esa increíble sensación de cooperación profesional y un verdadero objetivo de encontrar respuestas. Va a suceder. No tengo dudas al respecto. La manera en la que estamos viendo el problema es una posible forma de transformar vidas”.